En la previa del recital

Entrevista a Martín Ellena

12-06-2015 / Agenda, Entrevistas
Etiquetas: ,

Este sábado 13 de junio, los Toch vuelven al Vecindario para compartir sus grandes canciones. Quisimos charlar con uno de ellos y recibimos la mejor predisposición. La conversación es larga como la admiración por la banda, y natural, como los duraznos. Un resumen de la vida de nuestro bandoneonista más querido, antes del concierto.


Entrevista a Martín Ellena

Por | redaccion351@gmail.com

Mensaje de texto a Martín Ellena:

-¡Hola loco! Ante todo , feliz cumple atrasado ja. Che, tengo ganas de hacerte una entrevista por el recital de mañana. ¿Cómo la ves? Te puedo llamar cuando quieras o mandarte unas preguntas por mail. ¡Me gustaría bastantazo! Por ahí juntar a los tres se puede complicar pero además me gustaría charlar con vos que sos el no Toch de los Toch y al mismo tiempo no sé si no sos el más Toch de todos… El bandoneón es único en una banda de acá ¿no? Bue… ¡Ojalá se pueda! ¡Gracias!

Respuesta: De una papá! Llamame cuando quieras. Gracias por el saludo!

Llamada a Martín:

-¿Cómo andás Martín?

-Bien loco, acá estoy, cuidando a Lila. ¡Me hiciste cagar de risa con el mensaje!

-¿Podés charlar un ratito?

-Sí, no hay drama, más tarde voy a ensayar así que todo bien.

-Bueno loco mirá, anduve buscando alguna entrevista tuya en internet como para saber algo de vos aparte de lo que ya conozco, y casi que no encuentro nada, así que anoté un par de preguntas que te las puedo formular en este mismísimo momento arrancando por el bandoneón.

-Meta.

-¿De dónde viene tu relación con este instrumento?

-Mirá, el primer acercamiento que tuve fue como a los 16 años. De niño estudié flauta traversa. Así como un día dije “quiero tocar la flauta” y no paré hasta aprender, con el bandoneón me pasó lo mismo pero de más grande. Así que empecé a averiguar. Me prestaron uno durante mucho tiempo y así arranqué. Pero me alejé al toque… Empecé a tocar y dije “¡uy esto es difilazo!”

-¡Como Juan Carlos Pelotudo! ¡Es un portero eléctrico!

-¡Claro! ¡Ni más ni menos! Entonces medio que lo abandoné, hice un par de viajes por intercambio, anduve por Alemania y bueno, al volver empecé de nuevo. Tomé clases particulares muy puntuales, pero casi que empecé a aprender solo. Ya había estudiado armonía y demás. Tenía nociones musicales. Cuando era chico hice el ciclo básico en La Colmena y como todavía no tenía edad para entrar al ciclo superior, anduve boyando con profes particulares…. Pero con el bandoneón la cosa no arrancó hace mucho. De hecho cuando empecé a tocar con los Toch yo seguía diciendo que era flautista. Pero bueno, ya hace ocho años que estoy con ellos. En todo este tiempo fui aprendiendo, mientras tocaba en la banda.

-¿Qué hacías antes de los Toch?

-Tenía una banda con Facundo Carrizo, un amigo guitarrista de San Juan. Estábamos empezando. La banda se llamaba Esqueje. Los temas eran todos instrumentales de viola y bandoneón. Teníamos poquitos temas. Justamente ahí nos conocimos con los Toch. Ellos me conocían como flautista. No me tenían con el bandoneón.

-¿Hay algo de eso para escuchar?

-Tengo unas maquetas. Pero no hay nada publicado. Te las paso si querés para que las escuchés, pero qué se yo, ponele: un tema es una cumbia, otro un vals… Como que ya venía con una onda así desde el bandoneón.

-Y por ahí te cruzaste con los Toch.

-Una noche caímos a tocar con Esqueje a Ona, un bar en Cofico, y estaba el Juampa, que también iba a tocar con Boa Noite. Hacían cosas de Djavan, de Lenine… Bueno, el Juampa me vio tocar los cuatro o cinco o temas que teníamos armados y a los tres días cayó a mi casa con el Pepone (Andrés Toch). Y ahí me dijeron: “Gordo, queremos que toqués con nosotros”. Y yo les dije “¡De una!”. Los locos me dicen “mirá, así como vos usás el bandoneón, ¡para la banda podría quedar tremendo!

-Ellos ya habían arrancado…

-¡Ellos ya habían grabado el primer disco! Ya tenían las nueve cumbias de “La Serranita”. Lo largaron a los poquitos días de que me fueron a buscar. Ya existían como banda, por eso se llama Toch, yo entré después digamos.

-Ahí ya estaba el Fede Seimandi.

-Claro, estaba Fedito y también tocaba Mariano Vélez. El Pablo Córdoba tocaba la percusión. ¡Éramos como seis! Fedito estaba siempre. Después nos fuimos a España y ahí cambiamos la formación. Juampa que tocaba la guitarra se puso a tocar el bajo porque Fedito se quedó acá.

-¿Estamos hablando del año…?

-Y eso fue en el 2007, 2008.

-Todo un tema ese viaje.

-Y sí. Fueron cinco años.

-¿Cómo se dio?

-Mirá, la banda ya tenía un año. Era un proyecto nuevo, la verdad que estábamos muy motivados. Y dijimos “vámonos de viaje”. Lo primero que salió fue Buenos Aires. Dijimos «vamos unos meses a tocar, a ver qué pasa.» Después pensamos en ir a San Pablo, que había un amigo… A los tres meses dijimos “Loco, ¿y si nos vamos a Madrid? El Juampa tenía una amiga y qué se yo, ¡empezamos a decir “Vamo a Madrid vamo a Madrid vamo a Madrid” y sacamos los pasajes y nos fuimos! Pero fuimos a ver qué onda. Yo ya estaba de novio con Georgi (compañera lectora y estimado lector: Georgi se pronuncia Shorshi o Yoryi, como guste), que ahora es la mamá de Lila. Bueno, nos fuimos los tres, la Georgi se quedó acá. Estuvimos seis meses. Osea, la loca se quedó acá esperando a ver si nosotros íbamos a volver o no, ¿viste? Un día la llamo y le digo “Georgi ni te saqués el pasaje, quedate que nos volvemos”, porque no nos salían cosas, no ganábamos un mango, estaba difícil en serio… Justo esa semana vamos a tocar a un concierto, y antes de nosotros había una banda uruguaya que nos voló la cabeza. Nosotros andábamos sin casa, sin nada… Por eso nos volvíamos también, porque no podíamos encontrar un lugar… Bueno, los vemos a los uruguayos y los uruguayos nos ven a nosotros. Cuando terminamos de tocar, nos vienen a hablar y nos dicen “¡loco, lo que hacen ustedes está tremendo!” ¡Y nosotros le dijimos lo mismo! ¡Y ahí nos invitaron a tomar una cerveza y terminamos viviendo juntos! El pianista se fue a vivir con Pepone y Juampa y yo me fui a vivir con el guitarrista. Y el loco me dice “Gordo que tu novia venga a mi casa, que se quede acá.” Osea, yo lo conocía hacía una semana… Y ahí se fue la Georgi. ¡Y nos quedamos cinco años! Todo empezó ahí digamos.

-Y ahí andaban tocando los temas de «La Serranita» y algunos nuevos. ¡Me imagino que se habrán reído con más de una letra!

-Es que Toch es una banda que nació medio como en joda. Yo antes de Esqueje tocaba la flauta en una banda que se llamaba Piacere. Hacíamos una música más contemporánea, que componía un pianista. Juampa y Pepone tocaban en Palo y a la lonja, venían de otro palo, nada que ver. Cuando salió «La Serranita», los locos dijeron “es una cumbia, estamos hinchando las bolas, ¡pero mirá qué buena que está! Te cagabas de risa. Ninguno de los tres cantaba en ese momento…

-Y se dio. De Adolfo González Chávez y Oncativo a Madrid, pasando por «La Serranita». ¿Y qué pasó con la flauta?

-Bueno ahora en el disco, en el tema “Cóndor”, ahí grabé la flauta. Y viste que Juampa hizo muchas producciones en España. Bueno, ahí grabé flautas para un montón de gente.

«Cóndor» desde el público de Córdoba.

 

-Y además de la flauta y el bandoneón, en los últimos discos hay temas que cantás. ¿Cómo se dio eso?

-Bueno, hay temas que yo llevo a la banda casi terminados. Entonces quedan así, con mi voz, como cuando cae el Juampa con un tema de punta a punta y entonces lo canta él. Pero hay muchos temas en el disco que están hechos entre los tres. O hay temas que están hechos entre Juampa y yo y canta él… Mirá, cuando registramos los temas, siempre ponemos que son de los tres. Porque es así. Siempre hay alguien que interviene más, obviamente. “Punto ciego” se armó entre los tres. “El colectivo” lo traigo desde Esqueje, mi banda anterior.

-La letra de “Punto ciego” está buenísima.

-Bueno ahí tuvo que ver Rubén Rot, un artista español que nos voló la peluca a los tres. El loco se pone en su casa a grabar unos temazos que no podés creer y los sube a internet. Tiene un bandcamp que se llama Colorado no es un Cobarde. Bueno, nos hicimos muy amigos. Yo tenía un montonazo de letras con música y todo. Un día le digo “mirá Rubén, tengo este tema y no lo puedo ordenar” Y me ayudó a darle la forma. Me dijo “No Gordo, esto que pusiste acá no va, ponelo acá.” Y aportó frases también.

-La historia de “Viento de Chacarera”, del Gordo que entró al edificio y dijo “Qué olor a campo” es para morirse…

-¡Eso fue en Madrid! Fuimos a visitar a una novia del Pepone y cuando entramos al edificio, había una escalera de madera vieja, y como que el olor era ese viste? Una humedad… Y me salió “¡Qué olor a campo!” Y terminó en la canción…. Muchos temas nacen así. El “Catcho Farías” por ejemplo. Una mañana nos levantamos y me dice el Juampa: “Gordo, ¿viste la tapa de Marley esa de “Cath a Fire” que aparece Bob Marley con un cañazo?” Y yo que estaba desmayado del sueño le digo “¿Quién es Catcho Farías?” ¡Y de ahí salió el tema! Es así, de estar tocando todo el día salen cosas que te cagás de risa y terminan en canciones.

-¿Hay alguna canción que haya nacido desde el bandoneón?

-No… Pero por ejemplo, el bandoneón de “Cóndor” nació en el momento. No es que el tema nació desde el bandoneón, pero los tres fuimos construyendo el bandoneón de todo el tema. Se armó así. Diferente es “Famatina”, donde Juampa ya tenía la base, terminamos la letra entre los tres y después la tocamos.

-En el disco anterior, hay un solo de bandoneón en “De andar como ando”, que es Troilo directamente…

-Bueno, el bandoneón del otro disco está como en otro plano. Es diferente. En ese tema pasó algo muy loco. Me metí en una piecita, hice un solo y en un momento Juampa lo escucha y dice “Gordo, el solo que acabás de hacer es el solo del disco”… Mirá, el bandoneón en la banda no es una construcción mía. Es de los tres. Muchas veces sentimos que vamos por un camino nuevo y no tenemos muchas referencias. Si vos tocás la viola, tenés diez mil locos para sacar alguna cosa. En cambio con el bandoneón nos pasa que no encontramos algo que haya sonado así en una banda. Por ahí estamos armando un tema y el Pepone me dice “Por qué en esta parte no hacés así…” Y me hace un gesto con las manos como imaginando un ritmo ¿viste? Es un instrumento que explotamos los tres… Porque de alguna manera sostiene toda la armonía. Entonces lo pensamos mucho y al mismo tiempo lo vamos descubriendo.

«Ciudades» desde un estudio en Barcelona.

 

-En los dos discos hay como dos planos de canciones. Por un lado las que son para divertirse, y por otro las canciones que realmente emocionan. Pienso en “Sonidos de las ciudades” o “Cosas se han ido” o “Dónde ha de terminar”

-¿Sabés que nos pasó? El puntapié de las canciones en joda nos dio el puntapié para hacer esas otras canciones más en serio. Cuando vos querés decir algo en serio, tenés miedo de todo, de que se rían de lo que estás diciendo. Siempre pasa eso. Por ahí decimos “vamos a hacer un tema en serio, pero tratemos de que sea un temazo. Vamos a trabajar las letras y la música para que quede lo mejor que podamos”. Ésa fue la referencia para esas canciones. Ahora, “Cosas se han ido”, por ejemplo, es un tema que Juampa lo hizo en diez minutos. Nació en la sala de ensayo, que era un sótano en Carabanchel, un barrio bien de pueblo en Madrid. Fui a comprar el pan y volví y el Juampa con el bajo había hecho la armonía, la melodía y la letra… Fue como el tema más espontáneo. Un tema con mucha luz hecho en un subterráneo re tugurio que después el que lo escucha se arma otra historia, ¿no?

-Bueno por temas así, me parece que hoy la banda tiene verdaderos fans que no paran de crecer. Quiero decir: gente con la que uno se encuentra y te cuenta que tiene los temas de los Toch metidos en la vida. Y te canta los temas de punta a punta y no se pierden un recital.

-Mirá, nos pasó algo muy loco. Cada vez que tocamos están todos los amigos por ejemplo. Viste que por ahí los amigos que están con vos todos los días, no se ponen a escucharte, porque justamente compartís otras cosas. Y nos pasa eso, que todos los amigos van a vernos. Para nosotros eso es muy zarpado, porque viste, le estuvimos poniendo un montón de laburo, un montón de huevo a las cosas y después vemos que mucha gente se identificó con eso y te da una alegría bárbara.

-Más vale… Ahora, crecer implica empezar a moverse cada vez más. ¿Hay viajes planeados?

-La semana que viene nos vamos de gira a Chile. Vamos con el Enano de la Huerta, de la productora Panza. Es algo a pulmón. Allá vamos a tocar con los chilenos Florida, que invitamos a tocar acá en Heras, en febrero pasado. Los locos tienen un club en Concepción, en Chile. La historia es tremenda. Ellos tenían una casa que se la quemaron y terminaron alquilando un club abandonado. Ahí mismo se mandaron un teatro, una sala de ensayo, una radio, un boliche, todo adentro del club. Tienen un movidón… Y son ellos los que nos llevan a Chile. Vamos a ponernos todas las pilas para ver qué pasa en otros lados. Este año queremos viajar. Queremos seguir tocando en Córdoba pero un poco más distanciados, y hacer conciertos lindos. Igual tocamos siempre, el otro día por ejemplo en San Vicente, para la radio comunitaria y la biblioteca popular. Después, en septiembre los Guauchos nos invitan a tocar y la idea es recorrer Formosa y Chaco. Hay otros viajes  pero todavía están en veremos.

-¿Hay algún recital que recuerdes más que otros? Para los que estamos abajo del escenario, el de la presentación de Amor Continental fue muy emocionante por ejemplo.

-Está difícil esa pregunta… El concierto de despedida de Madrid fue tremendo. Yo tengo otro trabajo, mi otra pasión digamos. Doy talleres de música para personas con discapacidad intelectual, en distintas fundaciones y en grupos particulares. Por ejemplo en El Vecindario doy uno donde van dieciseis pibes con discapacidad intelectual. Otro en Pozo del Tigre, camino a Jesús María. Otro en Oncativo. En Madrid con la Georgi fundamos el Cafeto Madrid. Cafeto es una organización sin fines de lucro de arte y discapacidad. Entonces, ese fue siempre mi segundo trabajo. Me pasó que en el Café La Palma, en el último concierto que dimos en España, estábamos por tocar y cayeron los chicos de las residencias donde dábamos los talleres. Teníamos ochenta alumnos. La Georgi es profe de educación especial. Siempre trabajamos juntos. Entonces empezaron a caer en traffics, desde las residencias, desde las afueras de Madrid. Locos en sillas de ruedas, viejitos, todos, a ver el concierto de despedida. Fue una locura… En todos los recitales pasan cosas lindas. Lo valoro un montón. La vuelta a Córdoba fue alucinante. Subieron todos los familiares de los chicos, la madre, la tía, la sobrina, la Georgi, todos los parientes…

-Me quedé pensando en los talleres. ¿Cómo es ese laburo?

-Hace catorce años que hago esos talleres. Cargo la guitarra en el auto y viajo donde tenga que ir. Lo que hago básicamente es cantar y hacerles hacer canciones a las personas que participan. En los últimos dos años por ejemplo habremos hecho cincuenta canciones con los pibes. Hay unos temazos, no sabés. Hay algunos por ejemplo que tienen una sola palabra porque la persona que los canta casi no habla… Lo que aprendí en los talleres no lo aprendí en otro lado. Es la música en el primer sentido…

-Joder… ¿Nunca pensaste en grabar algo de todo esto?

-Si tenés internet, poné “En la camioneta” en Bandcamp. Es un disco que hicimos en España antes de venirnos, con todos los que participaron en los talleres. Armamos un estudio de grabación donde los hicimos grabar y después con Juampa y con Juanele, nuestro socio mexicano, lo terminamos de armar. Después, acá en Oncativo está Lavardiente, que es una banda que ya tiene ocho años, no sabés cómo tocan. Es para ir a verlos y quedarse de cara. Están justamente armando un programa en el pueblo que se llama “Lavardiente invita a…” Y el primero es Toch. El mes que viene se va a filmar eso.

-¡Vamos a estar atentos! Mañana tocan en El Vecindario. La última vez se llenó de gente. ¿Alcanzás a ver las caras de los que van a verlos? Es algo que uno desde el público siempre se pregunta. ¿Qué sentirán los músicos cuando tocan y miran al público? En cualquier escala de concierto digo…

-De una. Los re ves… Mirá, con la banda nosotros descubrimos muchas cosas musicalmente. Tenemos un ritmo de ensayo que no es al pedo. Nosotros ensayamos como caballos porque después, cuando estás tocando, no tenés que andar pensando qué parte viene, ¿entendés? Sale solo. Eso te da el beneficio de tocar y disfrutar otras cosas como ver a la gente por ejemplo, de disfrutar el momento, de poder sentir otras cosas que querés transmitir. Los sentimientos por ahí son muy difíciles de manejar, porque te puede atrapar algo que te trajo la canción que estás tocando al punto de desarmarte… Por ejemplo, nos pasa con el Pepone cuando cantamos juntos “Cuando no esté”, que es un tema para nuestros viejos que fallecieron. Entonces vos tenés esa imagen y a lo mejor te sale un hilito de voz… Hay cosas que están hechas desde un sentimiento que después, cuando tocás en vivo, se complica. A lo mejor lo que suena no es tan prolijo, pero se transmiten otras cosas más intensas, con un espíritu que uno mismo percibe y se queda de cara, ¿me entendés?

-Y el que está escuchando recibió eso y capaz que si pifiaste una nota nadie se dio cuenta…

-Claro, pero eso lo aprendimos. El Juampa antes tocaba jazz y si erraba una nota capaz que estaba una semana lamentándose y hoy aprendimos que lo importante no somos nosotros. Lo importante es la música, que estemos conectados, que dejemos todo, que podamos hacerlo porque nos gustan los temas. Si a alguno de nosotros no nos gustara un tema de otro, no lo podríamos hacer. Por eso siempre estamos ayudándonos entre todos.

-¿Sabés que se nota? Me parece que por ahí pasa que son tan queridos…

-¿Sabés qué te quería decir también? Que con la banda todos descubrimos la música otra vez. Nosotros veníamos de estudiar, de un entorno donde a lo mejor ves un poco de competencia, ¿no? En una especie de carrera por la escalada heroica… Y nosotros también estábamos en esa. Estábamos metidos en el estudio de la música y nunca nos habíamos parado a pensar por qué la música, o cómo transmitir un sentimiento. Todo ese trabajo lo empezamos a hacer por primera vez con la banda. Se dio justo un momento muy especial en que los tres cambiamos musicalmente. Eso nos ayudó mucho a cambiar de instrumento. Yo venía de tocar la flauta en un nivel muchísimo más alto de lo que podía tocar el bandoneón. Cuando arranqué con el bandoneón tocada dos acordes. Entonces, lo primero que pensé es ¿por qué está bueno tocar dos acordes? ¿Por qué voy a hacer dos acordes durante cinco minutos y lo voy a disfrutar? Y así nos fue pasando a todos. Juampa con el bajo dijo ¿Por qué voy a hacer una nota larga y va a estar bueno hacer una nota larga? Y Pepone dijo “¿Por qué voy a hacer un groove siempre igual y va a estar bueno? Empezamos a probar y nos fuimos dando cuenta de por qué está bueno. De muchas cosas nos estamos dando cuenta recién ahora, pero todos tuvimos que cambiar la percepción de la música para armar la banda y sucedió todo en el mismo momento.

-Y eso que les pasó a ustedes, le puede estar pasando a varias bandas hoy en Córdoba. Quienes nos interesamos por lo que está sonando hoy, vemos algo de todo eso que contás en más de un proyecto y lo disfrutamos. ¿Alguna vez pensaron en hacer, por ejemplo, un tema de alguien de acá? ¿Sería una especie de confirmación no? Que los músicos que viven este tiempo se puedan interpretar.

-Vos sabés que nos juntamos muchísimo con los músicos de acá. De hecho antes de ayer estuvimos con el Chori Carazo, con la Caro Merlo, con la Gaby Beltramino y demás amigos. Y en esas reuniones tocamos temas de todos. Es algo que vamos a hacer, estamos en esa porque compartimos un montón con otros músicos, estamos todos en la misma.

-Bueno loco, capaz que nos vemos mañana. ¡Mil gracias por la charla!

-Dale loco, gracias a vos.

«Niña Rasta» con amigos, desde un patio estrellado.

Agendá:

Toch en concierto. 

Sábado 13 de junio – 21 horas. 

El Vecindario – Marcelo T. de Alvear 835.

Entrada: $50.