Por Esteban Torino | etorino@redaccion351.com

Fotos: Gentileza Las tres hermanas

La fecundidad del teatro cordobés, a esta altura, es innegable. Aun así, no siempre existen propuestas completamente innovadoras. “Las Tres Hermanas” de Chéjov, en versión libre y dirección de David Piccotto, sí es una de ellas. Anunciada como un film teatral del clásico del autor ruso, la obra se convierte en un verdadero experimento teatral que sale airoso y presenta un engranaje en el que cualquier fragmento mal integrado puede desbaratarla por completo.

Sobreponiéndose a la aridez que puede suponer Chéjov, la pieza se destaca por la gran resolución que se le da en escena y es marcada a fuego por la reminiscencia del cine en su montaje. Y sin bien no se enmarca en el estilo clown (del cual el director es referente en Córdoba), sino en el relato teatral clásico, sí es claramente influenciado por este código en muchos de sus pasajes.

El relato: lo clásico

Estructurada en cuatro actos, la acción discurre respetando con gran altura el relato de Chéjov. Así, se cuenta la historia de estas tres hermanas que viven perdidas en un poblado pequeño de la Rusia de principios del siglo veinte. Su vida transcurre entre el hastío y la desazón, aunque con la ferviente ilusión de una Moscú que se presenta como la fuente de las oportunidades.

En esta historia, Masha (Alicia Vissani), Olga (Analía Juan) e Irina (Estefanía Moyano) representan con gran precisión a este trío de mujeres que vive y transita por un mar de deseos incumplidos, con una meta que (casi) siempre parece inalcanzable, al menos para las protagonistas. Además de la figura del hermano varón que subyace al relato y que nunca aparece en escena, la fórmula se completa con la presencia cada vez más fuerte de la cuñada Natasha (Luciana Sgró Ruata) y con la imagen de liberación y amor que traen el coronel Vershinin (Nelson Balmaceda) y el barón Tuzenbach (Diego Haas).

Cada uno de los personajes planteados por el director, cumple una función bien precisa en escena. Con una exactitud de relojería, la coreografía, la musicalidad de los cuerpos y la interpretación se bañan del relato, para salir airosos de esta puesta tan pensada y trabajada. Entonces, cada uno de los recursos previstos para contar esta historia le servirán al espectador para entrar en este mundo ficcional donde el aplomo de estas tres mujeres hacen entrar en dilema a más de uno.

¿Derribar o no derribar la cuarta pared?

Sí, tal vez la mayor apuesta de Las Tres Hermanas radique en su entrecruzamiento con el lenguaje cinematográfico. A modo de recurso, la puesta incluye una pantalla traslúcida que se erige entre los actores y el público. Detrás de aquella “neo cuarta pared” transcurre toda la obra, mientras la ficción hace propios varios períodos célebres en la historia del séptimo arte.

Primero pasa por el cine mudo, con los carteles, la corporalidad y expresión chaplinescas a flor de piel; luego es el turno de lo sonoro y el doblaje, con todo lo que conlleva darle cuerpo a una voz ajena a la de los actores en escena. Más tarde, se subtitula en todos los idiomas reconocibles; y por último recurre a los musicales hollywoodenses, donde el Mago de Oz, Casablanca o Cinema Paradiso le dan color a cada secuencia.

Con Las Tres Hermanas queda al descubierto que no todo está dicho en el teatro cordobés. Aquí, cada pieza forma parte de algo mucho más grande y se demuestra que se puede abordar a los autores clásicos sin salir perdidos en el intento.

La Data:

Las Tres Hermanas. Todos los sábados de abril y mayo a las 21.30 horas en Documenta Escénicas (Lima 364).
En escena: Estefanía Moyano, Analía Juan, Alicia Vissani, Diego Haas, Nelson Balmaceda y Luciana Sgró Ruata
Diseño lumínico: Simón Garita Ongania
Diseño sonoro: Horacio Fierro
Organización Audiovisual: Luciana Sgró Ruata
Dirección de arte (vestuario y escenografía): Ariel Merlo
Dirección General: David Piccotto