
Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
Chavela de la tierra enfurecida,
madre santa de la noche y el dolor,
guardiana de los ponchos y el tequila,
patrona de alas de tabaco en flor.
Chavela de la gloria y del infierno,
compañera del amor y el desamor,
de la muerte demorada en los mesones,
de los ángeles que brindan en tu honor.
Chavela de rancheras y boleros,
de amarguras bendecidas con tu voz,
de menguantes de la luna en tu mirada,
de lloronas que se ríen de tu adiós.
Chavela de guitarras en el cielo,
de soledad que nos ha dado tanto,
sabrán los dioses proteger el vuelo,
la sangre y la memoria de tu canto.