» El Cura redaccion 351

Por Alejandra Migliore.

El cura aborda la Iglesia como Institución, más allá de los nombres propios. Se trata de un caso y José Luis Arce señala su singularidad como tal, pero también su carácter de muestra frente a tantos otros. La pregunta que parece rondar toda la obra reside precisamente ahí: hacia el interior de la Iglesia católica, ¿la pedofilia es la excepción o la regla?

En ese sentido, son un acierto las capuchas de las sotanas, que por un juego lumínico, no dejan aparecer los rostros. El coro es impersonal y la dramaturgia se construye, así, en una dialéctica analítico-compositiva de sinécdoque: del todo a las partes y de ellas nuevamente al todo.

Dirigido por Arce, el Grupo de Estudio y Trabajo (GREYT) se mantiene al margen de un discurso moralizante, pese a abordar una temática tan delicada como la pedofilia. Y no porque suspenda el juicio, sino porque lo multiplica. En El Cura no se busca convencer al espectador, que permanece durante toda la obra decidiendo a quién creer. Alguien miente, eso es seguro, pero ¿quién? Sólo escuchamos voces, sujetos de enunciación que no pueden escapar a su situación, a su contexto. La obra se corre de la solemnidad y se desplaza a un registro de intersticio que con un profundo sentido del humor y el absurdo, configura una poética incisiva.

En esa apuesta, el recurso sonoro aparece en primer plano, constituyéndose como dispositivo dramatúrgico fundamental. José Halac es el encargado del diseño y la composición vocal de esos cuerpos que se transforman en las únicas cajas de resonancia de la propuesta escénica (a excepción del comienzo, en que hay audio procesado tecnológicamente). La proliferación de voces da la palabra a cada uno de esos puntos de vista, el juicio público dispone a los cuerpos en una oposición de tribunas, auténticos tribunales. Como en las tragedias clásicas, el coro es todo un personaje. Es la gente, o mejor, el pueblo el que habla en el coro, a veces organizando la acción; otras, replegándose en murmuraciones. Halac trabaja alternativamente con unísono y canon.

Junto a la interpretación del texto, las coreografías rítmicas, de impecable entrenamiento, dan cuenta de un trabajo comprometido y minucioso del elenco integrado por Simón Garita-Onandía, Tomás Gianola, Fer H, Joaquín Torres, Marcos Polzoni, Valentina Marello, Cristian Durban y Nora Sommavilla.

El diseño de iluminación y de escenografía ratifican una puesta simétrica como refuerzo del concepto coreográfico que vertebra la obra. La asimetría sólo nace en el encuentro de los cuerpos, transparentando las relaciones de poder intrínsecas a todo encuentro.

Además de una obra contundente en su poética, El cura regala momentos de belleza plástica y agudeza filosófica. -El monseñor y el vicario, en diálogo con Nietzsche, entre los favoritos-.