Por Luciano Debanne.
Si pudiera mi poema ser plegaria y ser oída
hablaría de los montes, de las risas, de la vida,
contaría de las tardes con amigos y familia,
señalaría al perro, al árbol, a la luna,
al canto del pájaro en su pluma,
al café de la mañana
y al cachorro durmiendo todavía su ternura,
mientras el amor riega en los jardines la dulzura.
Sería mi poema, canto desvelado,
escondería sus miedos, sus dolores, sus llantos,
bajo el manto de lo vivo, de la lumbre, de lo mágico.
No para negarlos, no.
Sino para que no brillen tanto:
para que no sea su fuego triste
la caldera de mi canto.
Si pudiera mi poema ser plegaria pediría
que sea mañana fresca el devenir de los días.
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