Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
Foto: Celeste Leone.
Antes de ir al encuentro con la música de Matías Martino, un paseo por las voces que lo celebran. No habrá, tal vez, palabras más convincentes que aquellas nacidas al calor de un escenario compartido.
Por un lado, Cecilia Todd, artista venezolana inabarcable, que Matías acompaña en su gira por Argentina:
«Son muchas cosas las que hacen a un artista. Talento, dedicación, buen gusto. Todo esto lo encontramos en el trabajo de Matías, más un gran sentido del humor, lo cual convierte en una fiesta el oír la música argentina que sale de sus manos y su corazón. Es alimento para el alma. Gracias Mati, por tanta hermosura…»
Luego, otra gran artista, cordobesa, amiga de Matías desde hace varios años. Este viernes, su presencia como invitada, junto a Pablo Jaurena y Javier Martínez, será otro motivo de emoción. Leemos a Cecilia Mezzadra:
«Nos conocimos hace más de quince años, creo que teníamos 13 o 14 cuando nuestros viejos (quienes nos iniciaron en este camino y hacían lo mejor para que nuestra música se diera a conocer), nos cruzaron en alguna peña de nuestros pueblos chicos. Luego, más tarde, tuvimos la suerte de volvernos a encontrar y compartir más de cerca, con otros grandes amigos, un proyecto de grupo, del que me quedan inolvidables recuerdos. Su inquietante deseo de seguir creciendo lo llevó para Buenos Aires y hoy está haciendo realidad uno de sus sueños, su primer disco solista, donde han participado artistas de su talla y hoy está recorriendo el mundo con su música. Por suerte pasa a presentarlo por Córdoba y es un honor ser su invitada…»
Por ahí cerca de las dos Cecilias, otro músico enorme. Leemos a Diego Schissi:
«Matías Martino es un alma musical exquisita y un pianista sublime. Al observarlo, pueden desorientar su juventud y su sencillez… Al escucharlo, se sabe que se está frente a un talento único. Un ‘distinto’».
Primera persona del pianista: “Comencé tocando algunas pocas piezas de nuestro folklore cuando tenía 9 años de edad y -fundamentalmente de la mano de mi padre- recorrí desde ese momento distintos escenarios de la provincia de Córdoba. En este disco creo encontrar una manera personal de abordar los ritmos de la música argentina que justamente encontramos detrás de la ciudad, los ritmos de las diferentes regiones del mapa musical nacional. En mi pueblo natal, la academia de danzas folclóricas estaba al lado mi casa y ya a los 6 años iba dos veces por semana. Recién de grande comprendí que haber aprendido a bailar nuestras danzas -y haberlas practicado hasta casi los 20 años- me ayudó a que tuviera cierta solvencia y soltura a la hora de tocar folklore con el piano”.
Las letras de la vida: Los agradecimientos abrazan, entre amigos y músicos, a sus padres y a tres hermanos que comparten sus iniciales. Las dos emes parecen recorrer una historia familiar que ha derivado en otros significados. Matías Martino se escribe con eme de Mucha Música. Podríamos seguir jugando y encontrar la hache de su madre Herminda, desdoblada en las de Hilda Herrera, su gran Maestra Musical, o presentir el nombre que su padre lleva en todo lo que sonará, cuando finalmente escuchemos.
Hasta aquí algunas hermosuras aparecidas en torno al primer disco de un gran pianista. «Detrás de la ciudad» fue grabado hace poco más de un año en los Estudios Consentino. La edición fue confiada al sello Acqua Records.
El registro incluye catorce obras dispuestas en un contrapunto de interpretaciones de clásicos de la música popular y de composiciones propias. Hay un dato que encabeza la ficha técnica y nos deja hacer gracia de nuestra pequeñez. Todo lo que vayamos a disfrutar fue interpretado en un Steinway de Gran Cola. El modelo D constituye una de las maravillas de este mundo. Hace poco, apenas unos días, se cuestionó la adquisición de dos piezas de esta verdadera obra maestra para el flamante Centro Cultural Néstor Kirchner. Hay comparaciones menos crueles que demoledoras. Una camioneta BMW X6 cuesta más dinero que un Steinway Gran Cola D. Cientos de pianistas de todo el mundo podrán sentarse ante su majestad para emocionar a vaya a saber cuántos miles de corazones argentinos, durante vaya a saber cuántas décadas. Una X6 sabrá emocionar un par de asentaderas carísimas, por un par años, hasta que salga el modelo nuevo. Dejen tranquilos a los Steinway D. Tenemos pianistas argentinos de sobra para disfrutar a cuatro manos.
Sentado al viejo gran cola de Cosentino, por donde pasaron ilustres asentaderas, Matías impacta por una lectura exquisita de clásicos como «Ojos Azules» y «La Huaqueñita», donde ocurre de todo, ya desde el incio. Los primeros seis minutos abren caminos hacia el virtuosismo, el énfasis necesario por el ritmo y el sentimiento puesto en los pliegues que pueda ofrecer la melodía.
Un gesto de humildad pareciera explicar el orden de los títulos. La composición que nombra al disco aparece en segundo término, como contraste perfecto de introspección a una apertura vibrante. Ese vaivén de planos expresivos irá encontrando matices en la compañía de grandes invitados. «A la manera de antes» y «De María» son dos grandes momentos de piano y flauta traversa, junto a María Fernández Cullen. Leemos a Matías: «La chacarera ‘De María’ esta dedicada a ella porque al escuchar una introducción que yo hice para otro tema, insistió en que la utilizara para un tema mío.»
El fluir de un estilo dinámico expande las posibilidades. Si la «Chaya de las nenas» impone atención a detalles repentinos, lo que sigue se abre a un paisaje sin horizonte. La interpretación de «Pynandí (Los descalzos)» junto al acordeón de su autor es, midiendo la emoción, sublime. Matías sobre el Chango Spasiuk: «Después de participar en mi proyecto con una predisposición sincera, ahora admiro y subrayo lo que no se conoce de él, al verlo en un escenario: su generosidad, intuición y compañerismo.
Pynandí (Los descalzos)
Acaso haya que agradecerle un poquito a esa academia de danza en el pueblo cuando «No e’ mi gato» nos encuentre dando saltitos, o cuando la estupenda versión a cuatro manos de «Nueva ilusión» de Rudi Flores, junto a Andrés Pilar, nos haga girar casi en el aire. En palabras de Matías sobre su amigo, «la transparencia es la misma en su música y en su persona. Es grande nuestra amistad y tocar juntos el mismo instrumento podría resultar un acto forzado o artificial. Para mi fortuna, y la de este disco, eso no sucede.»
Nueva ilusión
«Preludio de vidala» es un respiro que nos devuelve a la escucha repetida, para intentar abarcar una composición que se escapa de territorios consabidos; imaginamos al pianista en alguno de sus tantos viajes, desandando figuras. «La marrupeña» podría agitar pañuelos pero la vehemencia de los quiebres sólo deja espacio para escuchar y aplaudir otra versión notable, antes de «Las puertas», obra de Matías que sabrán visitar quienes le den a este tiempo la merecida continuidad. Por lo pronto, «Atilio», otra de sus joyas, ya integra el primer trabajo del Quinteto Bataraz.
Dos grandes clásicos cierran el disco. En «La oncena» de Eduardo Lagos, vuelve Andrés Pilar para desdoblar el Steinway. En «Mi Pachamama», de los Hermanos Ábalos, una sorpresa: el bombo insuperable de Vitillo. Leemos a Matías: «Cuando te acompaña en una zamba aparecen cosas que no se explican. Fácil y pintoresco sería enmarcarlo en un hecho místico; sólo puedo decir que cuando el toca ocurre Verdad.»
Mi Pachamama
En «Detrás de la ciudad» se inscribe un modo irresistible de abordar la música popular. Su edición es un resumen posible de búsquedas que encuentran a Matías Martino entre los grandes pianistas del escenario argentino, muchos de los cuales han compartido y celebrado su experiencia en el CIMAP, proyecto que nos convierte en agradecidos para siempre.
Este fin de semana, otra oportunidad en Córdoba para no dejar pasar.
Agendá:
Matías Martino presenta «Detrás de la ciudad».
Viernes 3 de julio – 19 horas.
Sala Luis de Tejeda – Teatro del Libertador – Vélez Sarsfield 365.
Entrada: $80.
