» Lindo Caramelo en escena. redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Foto: Federico Galara.

Dos artistas de Córdoba deciden una forma única de hacer música en vivo, con un vestuario que no se parece a nada dentro de la escena local, una lista de temas de amor y desamor, y un modo de interpretar que desde la primera presentación ha generado la suficiente repercusión, de boca en boca, como para llenar las instalaciones de Alta Gracia Bar y Comedia.

Este domingo, vuelven al ruedo. Para quienes aún no conozcan de qué se trata Lindo Caramelo, aquí un ida y vuelta con Pedro Ferreyra, una de sus mitades.

¿Cómo se conocieron con Martín Rena?

Al Martín lo conocí en la calle. El loco andaba cantando unos boleros. Luego nos fuimos encontrando en casualidades festivas.

¿Te acordás en qué calle?

En la Rivera Indarte, frente al MUMU. En realidad, yo conocía a las chicas que tocaban con él. Como vivo ahí cerca, por ahí le ofrezco a los músicos ir a casa a comer algo o si tienen que ir al baño… Y lo invité. Pero la verdad, no me acuerdo cómo terminé en su casa ensayando, al año siguiente de ese encuentro.

¿Cuánto hace de esto?

Unos dos años. Martín me convocó para empezar a laburar las canciones de una obra de teatro. Bueno, ese trabajo terminó convirtiéndose en Lindo Caramelo.

¿De dónde viene el nombre?

Ya existía cuando llegué. Supongo que hace referencia a un lindo caramelo de limón. Algo que promete dulzura, pero…

¿Cómo es tu historia con los boleros?

El bolero es una música bellísima. Pasa que cuando uno escucha la palabra «bolero» se va a esos estereotipos donde los chabones se visten con una ropita de peón de estancia, creyendo que se visten de época para cantar un sancocho horrible e iconoclasta.

A mí se me viene otra cosa. Los boleros de Chico Novarro por ejemplo.

Chico Novarro tiene unos boleros impresionantes. Para mí hubo un antes y un después cuando escuché unos discos de Pablo Milanés. ¡Los Filin! Pero yéndome a los clásicos, me quedo con algunas versiones de Pedro Infante por ejemplo.

Hay de donde sacar, ¿no? ¿Te acordás de la primera presentación?

Fue en la Fábrica, a mediados de 2013. No me la olvido más. Estuvo ajetreado. Estaba poniéndome el vestuario y no sé qué pasó con la camisa. ¡Se achicó! Le faltaban como diez centímetros para cerrar. Bueno, la cosa que Gabriela Cavallone, nuestra vestuarista, justo estaba con la máquina de coser en el auto. Nos salvó las papas. Por eso al principio tenemos la oración a Santa Gabriela, patrona de los vestuaristas.

Te acordarás de la reacción del público…

Hubo muy buena reacción. Estaba lleno de gente y se fue contenta con el espectáculo, cosa que por suerte se viene dando hasta ahora. Siempre se queda gente afuera.

El repertorio incluye de todo.

Correcto. Tenemos muy poquitas cosas originales. Pasa que por ahí se da una suerte de reinterpretación de esas músicas, dando guiños sutiles al espectador.

¿La gente pide cosas?

La gente pide cada cosa… Básicamente pide que se la reprograme en el tema de los idilios amorosos. ¡Pide a gritos no sufrir!

Con lo lindo que es sufrir…

¡La gente parece pedir que su vida no se vuelva una telenovela venezolana! En realidad, me parece que es el público el encargado de dar ese toque de dramatismo, que de alguna manera complementa el espectáculo.

Lindo Caramelo.

¿Las últimas presentaciones fueron en Alta Gracia no?

Sí. Decidimos Alta Gracia por muchos motivos, artísticos y de logística. Es uno de los pocos lugares donde se trata bien al artista. Hablo de esos detalles que son importantes en los momentos previos a subir al escenario. Entienden lo que uno pide, y entienden el por qué. Hay otros lugares que tienen sus pros y sus contras, pero si me das a elegir, vuelvo a Alta Gracia. Estuve tocando en lugares donde no ganaba un mango pero volvía por el simple hecho del buen trato. Hay lugares donde labura gente que se siente con el poder de diagramar, de ser dueños… Una triste condición… Si el artista no se da cuenta de eso, estamos en el horno. Observo que por ahí, el músico en general está acostumbrado al maltrato. Tienen que cambiar esas cuestiones.

La invitación habla de humor negro. ¿Por dónde pasa en el espectáculo?

¡Creo que sucede más del lado del público! En realidad, hay momentos de humor, pero también tenemos momentos bien seriotes.

¿Con qué nos vamos a encontrar este domingo?

Con un recital de amor… Pero no tanto.

Sólo agregar que Lindo Caramelo sorprende en cada una de sus presentaciones y que no hay mejores espectáculos que aquellos que crecen desde el boca en boca de quienes ya lo disfrutaron y lo recomiendan. Un dato adicional: en Alta Gracia se come muy bien, a un precio accesible. ¡Bingo!