» José Ceña presenta «Canciones del mensajero» redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

La música que referimos fue grabada hace ocho años. Este viernes sonará en vivo, en un espacio que sabrá darle el silencio necesario, para poderdisfrutarla.

José Ceña es un notable cantor, intérprete de la guitarra y compositor. Entre Buenos Aires y Saira, su experiencia con la música le ha permitido descubrir referencias variadas, entre las cuales reconoce a un artista central, tal vez el mayor exponente de nuestra música popular.

A 23 años de su muerte, Atahualpa Yupanqui sigue expandiendo una obra inabarcable, plena de imágenes profundas, de verdaderas maravillas a partir de versos que casi no han necesitado el uso de la metáfora como recurso poético, que han nombrado la vida del hombre rural en escenarios de todo el mundo. El recuerdo de su figura, de una emoción que trascendió los idiomas con su guitarra y su canto, no tiene fin.

A lo largo de las décadas, su obra fue celebrada por intérpretes notables de nuestro país. Uno de ellos nos visita este fin de semana.

Hace poco, pudimos reseñar un gran trabajo del pianista cordobés Guillermo Di Pietro. Entre algunos párrafos dedicados a un disco imperdible, decidimos compartir un texto de Liliana Herrero que acompaña a la edición física de «Adstratos», y que dimensiona el trabajo de interpretación.

Esa alegría de encontrar palabras de una gran artista para valorar la búsqueda de otro gran artista, podría reconocer un antecedente en la edición de «Canciones del Mensajero», disco de José Ceña que celebra parte de la obra menos revisitada de Yupanqui.

Emociona descubrir, apenas nos adentramos, palabras introductorias de una artista inolvidable.

Dice Suma Paz:

«Según una definición de Don Atahualpa, el intérprete es aquel que al expresar una obra la recrea; es decir vuelve a crearla; y para que eso ocurra ha de incorporar elementos propios, casi siempre sutiles pero significativos, que no vulneren los contenidos originales sino que además lo realcen.

Tarea compleja si las hay, que exige, aparte de un sólido conocimiento de la obra en cuestión, la comprensión y alcance de sus contenidos.

Y bien, esto es lo que se cumple cabalmente aquí en este disco de José Ceña.

Para eso, en la doble función de voz y guitarra, este joven y talentoso músico ha recorrido un largo y empeñoso camino sobre vida y obra del maestro.

Vida y obra que desde textos y partituras han acompañado el desarrollo personal de José y le han mostrado el rumbo cierto, más allá del trazo de una canción, el vasto universo del pensamiento donde los valores estéticos se conjugan con los éticos.

Bienvenido entonces este aporte, valioso y hasta necesario. En momentos en la canción de raíz nativa parce perderse en la borrasca, acaso empiecen a crecer otras luces como esta.

Y se cumple el proverbio yupanquiano: ‘El artista es el que alumbra el camino'».

Un poco más adentro, a la izquierda del disco, como protegiéndolo, dice José Ceña:

«Dedico este trabajo a todos los paisanos y paisanas de mi país que con la más absoluta dignidad y sencillez cantan nuestras canciones criollas para que no queden en el olvido».

«Canciones del mensajero» fue grabado entre julio y noviembre de 2007 en La Rioja y Buenos Aires, y editado finalmente, y felizmente, en 2013. Incluye doce canciones compuestas por Yupanqui, muchas de las cuales con letra de su compañera Nenette, que firmaba las obras como «Pablo Del Cerro» por cuestiones inconcebibles de desprecio a la mujer.

Muy pocas suenan conocidas para quienes no han explorado mucho más allá de los grandes clásicos. No aparece «Luna tucumana». No aparece «La olvidada». No aparece «Chacarera de las piedras», ni «El alazán», ni «Piedra y camino», ni «Los hermanos», ni tantas otras canciones inolvidables. Aparecen, en cambio, músicas y versos para descubrir, para agradecer un criterio de decisión diferente, orientado a renovar el placer por una obra que no tiene desperdicio.

El sonido cristalino de la guitarra que inicia la música con «Vendedor de yuyos» predispone a una atención por las formas que José desplegará a lo largo de todo el trabajo. La dirección musical, a cargo de Luis Chazarreta, propone un recorrido exquisito que proyecta paisajes andinos en las versiones de «Viento… Viento» o «De aquellos cerros vengo»; miradas de llanura con «Canción para Doña Guillerma» o «Yo quiero un caballo negro»; un ritmo de Caribe para «La flecha» con Javier González en bongó y maracas; y un color de milonga oriental en los arreglos de guitarra de «Pa’ alumbrar los corazones».

Otras aristas encontramos en «El cielo está dentro de mí». Un dúo de piano y contrabajo (impecable Guido Martínez) forma una base perfecta para que se luzca la voz de José en una de las letras más profundas del disco. En «Caminito español» se suma Pablo Flaguela para otro encuentro hermoso de piano y voz que se deja llevar por la armónica siempre sorprendente de Franco Luciani. «El promesante» vuelve a la guitarra. Hay un juego hermoso de vientos y contrabajo entre las estrofas de una canción bellísima a la fe. La «Zambita del buen amor», de estilo tradicional, vuelve a la poética de Nennette: «Heridas nos da la vida, y hay que saberlas curar. Con las leñitas que voy quemando, se va entibiando mi soledad».

«Punay» cierra el disco entre cursos de agua, recodos de vientos a cargo de Facundo Flores y percusión de Carlos Rivero.

En palabras de una gran intérprete, «Canciones del mensajero» es un disco valioso y necesario. Este fin de semana podremos disfrutarlo en vivo. José Ceña, junto a Lucas Ninci en piano, Agustín Ninci en percusión y Pablo Rodríguez en guitarra, sabrán recrear esta celebración a una obra sin fin.