
Por Garba.
En un día como hoy asesinaron a Cicerón.
Un pensador que decía cosas como esta: «De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error.»
Lo decía hace como dos mil setecientos años y quizás por eso lo asesinaron.
Me gustaba quedarme en la Biblioteca del Palacio Pizurno leyendo libros antiguos, y así, entre Plotino y sus Enéadas di con él, muerto, claro, antes de Cristo.
En el recinto, un señor diminuto siempre vestido de fajina, aparecía acomodándose los lentes desde el fondo de un pasillo de libros y hacia allá volvía a perderse cuando le pedías este tipo de lecturas.
Eran los libros que no se podían sacar ni copiar por su antigüedad y estado, sólo leerlos allí.
Eso me dio una costumbre que agradezco: detener el tiempo, ocupar un pupitre, levantarme a pedir otro libro, en el camino volver con dos y así hasta la hora de cerrar.
Éramos muy poca gente la que circulábamos por la Biblioteca del Maestro.
Nos saludábamos en silencio con un ademán.
Con el tiempo logré adivinar, en los gestos del bibliotecario, algo parecido a la alegría cuando me veía llegar, tan sapo de qué pozo, cargada de rollos de papel o vestuarios extravagantes.
¿Qué buscamos hoy?
Alguien que una vez fue a buscarme, llegó temprano y entró.
Se quedó mirándome largo rato hasta que, al levantar la vista, le vi sonriendo a dos mesas de distancia.
«Siempre creí que eras de una familia adinerada por tu mundo de palabras, hasta hoy que, al verte tan cómoda y solitaria acá metida, me doy cuenta de que sos hija de los libros.»
Las vueltas del almanaque, su nacimiento comparte efeméride con la muerte de Cicerón.
«Esperemos lo que deseamos, pero soportemos lo que acontezca.»
Otra de las frases del bueno de Cicerón que parece volver hoy para darnos consuelo.