Con permiso
Nuestros malditos días moribundos
La presunción de una llovizna gris para subrayar el invierno. El código indescifrable de las patentes de los autos. La resistencia clorofílica de un árbol rodeada de cemento y alquitrán.
Por Luciano Debanne.
La borra del café y su enigmático mensaje
La magia de colores de las luces del centro comercial.
Un señor que abre un paquete con la ansiedad de un niño frente a un regalo.
Las líneas amarillas y flechas en los pisos que arriesgan una regla más que nadie quiere cumplir.
El código indescifrable de las patentes de los autos.
La presunción de una llovizna gris para subrayar el invierno.
La asfixia algodonada y gentil del barbijo.
Las promociones dibujadas en tizas de los bares y los kioscos que forman parejas de alimentos bajo un mismo precio y un mismo color.
El andar tintineante de las mozas y sus bandejas.
La resistencia clorofílica de un árbol rodeada de cemento y alquitrán.
Nuestros malditos días moribundos que nunca se quedan y siempre se van, huérfanas de tiempo nuestras vidas y las demás.
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Una previa que estalla más adelante, un cansancio silente, el antes de lo que va a pasar. Sin embargo, y como siempre, la vida en marcha: alguien da batalla, alguien se hace respetar, alguien lucha por su libertad.
El alboroto de los pájaros, los motores a lo lejos, el vaivén de las hojas movidas por el viento, los gatos de la noche retirándose, la llegada de los perros. El sol saliendo como marco silencioso y eterno.
Pobrecito dios, que nunca le soplaron las rodillas peladas, ni lo peinaron, ni lo vistieron con abrigo de más, ni le dijeron "cuidado" con ese miedo reto advertencia brava te voy a cascar.