» María Paula Godoy presenta «Ambas» redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Hace algunas horas, en el desvío estándar de una conversación de amigos que enhebró magistralmente los fondos anónimos de campaña con la dieta de la manzana empururada, sobrevoló el tema de los ambidiestros. La memoria fue revisando hábitos para cada mano; después de alguna que otra risotada, el inventario quedó más o menos completo.

Con la izquierda: escribir en una superficie horizontal (cuaderno sobre mesa); cortar con el cuchillo en el plato (aclaración necesaria e increíble); cebar mate; beber; usar el celular; lavarse los dientes; fumar; usar un martillo; planchar; usar algún pegamento; poner y sacar Belgranos de la billetera, afeitarse…

Con la derecha: escribir en una superficie vertical (pizarrón); hacer deportes; tocar la guitarra; cortar con el cuchillo el queso para la pizza (inexplicable); usar la esponja para lavar los platos; tomar los broches para colgar la ropa; sacar fuentes del horno; usar un control remoto; descorchar una botella; cortar con la tijera; usar papel higiénico; girar una llave en su cerradura; poner y sacar el dni de la billetera; tomar la sopa; usar una pinza o destornillador…

Con ambas: lo de las risotadas.

Quedó en el aire una tristeza absurda por la primacía de la derecha. Al rato, un sobre. El hábito feliz de romper el papel madera junto con un pedazo gacetilla, tomar el disco recién llegado y girarlo para ver las canciones en el reverso, descansó de manera impensada en la mano izquierda. La sorpresa duró menos que la alegría. ¡La zurda manda en el encuentro con música nueva! ¡Viva!

Y todo gracias a un título como anillo al dedo de cualquier mano: «Ambas», primer disco de María Paula Godoy.

Un millón de años luz más acá de cualquier referencia al desvarío de dos salamines ambidiestros, el título celebra la Zamba argentina y el Samba de Brasil, formas que fluyen por la sangre de una vida de amores repartidos entre Monteros y San Pablo. Mejor, entre Argentina y Brasil.

Todo un hallazgo «Ambas». Dos palabras hermanas, resumidas por una tercera, en plural, que funde consonantes iniciales para un abrazo de paisajes como signo de identidad.

Las primeras interpretaciones del disco liberan una segunda alegría. Letras en verde y amarillo cantadas en celeste y blanco. Himnos argentinos en el idioma de Jorge Amado, sobre la guitarra vertebral de Juan Martín Angera, autor notable, creador de bellezas como «Canción para elegir», que Horacio Burgos incluyó en su disco «El Peregrino».

Recorrido por las trece canciones.

Chico Buarque publicó «Mambembe» hace más de cuarenta años. Una década antes, Los Panchos cantaban «El vagabundo». Hay que escuchar las versiones de María Paula; la soltura de su voz para conectar clásicos de cualquier tiempo y latitud. «Merceditas», con la armónica de Franco Luciani para convertir en Litoral todo lo que suena; «El Cosechero» de Ramón Ayala, para volver a la metáfora infinita del río y ese verso que sigue haciendo sombra desde lo más alto de la poesía en español: «…y será en el surco mi sombrero bajo el sol, faro de luz.»

Siguen nombres que dan ganas de correr a patadas el decoro para insultar el despropósito de la muerte. Un gato de Carnota y «La» zamba de Spinetta. «El tímido» en español-tucumano con bombo, guitarra y voz invitada de Nahuel Pennisi; «Barro tal vez» en portugués-paulista con bellezas de cello, contrabajo, campanas de Nepal y berimbaos.

Con «Sangre latina», la música se remonta a la locura divina y valerosa de los Secos & Molhados en los setentas; con «Necesito decir que te amo», el recorrido avanza una década para celebrar la amistad de Bebel Gilberto y Cazuza; «Chiclette com Banana» no entiende de almanaques. Hay que seguir los juegos vocales de María Paula y presentir, en el final, una hermandad de sonrisas entre quienes escuchan.

«El tímido»

Luis Gonzaga, tocayo del santo que todos los 21 de junio encuentra recién nacidos para multiplicar su nombre, legó «Asa Branca» a la posteridad. Tal vez no imaginó que su obra de bandera encontraría una voz sin fronteras, capaz de llevar su poesía desolada a una tierra de coplas encendidas. «A Monteros» emociona por la sensibilidad de un corazón que, después de tanto andar, celebra sus primeros latidos. Toda una novedad ese acordeón para la zamba alegre del Chango Nieto y dale con el decoro… ¿Hasta cuándo con esto del viaje? Tiene razón un amigo bajista de apellido Arias. «La gente no se va de gira ni de viaje. La gente se muere. Aprovechen.»

En las sorpresas instrumentales de «Ambas» se resume, tal vez, una vida hecha de horizontes inquietos, embellecidos en «Alas blancas», por los versos de Angera, entre vuelos de flauta en manos del «Mono» Izarrualde:

«Si preguntan tu origen, que la duda no te enlace.
Dile ‘de todos lados, de donde se anda y se nace'».

El final celebra la poesía de Dardo Solorzano. Sobre ruidos de calle, un piano toma forma de chacarera para «El Loco Ciudadela», «canto-monumento» desde Monteros, para todos los personajes de pueblo que andan libres por la vida, poniéndoles comillas a los cuerdos.

Aquí los temas de «Ambas»

Muchas de estas versiones, interpretadas hace casi un año en Córdoba, vuelven agrupadas en una edición impecable que tendrá su presentación oficial este domingo, el último de septiembre, junto a compañeros de estudio de grabación y de ruta.

En otro fin de semana poblado de músicas para descubrir, una cita imperdible con el corazón ambidiestro de una artista sin fronteras.