Por Luciano Debanne.
¿Viste que hay cosas que empiezan después?
Capaz porque el mundo anda más allá de los prospectos y los almanaques dibujados vaya uno a saber cuándo, vaya uno a saber por qué.
Las cosas y su ritmo, pavor de planificaciones de excel e instituciones con varias jerarquías puestas en orden simétrico de acá hasta muy arriba y después, con suerte, de nuevo para acá.
Las cosas y su ritmo, con sus comienzos cruzados y sus finales inesperados, con sus avatares de golpe y porrazo, con sus imprevisibles como principal previsibilidad.
Hay semanas que empiezan un martes, años que inician en abril, actividades que están en las últimas incluso antes de largar.
Hay perpetuidades hechas de puro presente e insignificancias que tienen tanto cuerpo que terminan por perdurar.
Hay escollos que son el camino mismo, y tanta cosa puesta en intentarlos tapar.
Las cosas y su ritmo, tanto que a veces empiezan muy después.
Y así nomás es la cosa, así es como es.
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El horizonte arde
Sendas que aún se ven. Pastos oscuros. Paisajes que tienen la calma muerta de después de la furia enardecida.
Preludio de la lluvia
Todo a punto de estallar. Como estalla el llanto contenido, o la furia sin regreso, o la última coda de la depresión. Como estalla la semilla en brote y el pimpollo en flor.
