RUGBY Y EDUCACIÓN

Villa Libertador Rugby Club: una experiencia con hambre de gloria

14-11-2012 / Deportes
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Leonardo Bigi, presidente y fundador, y Matías Ferreyra, entrenador del club, nos cuentan los detalles de un proyecto que incluye un centenar de chicos y que se lleva a cabo día a día con el corazón.


Villa Libertador Rugby Club: una experiencia con hambre de gloria

Por | mapaolaza@redaccion351.com

Colaboración y producción audiovisual: Manuel Arias | marias@redaccion351.com

Sin lugar a dudas, la visión que tuvo Leonardo Bigi por octubre de 2008 estaba más llena de sueños e ideales que de concreciones. No tenía elementos para entrenar, no conocía dónde se podía practicar, no sabía qué iba a decir y fundamentalmente no sabía con quién se iba a encontrar. Era una idea loca, con un fin gigantesco: ayudar desde el rugby a los chicos con menos recursos.

Llegó al centro de Villa El Libertador, y sus pensamientos se cayeron a pedazos. No porque se sintió defraudado, sino todo lo contrario. Entre cuarenta y cincuenta chicos se encontraban reunidos en una cancha de fútbol regada de piedras y vidrios por doquier. “Doña Rosa” los había juntado.

El entrenamiento (si se puede decir que ese día fue un “entrenamiento” con todas las letras), fue difícil. Los chicos no prestaban mucha atención, estaban dispersos, correteaban por todos lados, se peleaban. La organización se hacía complicada. Leo no sabía si ellos se sentirían atraídos para continuar el proceso.

Pero llegó el “tercer tiempo”. Un punto de inflexión fundamental. Ese día, la merienda en lo de Doña Rosa cambió la perspectiva. Los chicos disfrutaron de la verdadera esencia del rugby: compañerismo, camaradería y unión. Y ese “disfrutar”, se trasladó a la intriga de conocer más sobre el deporte, de practicarlo, de profundizarlo día a día y de ser parte de un proyecto que, hoy en día, está creciendo e incluye a más de 150 chicos de todas las edades.

Y es así como comenzó todo. Un inicio con piedras en el camino. Pero no tantas como las que había en esa cancha de fútbol donde entrenaron por primera vez.

A continuación, Leonardo Bigi, Presidente de Villa Libertador Rugby Club, relata en una entrevista cuál es su relación con el deporte y con el barrio.

Sus comienzos en el rugby

Empecé con el rugby a la edad de seis años en el Club Universitario, gracias a mi abuelo que le dedicó toda su vida a este deporte. Pasé por todas las divisiones formativas y competitivas de la ‘U’, hasta que en 2004 me convertí en entrenador.

El inicio de Villa Libertador Rugby Club y los valores del rugby

En 2008 arrancamos con Villa Libertador Rugby tratando de llevar a cabo una experiencia que estaba catalogada, por el común de la sociedad, como una actividad que la podían realizar las clases socio-económicas más pudientes. Por el contrario, yo entendía que el rugby era (“es”) un deporte netamente inclusivo por naturaleza, porque podía jugar cualquier persona, de cualquier fisionomía y en cualquier posición del campo de juego. El gordo, el alto, el bajo, el flaco, todos tienen un lugar determinado en la cancha.

Y no solamente eso, sino que alienta el espíritu de la camaradería entre los clubes, el respeto a los árbitros y a los jugadores de los demás equipos. Nos da a entender que somos un grupo, hay sentimiento de equipo: si nos equivocamos, nos equivocamos todos y si acertamos, acertamos todos.

Educación, respeto y responsabilidad, ante todo

La única cuota social que cobramos acá es la libreta del colegio.

No les pedimos dinero ni nada por el estilo a los chicos. Lo único que realizamos es un control. A veces exhaustivo, en casos puntuales que lo requieran y, sino, tenemos controles periódicos para todos los chicos de la libreta escolar. Creemos que esa es la mejor forma que ellos tienen para retribuir lo que nosotros intentamos hacer, que es educarlos.

Trabajamos mancomunadamente con las escuelas zonales, no sólo de Villa Libertador sino también de Santa Isabel, Santa Rosa, Congreso, etc. Vienen chicos de distintos sectores, que están fallando en su actividad como alumnos, y que rápidamente revierten los malos hábitos escolares o los malos hábitos de vida, porque acá es condición sine qua non tener rectitud para con sus compañeros, para con el rival, para con todo lo que tiene que ver con las buenas prácticas deportivas. Y es algo que se va sumando de a poco y se va mejorando con el tiempo

Hay pibes que están muy desesperanzados. Más allá de las cuestiones económicas, creo que lo peor en una persona es la desesperanza, y muchos chicos que no encuentran una salida, acá ven que hay otras posibilidades. Ellos sienten que pueden ser valorados realmente en otros ámbitos y que tienen un lugar en el mundo que los hace felices, pero que también tienen responsabilidades para con eso.

Unión e igualdad

La relación de los chicos de Villa Libertador con los de los otros clubes por suerte es muy buena. Las nuevas generaciones son muchísimo más inteligentes que las pasadas, son mucho menos sectarios y bastante más abiertos; tienen otros criterios de tolerancia pero para bien. Yo veo que son amigos a través de las redes sociales de los chicos que viven en los countries, por ejemplo. Algunos hace más de 5 años que juegan y ya se conocen entre ellos, y se va generando un fuerte vínculo. Se crea una unión que generalmente en la sociedad se ve fragmentada por los distintos estratos socio-económicos. A través de este deporte, esos estratos se unifican.

Es un juego donde todos somos iguales.

Por supuesto que hay algunas diferencias, sobre todo en cuanto a las posibilidades de practicar el deporte de manera más competitiva, ya que nosotros también tenemos que hacer hincapié en el tema de la alimentación de los chicos y en actividades como el gimnasio; es decir, en aquellas cuestiones que por ahí sí requieren de asistencia, si se quiere económica, para poder desarrollarse como deportistas de elite.

El tercer tiempo

En el rugby entendemos que un partido es solamente eso. Se puede ganar o perder. No hay necesidad de agredir a un árbitro o a un rival ni de generar ningún episodio que opaque este deporte. Y para eso creo que el rugby ha adoptado la modalidad del tercer tiempo.
El tercer tiempo es un almuerzo o cena donde los jugadores de ambos equipos se juntan luego de la contienda deportiva. Los árbitros, jugadores, entrenadores y dirigentes de ambos clubes. Se intenta alentar el sentimiento de compromiso y compañerismo no sólo propio, sino también con el rival. Entender que sólo es un adversario dentro de la cancha y que no va mas allá de un juego.

Soñando a futuro

Villa Libertador Rugby Club me ha hecho un hombre feliz. Me ha completado. Me ha hecho una persona más responsable en todos mis actos y he entendido que siempre que, más allá de las personas o más allá de mi persona, esta experiencia va a triunfar cuando los chicos de Villa Libertador me pidan por favor que dé un paso al costado para que ellos sigan adelante con su club, que elijan sus autoridades, etcétera. Porque ahora esto es simplemente una escuelita de rugby que tiene más de 150 chicos, pero que en algún momento debiera ser, porqué no, un club añoso como muchos clubes de la ciudad de Córdoba.

Y para esto se debe continuar con un proceso. No alcanza con la experiencia que hace una persona en un momento determinado y después cuando no está se cae todo. Para eso estamos tratando de trabajar con los chicos para seguir un proceso de transferencia a futuro, sobre todo para los más grandes, que tienen que ir entendiendo que dentro de un tiempo esta experiencia la tienen que transformar en club.

A continuación, compartimos un video con las palabras de Matías Ferreyra, entrenador de Villa Libertador Rugby Club y capitán de la primera división del Club Universitario.