
Por Luciano Debanne.
Deshilvanen las ideas hasta el corazón de las cosas.
Duerme ahí un origen primigenio, de simplicidad.
Hay una claridad que tintinea como un arroyo bailando sobre las piedras grises, y el fresco de la primera mañana.
Después la vida, y los avatares de ser entre muchos.
La necesidad nacida del hambre, y el frío, y la tos.
Pero, cada tanto, hacer el esfuerzo por volver al antes de todo.
No en un sentido del tiempo, porque ahí no hay origen, el infinito es para adelante y es para atrás.
Volver al antes de todo en el sentido de lo esencial.
Vean como flota en el aire, prístina, una verdad.