» Viaje a un Minúsculo Planeta presenta «Cartografías» redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

¿Cuál es el tiempo medio de gestación de un disco? Prescindamos de casos extremos. A cada lado de una vasta distribución, podríamos encontrar ejemplos simpáticos: músicos que hacen de la indecisión una bandera; espíritus obstinados en la búsqueda de la perfección; gente sin problemas de tiempo o de dinero para vivir en un estudio. En las antípodas, bodrios o milagros fraguados en cuestión de horas. Remontando una campana de Bell transoceánica, los músicos que se toman algunos meses. Postular una falta de correlación significativa entre tiempo y calidad llevaría a discusiones que siempre encuentran un argumento lapidario: gustos son gustos; o su hermano gemelo: sobre gustos no hay nada escrito. Gran mentira.

Postular que sobre gustos no hay nada escrito equivale a negar, violentamente, la existencia de cordilleras intercontinentales de textos que abordan lo que fuere a partir del gusto. Si tuviera sentido perder una apuesta, si algún propósito noble demandara en ocasiones la simpatía de dejarse ganar, habría que apostarle al merecedor del premio que no hay críticos, buenos o malos (según quién los clasifique… En fin, esto no termina nunca) que no hayan recurrido, alguna vez, al «buen gusto» como calificación de una obra.

El gusto importa muchísimo. Contra la simpleza de acudir a la bobería de que gustos son gustos, el gusto como resultado del estudio, de la formación, de la persistencia, de la conciencia de pequeñez, que moviliza. El gusto como estandarte, como trinchera si fuese necesario. Pero en el mejor de los casos, tal vez en el único posible, el gusto como vehemencia en la celebración de lo que gusta, como silencio ante lo que no gusta, justamente para rajarle a los posibilistas desmedidos, que casi siempre gustan de lo que no nos gusta y plantean discusiones infructuosas.

Este despropósito quiere significar que el último disco de Viaje a un Minúsculo Planeta es uno de los gustos del año. «Cartografías» es eso: un gustazo. Casi desde el primer contacto con el disco, en cuya tapa aparece la palma de una mano que da ganas de saludar. Mucho gusto «Cartografías». ¡Choque los cinco!

Algunos datos: La contratapa enumera ocho piezas instrumentales; el interior indica que fueron grabadas, mezcladas y masterizadas en los estudios Desdémona, parque de diversiones de los hermanos Martín y Sebastián Bergallo. Todo sucedió entre julio y septiembre de este año, con la participación de cinco músicos invitados: Pablo Farías de la Torre, Agustín Ávila, Ilona Gálvez y Ailín Jobani, y con Exequiel García como técnico de baterías. También aparece Guillermo Gallo, responsable del arte de tapa y contratapa, y Melisa Sargiotti, a cargo del diseño gráfico. Pero hay algo, claro, que es lo más importante. Algo que aún no ha sido dicho, como recurso elemental de énfasis. En el interior, a la derecha de los créditos, aparecen los integrantes de Viaje a un Minúsculo Planeta. Y algo aún más importante: son los mismos del primer disco y del EP anterior. Los mismos que arrancaron en 2011. Los mismos nombres y apellidos: Julián Barbieri en piano y synth; Simón Beaulieu en batería, percusiones y programaciones; Santiago Viale en bajo, contrabajo eléctrico y programaciones. Hay algo en esa continuidad que emociona tanto o tal vez más que las discontinuidades de nombres y apellidos en otros tríos tan queridos de esta ciudad.

«Cartografías» es otra colección de obras que orientan el gusto para el mismo lado, reafirmándolo. ¿Cuál lado? El que se lleva de maravillas con las sorpresas que proponen los sonidos cuando muestran formas de ritmo, armonía y melodía inesperadamente bellas en su combinación con sonidos programados, o «ruiditos». Pero no ruiditos ni formas musicales tomadas al azar. Sobran ediciones que parecen haber puesto «Rec» antes de patear un perro y tumbar una lámpara sobre un Fa sostenido. El lado del gusto que alimenta Viaje a un Minúsculo Planeta intenta disfrutar de estructuras consabidas puestas en desafío.

Antes del proceso de grabación, cada tema habrá sido trabajado, una y otra vez. Meses de composición y ensayo antes de llegar a las consolas. Tanto trabajo para llegar un día a la presentación en vivo, previa difusión de quienes, en ocasiones, no tienen tiempo de escucharlo para algún análisis que atienda la magnitud del esfuerzo que supone una cajita con un redondel adentro.

Entonces, empujados por el gusto de un trabajo previo admirable, pusimos a sonar «Cartografías» durante todo un fin de semana, respetando el orden de la lista, jugando con la reproducción aleatoria, dejándonos llevar por la música que ofrece un piano, un bajo y una batería, entre arreglos ocasionales de vientos y programaciones perfectas. Lo nuevo de VMP en los sitios que trazan dos o tres días en la vida de cualquiera. Los temas del último trabajo en el reproductor de la casa, en el stéreo del auto, en los cablecitos de acompañar caminatas, en la computadora del trabajo.

Uno de los nuevos

Las obras de VMP para todo. El inicio de «Diástole», como imagen de manantial sonoro para salir a caminar por la tardecita del viernes; las dimensiones de «Nueva Thoven» escuchadas con un amigo en el armado de una montañita de carbón; la intro de percusión in crescendo de «Haití en llamas» enredada a las chispas del fuego; el suspenso de «Calima» en el cuelgue de la sobremesa; la inminencia, con «De la religión», de algo fuerte en el regreso a casa; la aceleración con «De la ciencia» en el tráfico de sábado a la mañana por las calles del centro; la siesta con «De la música» cerca del split; el intermedio de las pelis del Cine del Teatro con «Canción del Solsticio» en los auriculares; la tensión de «Calima» en la oscuridad de la madrugada; el otro lado de «Diástole» entre las sábanas; «Haití en llamas» antes y un cigarrillo después; «De la música» camino a la panadería del domingo; «Calima» en la ruta a Río Ceballos; «De la música» y «Diástole» para volver; «Nueva Thoven» en la cerveza relámpago del Paseo de las Artes; «De la ciencia» para sacar fotos con las últimas luces; «De la religión» antes del segundo gol de Boca; «Canción de solsticio» para elegir algún documental mientras cenamos; Wolfgang Amadeus y Ludwig Van en «Nueva Thoven» de postre; vereda de lunes y «De la música»; tarde complicada y «Canción del solsticio»; «De la religión» como banda de sonido de la tormenta que crece desde el sur; «Diástole» una y otra vez; «Nueva Thoven» para seguir descubriéndole detalles….

La música de un disco a prueba de cualquier momento y lugar del día, como previa necesaria para compartir la noticia de su presentación en vivo, una más de las que, montados en el simple disfrute por lo que viene dando Córdoba, tenemos el gusto de recomendar. Este miércoles, los VMP presentarán su nueva música en un recital que contará con la participación de José Gómez, Luciano Cabral, Claudio Puch y Juan Manuel Onetti en percusión, y Ailín Jobani, Ilona Gálvez, Pablo Farías de la Torre y Agustín Ávila en vientos. La puesta en escena estará a cargo de Lucas Asmar Moreno, la dirección técnica, de Pablo Sosa Caba; el diseño y operación de luces, de Alfonso Pérez Blasco.

Invitación

Una mirada final. Si en «Insular», del primer disco, Cortázar nos da vuelta para dejarnos como regalo del reloj, la música de «Cartografías» también puede invertir las imágenes, para mejor. Estas obras, que proponen trasladarnos a universos imaginarios, también se nos meten en nuestros pequeños universos cotidianos. Antes o después de proyectar paisajes soñados, Viaje a un Minúsculo Planeta es la música que Barbieri, Beaulieu y Viale han emprendido hacia cada una de nuestras vidas.

El gusto es nuestro.