Por Ezequiel Gómez Castagno | egomezcastagno@redaccion351.com
Otra fecha más que pasa y de lo que menos se habla es del deporte más lindo del mundo, el fútbol. Ese juego que tanto nos apasiona y que nos hace olvidar de todo por 90 minutos está cada vez más contaminado por el poder, la codicia y el negocio que se genera a su alrededor. Y los máximos perjudicados, además de la hermosa esfera redonda que infla redes, son los hinchas. Ese hincha que espera ansioso que pase la semana para que juegue su equipo y junta hasta la última moneda para poder viajar a alentar a sus colores.
Ese hincha pasional, el que se emociona, el que se enoja, el que grita, el que putea, el que alienta sin importar si su equipo va ganando o perdiendo, el que siente orgullo de decir que es hincha de su club. Ese hincha que más allá de su pasión y locura por sus colores entiende de límites y sabe que esto es un juego en el cual se puede ganar, empatar o perder, que se puede salir campeón, jugar por nada o se puede descender simplemente porque ¡son las reglas del juego!
Ese mismo hincha que entiende que no querer al equipo rival es algo lógico y es parte del folclore del fútbol, pero que termina en eso, en el folclore, no pasa de una cargada, de un cántico o de una bandera. El hincha que tiene sentido común y sabe que una vida vale más que una rivalidad futbolística.
Hoy la violencia sigue ganando por goleada en el mundo futbolístico y el espectáculo deportivo queda cada vez más en segundo plano. Debido a la muerte de un hincha de Lanús en el encuentro frente a Estudiantes, se decidió que se jueguen las próximas dos fechas sin público visitante.
¿Es una solución para erradicar la violencia o es un parche provisorio ocasional para apaciguar el asunto?
Por desgracia, seguramente será un parche pasajero ya que solo faltan dos fechas para que culmine la temporada y el próximo torneo arrancará como si nada hubiera pasado, permitiendo el acceso de los hinchas visitantes. ¡Basta de soluciones provisorias! Si se tiene que parar el fútbol hasta que se sinceren todos los dirigentes, hasta que saquen a los que lucran con el fútbol de las tribunas, hasta que armen un plan serio y se trabaje para erradicar definitivamente la violencia, que lo paren. Paremos la pelota y metamos un cambio de frente. Basta de violencia. Basta de muertes. Evitemos que los negocios exterminen al deporte más lindo del mundo.
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