Por Ezequiel Gómez Castagno | egomezcastagno@redaccion351.com
Recopilación de material fotográfico y audiovisual: Ezequiel Gómez Castagno
¿Habrá imaginado ese grupo de amigos que ese domingo 19 de marzo de 1905 sería el comienzo de una interminable y adictiva pasión? En el patio de la casa de los Lascano, con Arturo Orgaz (de tan solo 14 años) a la cabeza, firmaban el acta de fundación del Club Atlético Belgrano.
¿Habrán pensado que su pequeño sueño se iba a tornar gigante y que iba a influir en la vida de una inmensa cantidad de personas? Seguramente no. Porque es imposible, sin antes conocerlo, palparlo, vivirlo o sentirlo, imaginar tanta locura, pasión y sentido de pertenencia por los colores.
Porque ser hincha de Belgrano es eso, pertenecer. Pertenecer al barrio, a la cultura, al club, a un estilo de vida. Porque el hincha vive en la vida como lo hace en la tribuna y como le pide a sus jugadores que lo hagan en el campo de juego. Con el corazón, a lo Belgrano.
Hoy el barco transita por las aguas calmas con un gran presente en lo deportivo y en lo institucional. Pero el celeste no se olvida de mirar hacia atrás. Pasaron descensos, una quiebra y el hincha siempre estuvo acompañando a su primer amor. Por eso no debe dejar de mirar hacia atrás al seguir avanzando, para no cometer los errores del pasado y para que el futuro sea aún más prometedor que el que el más optimista pueda imaginar.
Porque te llevó tu viejo al Gigante, te enamoraste a primera vista y ahora no ves las horas de que llegue el fin de semana para volver a tu casa. Sí, para el hincha de Belgrano el Gigante es su casa. Porque cada vez que bajás por Arturo Orgaz, te acordás cuando tu papá te llevaba en los hombros y vos veías todos esos gorritos celestes que se transformaban en una marea que te depositaba en tu tribuna. Ahora, tal vez, tenés la suerte de seguir yendo con él y no te alcanzan las palabras para agradecer que te haya dejado la herencia de compartir su pasión. Seguramente basta y sobra con el abrazo que le das cuando el equipo entra a la cancha o en el que se funden después de un gol. O tal vez tu viejo ya se fue y está alentando desde arriba, y vos seguro le pedís que desde allá te de una mano cuando el partido viene complicado.
Es ir por la vida un día cualquiera, a la hora que sea, sin importar el lugar y ponerte a cantar: “Nooooo se compara”, “vengo porque te quiero” o “que lo jugadores jueguen en la cancha como aliento yo, con el corazón”. Que te llame un amigo y pidas permiso en el laburo, metas carpeta médica, faltes al cole o a la facu porque pintó viajar a alentar al celeste. No importa contra quién, ni en qué cancha. No importa la altura del mes o en qué posición esté Belgrano en el campeonato. Vas a estar ahí porque el GPS de tu corazón te lleva hacia las tribunas que copan la primera barra. Y si no pudiste zafar o no te alcanzó el mango, vas a estar prendido en la radio esperando que el relator te transporte con la imaginación a ese lugar tan hermoso. Tu cuerpo va a estar pegado a la radio, pero tu alma y tu corazón van a estar con el pueblo de Alberdi alentando los 90 sin parar.
Porque no se explica, ni se entiende, solo se vive y se siente. Porque fue tu primer amor y lo llevás en el corazón. Porque la alegría se lleva en la piel. Porque es el barrio donde todo el año es carnaval. Porque no importan los porqués que se puedan enumerar, el club siempre estará presente. Salud pirata. Felices 108 años Club Atlético Belgrano.
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