Por Luciano Debanne.
Si te jode su historia,
y te jode su gente,
y sus bosques te son del todo indiferentes,
y sus ríos, manglares, humedales y mares,
con sus miles de peces,
y sus montes, planicies,
sus aves, sus pumas, sus cuises y serpientes.
El aire que la cubre, la lluvia que la besa,
y los múltiples tesoros que esconde en su vientre.
Si no es su pasado,
y no es su presente.
¿Qué cosa es la Patria para estos indolentes?
¿O acaso será que somos para ellos,
que todo esto solo son, cosas que se venden?
Y entonces resulta que nuestro presidente,
quiere ser más bien un simple gerente,
de una tienda de saldos que vende alegremente
como mercancías, de vidriera en frente,
con un par de empleados que empacan y envuelven:
el aire, los mares, los cuises, los peces,
la lluvia que besa, su tierra y simiente,
su historia y trabajo, pasado y presente,
una tienda de saldos, que en oferta ofrece,
como mercancías a su propia gente.
Con un cartelito que dice: «SE VENDE»
(Y la democracia, que acaso ofrecen,
es que decidamos, voto transparente,
si ese cartelito es azul o verde.)
¿Y entonces, qué hacemos,
el pueblo, la gente,
que no es mercancía que en estanterías,
espera paciente?
¿Cómo sacudimos hasta que se caiga
este cartelito que han clavado fuerte,
a este cartelito y a estos gerentes?
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