» Jorge Drexler en Córdoba redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Foto: Thomas Canet.

¿Qué saben de nosotros los músicos que nos mejoran la vida? No saben nuestros nombres y apellidos; no saben dónde vivimos, qué discos de su obra nos gustan menos que otros. No tienen noticia de los que alguna vez se amargaron por no haber podido ir a verlos a un recital y cada vez que se acuerdan se vuelven a amargar. No dimensionan cuántos de nosotros los estamos escuchando, en cualquier momento del tiempo, mientras viajamos, lustramos los muebles o cocinamos alguna cosa…

¿Cómo pueden saber, cuando suben al escenario de una de las muchas ciudades de su gira, que muchos de los que ocupan las primeras filas y de los que se amontonan al fondo estuvieron esperando su presentación desde hace más tiempo del que pueden imaginar? ¿Imaginan que un arreglito de piano que eligieron para un tema menor del segundo o tercer disco surgió en la conversación de dos desconocidos como un diminuto gusto compartido y sembró la primera noche de una amistad que perdió la cuenta de las juntadas?

Camino al aeropuerto, al hotel o al recital, desviados hacia una callecita de barrio por el corte de una avenida o por los atajos mañosos de un viejo chofer, justo de paso por una plaza cuyas miradas recorrerán tal vez por única vez, ¿habrán pensado en la posible existencia de alguno de sus discos en el dispositivo del padre o la madre de la niña aquella que trepa el tobogán?

Estos artistas, pongamos por caso Jorge Drexler, ¿se pondrán a jugar con los posibles lugares de la casa donde miles de hombres y mujeres guardan en una cajita, como recuerdos hermosos, las entradas a sus recitales, junto a los tickets de otros amores que suenan en los mismos parlantes del comedor, del auto o de las orejas con o sin cables?

Nos quedemos con Drexler ya que estamos, porque además, llega este viernes a Córdoba, para alegría de muchísimos. Vendrá de Rosario, de Santa Fe, de Rancagua, de una gira que comparte canciones nuevas con miles de desconocidos felices. «Bailar en la cueva», su último disco, es otra lista de canciones que mejoran la vida.

Media mañana en la ciudad. Probabilidad de embotellamiento. ¿Qué sabe Drexler de ese nene que le hace caritas desde la ventanilla trasera del auto que también espera el semáforo en Monseñor Pablo Cabrera y Los Granaderos o en Sabattini y Sargento Cabral? No sabe que ese nene tampoco sabe que a): ese Señor al que le hace caritas se llama Jorge Drexler; b) su existencia arrodillada sobre el asiento para llegar a esa ventanilla trasera proviene, antes que de la desobediencia al pedido de ponerse el cinturón, del encuentro de sus padres en el festival Pueblo Mestizo, una noche en el Polideportivo General Paz, cuando ese Señor, solo con su guitarra y sólo con su guitarra, emocionó a una damita del Marqués que pedía otra y otra y otra desde un escalón de la tribuna del fondo, y él, Drexler, con sus bises, le acomodó el gusto para el lado del plomazo que tenía al lado, que justo empezó a hacerse el lindo; las amigas de la damita se fueron yendo, el plomazo mintió que estaba solo y parece que después de los besazos hubo otro encuentro, y otro, y otro, y la cosa se puso seria y de una mudanza al mismo departamento y de un encuentro de células apareció un delantal de guardería con flequillo que hace caritas desde la ventanilla trasera, a treinta centímetros de la madre que repite «el cinturón Joaquín» y pone primera para perderse uno de los recuerdos más lindos de su vida.

El último de Drexler llegó entre la renovación del contrato de alquiler, la operación de Uma después del parto en la veterinaria de otro Jorge, el bautismo del sobrino, el cambio de geriátrico, la tesis y el carnet de conducir. Los padres de Pueblo Mestizo se enteraron de «Bailar en la cueva» por la radio y desde que lo compraron, las canciones no se bajan del auto. No pensaron, la verdad, en las diferencias con «Amar la trama». Menos aún en relación a los discos anteriores. Es Drexler. Pareciera que alcanzan los momentos vividos cantando «Basta ver el reflejo de tus ojos en los míos…» o «Dos generaciones menos, dos generaciones más…» o «No hay rincón en esta casa que no te haga regresar…» o «Hay tantas cosas yo sólo preciso dos…» o «Varias primaveras atrás el viento cambió y una canción te trajo hasta aquí…»

La lluvia del domingo cambió el Super Park por una tarde de Joaquín en la casa de los abuelos y hay un par de horas para depilarse, acomodar los papeles que aún no se pueden digitalizar, desacomodar el acolchado y la ropa interior, volver la cama a su lugar y sentarse a tomar algo caliente y a ver videos. Así, los mestizos se enteran de que hubo algo entre «Amar la trama» y «Bailar en la cueva». Hubo «n«, un proyecto de canciones combinatorias, o «líquidas».

Ven este video y flashean.

Después, inevitablemente, siguen con este, y envidian a todos los presentes.

Las noches de mayo llegan cada día más temprano y hay que buscar a Joaquín, pero dale, un ratito más.

Vemos este y vamos.

Comentando sus últimas producciones, algunos artistas son un placer. Los conceptos que manejan, sus confesiones, sus comparaciones, le dan vueltas a una realidad que no necesita otra cosa que la música y las canciones que ahí están, todas hermosas, con sus historias de nacimiento y sus imágenes multiplicadas en rincones inciertos de domingo a la tarde que el planeta se guarda como un secreto de paz. La música que «enseña, sueña, duele, cura», es toda la razón. Hay por supuesto un proceso de difusión que respetar y algo habrá que decir en cada lugar que se visite. La idea del baile opera tal vez como tema central. De cualquier modo, vivimos en un continente que danza y quedan pocos artistas que aún no han visitado, por ejemplo, alguna variante de la cumbia. El último de Drexler tiene mucho que ver con Colombia y, verbigracia, después de escuchar «Bolivia» no queda mucho por agregar.

Podríamos jugar, desde su propias palabras, con una obra a modo de secuencia que transita canciones intelectuales/emocionales, luego canciones combinatorias o líquidas y ahora canciones físicas. Mejor hablar de canciones nuevas y hermosas y de invitados que podrían no aparecer pero, para mejor, aparecen: el Visitante de Calle 13, Bomba Estéreo, Ana Tijoux y Caetano Veloso.

Papelito en el imán de la heladera: «Comprar las entradas para Drexler. ¡Mañana mismo!» Tarea programada en el celular: «Drexler».

La última vez, Joaquín era muy chico y no pudieron ir a la presentación de «Amar la trama». Cómo les dolió. Pero esta vez sí. Joaquín se quedará con los abuelos y sus padres, los mestizos, llegarán al Quality para que Drexler les reacomode el gusto y vuelvan contentos con «Organdí» en los labios.

Anexo de último momento que nos pone aún más felices: la noche abrirá con la actuación de los Presenta Trío.