Por Luciano Debanne.
Hay momentos en que todo es por sí o por no.
Aunque desde siempre mueren los pichones caídos de los nidos en las noches de tormenta.
Aunque siempre se amarillaron las fotos donde sonreíamos nuestra inocencia de niñez.
Aunque giran en la noria de la inequidad los pobres del mundo desde tiempos inmemoriales.
Aunque nunca se llegue al pie del arco iris que siempre queda más allá y más allá.
Hay momentos en que todo es un antes y un después.
Y las medias tintas esconden más de lo que muestran.
Aunque celebremos las complejidades.
Aunque detestemos lo dicotómico.
Aunque veamos la paleta de colores, su transición.
Hay momentos en que todo es por sí o por no.
Momentos en que la vida entera,
el futuro, la suerte, el coraje o la traición,
se resuelven en un acto simple pero definitorio.
Una respuesta, un hacer algo, un posición.
Y ahí nosotros enteros, en ese pequeño acto,
que para muestra un botón.
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Lo circunstancial
Está bien saber para dónde queremos ir, no arrancar para el otro lado sino para donde teníamos que arrancar. Pero, no hay utopía posible cuando lo que está al frente es puro final.
Cuando la casa está oscura
Cuando duermen como animales mansos las sillas y se pudren en silencio las frutas en el canasto de la cocina, y los espejos se vuelven líquidos, y te sentís los pies, las manos, los pulmones adentro, y el aire.
