Por Violeta Brodsky | vbrodsky@redaccion351.com
Giralt, director y guionista, nació en Venado Tuerto. Luego de vivir varios años en Capital Federal, decidió refugiarse, junto a su pareja, en una vivienda de la provincia con amplios ventanales, desde donde se observan profundos jardines y extensas arboledas. Este ambiente le sirvió de escenografía para contar una historia que, si bien no es autobiográfica, presenta detalles o pequeñas sutilezas sacadas de sus experiencias personales.“El matrimonio de ‘Antes del estreno’ surge como modo de exorcizar determinadas cosas que yo estaba viviendo en ese momento”.
«Antes de estreno» cuenta la historia de una pareja de artistas que vive fuera de la ciudad y enfrenta un fin de semana decisivo. Juana (protagonizada por Erica Rivas) es una actriz popular y alcohólica que estrena una obra importante en un teatro público. Román (Nahuel Mutti), su pareja, es un director de cine que está en pleno bloqueo creativo y que busca temas e inspiración para su próxima película. Lili, la hija de ambos (Miranda De La Serna, hija de Erica y del actor Rodrigo De La Serna) es el espejo donde se reflejan sus frustraciones y alegrías.
Luego de una criticada «Toda la gente sola», Santiago emprende, en septiembre de 2009, este nuevo proyecto. “Fue una etapa en que me fui muy para adentro, a explorar, porque no sabía cómo seguir hasta que decidí hacer una película más doméstica y más cerrada. Busqué a Erica y a Nahuel, nos juntamos a ver ‘Opening Night’”. De la energía de ese encuentro surgen los primeros diálogos.
Contanos del proceso del guion
Lo escribí en el silencio de mi casa. Ya tenía la energía de los actores comprometida con la película sin que supieran exactamente de qué iba a ir. Rápidamente definí que la historia iba a contar sobre un director de cine y una actriz. La hija apareció para bajar a tierra la neurosis tan egocéntrica de los personajes.
Tu entrada al mundo del cine fue como guionista. ¿Como fue el traspaso de escritor a director?
Yo no quería dirigir, en un principio. Después de varias experiencias, donde las películas no terminaban siendo como a mí me gustaban, empecé a darme cuenta de que me estaba ocultando en el rol de guionista pero que tenía una mirada a desarrollar como director. En las tres primeras películas había estado muy pegado a la idea de guionista, a un modo de narrar que tiene que ver con una narración más clásica y más basada en el guión. A partir de esta película, incorporé un mecanismo dramatúrgico de puesta en escena que después, a la hora de dirigir, me permitió lograr la experiencia cinematográfica en sí de la imagen y el sonido, que era algo que yo hasta ahora no me había permitido. Escribí caminatas, situaciones que me permitían no estar contando una acción dramática específica sino una pausa que me admitiera entrar y avanzar sobre la cosa más disfrutable y mas sensorial del cine, los colores, las imágenes, la música, el sonido interno y externo.
¿Ya habías trabajado con estos actores?
Con Erica había trabajado en «Toda la gente sola». Con Nahuel no, lo conocí en una reunión del barrio. La primera conversación fue bastante extraña porque no nos conocíamos, pero me había quedado la impresión de que era una persona sensible e interesante.
¿La construcción de los personajes se fue armando junto a los actores?
No. Escribí el guión y luego los actores me hicieron algunas observaciones. En el caso de Nahuel, estaba muy asustado por ver si podía llegar al desafío que la película le proponía. El personaje de Erica tiene muchos filos desagradables. Su principal preocupación era que el público no la quisiera. Parte del trabajo fue convencerla de que estas aristas son parte de la condición humana y que no iban a alejar al público de la actriz.
En su nuevo rol de director, Giralt tuvo que aprender a mirar todo con más detalle y relacionarse, desde otro lugar, con los técnicos que aportaban propuestas innovadoras para explorar durante el rodaje. Una vez presentada la película en Buenos Aires, el director decidió exhibirla en distintos puntos del interior, “un espacio en apariencia árido, y que es mucho mas fértil de lo que uno cree”.
¿Cuál es la diferencia entre el público de capital y el del interior?
El público de capital es muy difícil de convocar porque no hay una cultura armada, ni espacios como el Cineclub, donde se cultive un público. En Buenos Aires hay espacios muy cerrados, muy específicos o los cines comerciales que, en general, no apuntan al cine independiente. Siento que el público del interior es mucho más cálido.
¿A qué pensas que se debe este nuevo impulso en el cine argentino?
Yo tengo una contradicción. Siento que, por un lado, hay más producción; pero por otro lado hay mucho público que no va a ver cine argentino. Hay momentos en que ciertas películas hacen un efecto dominó sobre otras, pero después hay grandes baches. Fue un año difícil, no hubo tantas producciones de taquilla. Por momentos, el cine entra en las reglas del caos, siempre depende del momento y de las circunstancias. Mi metodología es producir y si en algún momento algo tiene éxito, bienvenido sea, pero lo que más me preocupa es producir. El éxito, en sentido estricto, no me determina. Pienso que si en algún momento tiene que pasar, será porque las coordenadas dieron para que eso suceda.