Por Luciano Debanne.
Enrolen una briza de otoño y salgan al sol de la primera siesta a sonreír.
Miren cómo afuera el mundo gira, mata, llora, come, anda, sueña, despide, vomita, aturde, olvida, castiga, ama y sigue.
Miren cómo pasa el tiempo entre sus manos y se despeña por sus huesos hasta el suelo.
Miren cómo la vida transcurre del cielo a la tierra a través de sus carnes y pelos y uñas y sangre roja…
Préstenle una sonrisa para que se agarre, un ratito, y se hamaque, antes de caer.
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Por arriba
La cosa es no seguir la trama que propone el laberinto, sino salir volando desde donde quiera que hayamos quedado, donde quiera que estés.
Esa persistente resurrección
Aunque los imperios se empecinen en matar, aunque esté poblado de cruces el mundo, aunque se laven las manos quienes debían ayudar, aunque parezca imposible.
