Redacción | cultura@redaccion351.com

Un día, Dolo y Maju chaparon la guitarra y se fueron a veranear al Uruguay. A dedo, o más o menos. Tenían un billete, o más o menos. Y bueno, las noches estrelladas, el reflejo de la luna del Cabo Polonio en el mar, la guitarra inspirada, cuestión que lo que más o menos salió, y que alguien tuvo la insólita suerte de filmar, fue «Ríe chinito», una belleza que alguien un día subió a Internet y hoy resulta que explota la Sala de las Américas.

No hay muchas más canciones propias. Sí hay dos jóvenes, dos changas, dos minas, dos chinitas, dos muchachas, dos locas divinas, que cantan juntas y encantan. Las canciones tienen la desprolijidad de las flores silvestres desparramadas por ahí, al costado de los caminos donde se respira la sal del viento que viene del Atlántico.

Eso es todo. Eso es increíblemente todo.

Perota Chingó cierra su formación Martin Dacosta en percusión y Diego Cotelo en guitarra. 

Después de la lluvia, es un miércoles fresco, con el aire cristalino. Se ven las montañas como hace mucho no se veían. Se viene un atardecer anaranjadísimo por las vereditas de la ciudad universitaria. Al rato, Dolo y Maju en la Sala de las Américas.