Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
Para quienes escriben sobre música, hay palabras que se acomodan solitas en las estanterías del oficio, como herramientas de un cerrajero. La memoria tomará la palabra «cerrajería» y paseará durante algunos segundos por locales hijos del desorden, con menudencias abandonadas, almanaques de tiempos pasados y máquinas de hacer copias flotando en polvo de bronce.
Pero hay cerrajerías y cerrajerías. Una de la calle Castilla, en barrio Colón, es admirable. Cientos de herramientas perfectamente limpias y ordenadas; plantas de un verde feliz de pasar los días entre llaves; artesanías colgantes, nacidas de las mismas manos que destraban cerraduras; hasta un libro de Isaac Asimov sobre el pequeño escritorio, junto a una cajita de imanes de heladera para regalar a los clientes.
Pulcras o desastrosas; alineadas o desparramadas; calibradas o en falsa escuadra; insólitas o aburridas, las palabras en las estanterías, como ganzúas viejas, entrañables a veces, casi siempre reveladoras de un estilo identificable varias cuadras antes del cartel con la llave pintada.
Como pestillos imbatibles, ciertas músicas se ríen de los adjetivos amontonados en el compartimento superior de la caja maestra. No habrá prodigio de la ingeniería ni alambre con la punta doblada que discipline semejante combinación rebelada; no habrá mañas que valgan porque no habrá acordes ni melodías que respeten el oficio. Cosa deforme eso del oficio…
Sólo será posible hurgar los bolsillos, encontrar algún billete, volver del almacén y sentarse a pensar, la espalda contra la puerta, un sanguchito entre las muelas, cómo encontrar palabras para una música sin horizontes.
Mar de Ansenuza
Música de Sobrevivencia, el proyecto de Gustavo Lorenzatti y Santiago Bartolomé, suena como un desafío irresistible para cerrajeros, escritores y lectores de ciencia ficción.
Ahí están sus combinaciones desesperantes, en un dvd-libro editado con la belleza de todo lo que publica Viento de Fondo. Ahí están los versos de Ianina Moretti Basso, en páginas como piedritas para sembrar caminos entre la maraña de herramientas dispersadas.
Página 13 3-3-2
Una lengua de otros tiempos declara una guerra florida.
Van llegando, y es como si fueran muchos y contagiaran un
mareo semejante al del océano…
El tiempo lima ansiedades. Algunos cerrojos no se destraban porque, increíblemente, siempre estuvieron abiertos. Como la carta robada del cuento, algunas emociones no aparecen de tan visibles.
Música de Sobrevivencia no se resuelve en palabras porque, simplemente, no las necesita para abrir sentidos, llevarlos, traerlos y volverlos a llevar por puertas giratorias.
Página 18
Conmover en los límites de la belleza.
Poner en música eso que cae fuera del lenguaje,
el exceso para lo que ya no hay palabras,
y que por eso no podrá escribirse: apenas quizá tararearlo.
Turibá
Este sábado, Bartolomé y Lorenzatti en vivo, para escuchar y presentir los senderos del monte. De por allí viene la música.
Escuchar y no preguntar, que las ganzúas de oficio, las flamantes y las gastadas, no hallarán combinación posible de respuestas.
Agendá:
Gustavo Lorenzatti y Santiago Bartolomé presentan «Música de Sobrevivencia».
Sábado 9 de abril – 21 horas.
Centro Cultural Córdoba – Lugones 401.
Entrada: $80.
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