Por Violeta Brodsky | vbrodsky@redaccion351.com

Fotografías: Mauricio Moroni | maurimoroni@hotmail.com

Una fábrica antigua, mesitas alrededor, mozos amables, cervezas  y un escenario casi improvisado hacen de La Fábrica Cultural un espacio que, alejado del casco céntrico, propone artistas locales y nacionales, fiestas temáticas, talleres y variadas ofertas culturales casi todos los días de la semana.

Esta vez la cita era con artitas femeninas en el Ciclo Sumar que dio comienzo el miércoles y en el que participarán nueve grupos musicales durante tres meses en diversos puntos del país.

“SUMAR se propone como el punto exacto de transición entre lo que ya se escucha y lo que todavía no sucedió. Como el paisaje de un mundo en constante estado de renovación, que está ahí, construyéndose día a día para quien esté dispuesto a escuchar”, exponen los organizadores.

El miércoles cultural arrancó con más de dos horas de retraso ya que el comienzo estaba pautado para las 20 hs. y comenzó pasadas las 22.  Las primeras en aparecer en acción fueron las chicas de La Viajerita, un dúo musical con repertorio latinoamericano, que encuentra conectores con culturas como la española y la africana. El conjunto conformado por Mariela Carrera (voz, bichito cordobés y cajón) y Ornela Lanzillotto (voz, acordeón y cajón) arrancó con En el muro de los lamentos, reversionando un clásico de Fito Paez a puro cajón peruano y voz. Luego del segundo tema ya incorporaron el bichito cordobés y acordeón a un repertorio popular que incluyó temas de Teresa Parodi y Kevin Johansen, una vidala, un candombe, un tango y una samba brasilera que sumó  aplausos y ritmo al show. Las viajeritas se despidieron bailando y cantando La Cumbia del Mole de la mexicana Lila Down.

La segunda banda fue La Noche Despechada, un espectáculo musical sustentado sobre una pequeña orquesta y donde las cantantes van rotando de canción en canción con una puesta despojada con referencias irónicas sobre las relaciones y el desamor.  El repertorio transitó por el bolero, el tango, el vals, histriónicas rancheras y versiones de iconos de la música nacional como Tita Merello.

“Esta es una noche despechada. El despecho esta presente no solo cuando uno no es querido, también cuando uno es incapaz de amar”, propone una de las cantantes de la banda. Guitarra, teclado y bajo acompañaron a estas mujeres despechadas con actuaciones por momentos exageradas que opacaban la propuesta musical de las mismas.

Ya pasada las 12 de la noche la tímida Ignacia se subió al escenario acompañada de guitarra eléctrica y cajón peruano. Una propuesta brillante y precisa hizo de su voz cálida y dulce el principal elemento en cada una de sus interpretaciones. Esta cantante, guitarrista y compositora salió a la luz con un EP “Mis manos” (2007) del cual compuso las letras, secuencias y música. Recorriendo el circuito musical de Buenos Aires  y con una gira por Europa regresó a nuestro país el año pasado para grabar su primer disco “Salta” con el asesoramiento de Fico de la reconocida banda Massacre.

Ya en la madrugada del jueves La Fábrica despedía a los artistas del primer encuentro de este ciclo. Tres propuestas diferentes, muchos músicos en escena y una puesta humilde y cálida para un encuentro cultural.