» Guadalupe Gómez – Chacho Marzetti – Mingui Ingaramo redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

La radio suele quedar encendida de noche. Pasadas las once, el Vagabundo de las Estrellas inicia el teatro mágico saludando, nombrando a sus compañeros y anunciando alguna cosa antes de recorrer versos y párrafos como nadie lo ha hecho y quién sabe si lo hará.

Esta semana, esa alguna cosa tiene que ver con una emisión especial del programa de Radio Nacional Córdoba, junto a Guadalupe Gómez y Mingui Ingaramo.

Por las rendijas del anuncio volvieron imágenes de otras ceremonias: una voz de mujer entonando maravillas en español, en portugués, en inglés; una voz de Jorge «Chacho» Marzetti -el Chacho, así, ya sin comillas- recorriendo poesías a la luz de una pequeña lámpara, sobre una pequeña mesa; una silueta de Pianista con mayúscula regalando acordes y melodías.

Y volvieron las ganas de convocar, de compartir y celebrar una nueva reunión de artistas admirados.

Chacho Marzetti – «Lluvia» (Raúl González Tuñón)

Y entonces aparecieron estas palabras, que dicen todo.

Invitación

Encontrarse en los bordes dónde la poesía se vuelve melodía que acaricia con dulzura, que estalla como el océano. Encontrarse en los bordes dónde la música se abre como una palabra que frota y enciende al universo.
Encontrarse poemas de Marosa de Giorgio, Marina Yucsuck, Octavio Paz, Castilla, Houllebeck, Boccanera, con músicas de Mingui Ingaramo, Spinetta, Quique Sinesi, Jobim, Víctor Jara, Guadalupe Gómez.
Encontrarse en la radio, para quienes quieran acompañarnos, en el centro de una ciudad, al centro de un país, al sur del mundo.

Mingui Ingaramo – «Las Palabras»

Luego de agradecer y de proponer unas palabras sobre el encuentro, sus orígenes y emociones compartidas, para publicar en este espacio -es decir este mismo, acá y ahora- como invitación a escuchar El Vagabundo de las Estrellas, apareció esto. Qué decir… Nada más que Gracias con G de Guadalupe Gómez, de Gratitud, de esa palabra nuestra, Grossitud, que quiere decir Grandeza, pero también Generosidad.

Guadalupe Gómez sobre «Música y Poesía». Nueva invitación.

La primera vez fue un 30 de octubre en un bar que ya no existe. Se llamaba Ojo de Brujo. Esa noche era el cumpleaños de Jorge. Comimos torta de crema. Yo tenía un vestido azul. Otra vez era invierno, en Anizacate. Hacía muchísimo frío.

Después de probar sonido nos fuimos al auto de Mingui, tomamos vino en vasitos de plástico y escuchamos “Terra Brasilis” de Jobim…

En Agua de Oro, la puerta que comunicaba el bar con la cocina chirriaba como una trompeta desafinada cada vez que la abrían. En medio de la Yourcenar: “Mínima alma mía, tierna y flotante….”Jorge lanzó un atronador “¡Pongánle aceite a esa puerta!”

En un Cineteatro, un iluminador colgó una tela blanca atrás de nosotros, y atrás de la tela puso una maceta con un helecho gigante, y atrás del helecho, un ventilador a toda velocidad. Parecía que estábamos los tres adentro de un cuadro japonés, en un bosque de bambú que se mecía con el viento…

Pasaron muchas noches, muchos lugares, mucho tiempo. Nos hicimos amigos. Compartimos y disfrutamos el arte de cada uno, la vida de cada uno, juntos y separados. Escribo y recuerdo y sé que lo que quiero decir es otra cosa. Pero no sé cómo decirla. Porque cada vez que nos encontramos los tres, los tres queremos decir otra cosa. Entonces cabalgamos sobre las palabras y sobre las melodías, las anudamos, las desatamos, las ofrecemos, las perdemos, vamos con dos manos, con la voz, con los ojos cerrados al desesperado encuentro de otra cosa. Intentamos abrir adentro nuestro el río más secreto, el más tranquilo, el más doliente, el más hermoso, lo seguimos, nos tropezamos, nos ahogamos y volvemos a respirar en la esquina de un verso, en la reverberación de un acorde. En el destello final de una nota.

Los tres sabemos que se trata de otra cosa. Somos humildes evocadores. Y aquellos que nos han acompañado cada vez, tal vez lo hayan sabido también. Tal vez hayan abierto sus ríos, hayan hecho sus ofrendas. Y así he sentido, cada vez, que todos podemos ser un único jinete. Una sola criatura buscando en la noche. Una pregunta lanzada a las estrellas. Una estrella, una flor, un río.

Este miércoles volvemos a encontrarnos. Voy preparando mis amuletos, mi corazón y mi voz. Y voy levantando mis plegarias y mis convocatorias. Lo que buscábamos otras veces, sucedió. Ojalá el miércoles suceda de nuevo.

Tenemos una ventaja, ellos son dos magos.