Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
¿Hace mucho que no abre un disco nuevo? Uno de los de cajita de plástico y lámina en tríptico. De los de formato tradicional, digamos. Ojalá que no, que haga poco. Vio que es una experiencia más bien diferente de la que nos encuentra frente a una pantalla, descomprimiendo archivos para trasladarlos a un reproductor mp3. Todas tienen su encanto, no dejamos de hablar de música nueva. Pero no hay como el primer encuentro con el celofán.
Todo un tema el celofán de un disco nuevo. Para quienes no puedan abrirlo enganchándolo desde las diminutas orejitas, porque, por ejemplo, se comen las uñas, hay un recurso menos riesgoso que efectivo: Las cajitas tradicionales tienen un serruchito en sus bordes superior e inferior. Sólo hay que tomar la cajita y pasar cualquiera de los dos serruchitos por el filo de la mesa, de la mesada, de un modular que ande por ahí, de lo que sea que tenga un poco de filo. Se pasa suave pero rápido, una raspadita relámpago. Cuando el disco es de tango, como el de Damián Torres Trío, se escucha un vientito. Es el fuelle que respira. Se sale de la vaina por sonar.
«Buena vida» es el segundo celofán del Damián Torres Trío. Hace unos cuatro años, «Cabulero» abría el juego en el mismo escenario que esta noche volverá a recibirlos.
Información rotativa: «Buena vida» tiene doce obras. Las doce lucen arreglos del bandoneonista. El bandoneonista nació en Corral de Bustos y en el rock. El rock, como el tango, es música ciudadana. Ciudadana es la música de la Orquesta Provincial cuyo director da nombre al Trío que esta noche presenta «Buena vida».
Dos grandes músicos completan la formación: Aldo Cerino en piano y Christian Esquivel en Contrabajo.
«Buena vida» arranca con el saludo de Troilo, en la mitad del siglo XX, «A la guardia nueva». Los dos clásicos que siguen, «Viejo smocking» y «Aquel tapado de armiño», retroceden un poco en el tiempo como quien toma carrera para saltar al futuro. El cuarto tema, nombre del disco, es una joyita reciente de Nicolás Ledesma. Con el primer tercio del disco ya tenemos una imagen gran angular del tango.
En la mitad del recorrido aparece la primera composición de Damián. El título nos recuerda las dos partes del «Tango para una ciudad» de Piazzolla. Pero aquí, «Tango para la ciudad de Américo» celebra a Córdoba, nuestra parte en el mundo. Es un Gracias con mayúscula a «La ciudad donde vivimos», programa que desde hace más de veinticinco años conduce el gran Américo Tatián.
«Griseta» de Enrique Delfino; «Sentimental y canyengue» del gran Leopoldo Federico y «Amurado» de los súper amigos Maffia y Láurenz, preceden la segunda pieza de Torres, «Persistente», con una introducción exquisita del piano de Cerino y el contrabajo de Esquivel. Si todo disco tiene un tema para dejarse llevar por la tarde, de «Buena vida» este cronista elije «Persistente».
En el ataque final, «Milonguero de hoy» de Ogiewiecki, «Chiqué», versión estupenda de la pieza que incluyó a Brignolo en el gremio difícil de compositores conocidos, antes que por varias (injustamente desmerecidas), por una gran partitura; y «Peliche», de Torres, a dos bandoneones y con una bandada de cuerdas amigas. Obra con todos los climas posibles, como síntesis de un trabajo formidable. Esta noche, cuando «Peliche» suene, el trío se agrandará con la presencia de Pablo Jaurena en Bandoneón, María Eugenia Menta en violoncello, y Hernán Soria, Leandro Liuzzi, Fernando Huespe y Gabriela Scieppaquercia en violines.
Un disco de tango creado en Córdoba, con el buen gusto puesto en hacer que cada uno de los tres instrumentos compartan el mismo protagonismo, con una selección de todas las épocas, con un sonido excelente y con su presentación en el mejor escenario posible, es otra definición posible de «Buen vida».
Gran oportunidad, entonces, para lustrarse los zapatos y arrimarse al San Martín.
Entrada general en boletería del Teatro a $ 40.
