» Huayrapuca en La Fábrica redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Cuando tuvimos la oportunidad de difundir este concierto, allá por julio, en la Sala Mayor del Teatro del Libertador, tuvimos la certeza de recomendar un espectáculo musical sobresaliente en todos los aspectos, desde las ideas que le dieron origen, desde la inquietud por relatos que traman la memoria de un pueblo, hasta las composiciones que pueden nacer de ese cántaro inagotable cuando un gran músico toma las fuentes.

Sin haber visto y oído a «Huayrapuca, la madre del viento», lo recomendamos en julio, en una invitación que detallaba cada acto de la cantata y la lista de todos los artistas en escena. Proponer humildemente una presentación, sin conocerla, suele asumir márgenes de riesgo. Pero los nombres suelen acercar pronósticos infalibles. Si en los créditos aparece el maestro Héctor Tortosa en la composición, Silvia Herrero a cargo de Coral Agruparte, Alejandra Tortosa como solista y una línea de músicos conocidos y disfrutados en otras presentaciones, no hay forma de errar. Casi como pronosticar una tormenta cuando ya está lloviendo.

Pero además de recomendarlo, lo fuimos a ver, en julio, al San Martín. Teníamos el programa, los actos de la cantata, las alegorías celebradas en un relato que ahonda la relación del hombre con sus dioses. Y llegó la música. Las melodías de Huayrapuca. Un comentario al respecto. Las formas compositivas, en manos de un músico que ha logrado complejidades de las que felizmente no hay retorno, suelen encontrar espíritus diestros en desagregar una obra, advertir marcas, aciertos que mejoran, otra vez felizmente, la interpretación y el disfrute de una obra. A falta de méritos, limitándonos a la desvergüenza de proponer una observación desde la mera pasión por las músicas en tantas de sus expresiones, podemos esgrimir una adjetivación para las partituras de Tortosa. Huayrapuca es un momento de belleza que nos dura en la memoria a partir de las melodías que exalta el coro en cada fragmento. En los pasajes donde canta Alejandra, entre ritmos cambiantes, las melodías, no hay escapatoria, se nos quedan para siempre.

Mirá algunos fragmentos de Huayrapuca

Esta vez, los destellos de una obra imperdible se desparramarán entre un público cercano. Mucho más emocionante que escuchar a un gran coro, es escucharlo a poquitos metros de distancia. La cercanía permite esa ceremonia intimista de encontrar destellos en cada una de las voces, de seguir las manos de Silvia Herrero en su recorrido por los climas de la cantata.

Será una alternativa, de las mejores, para pensar la música como instrumento de emoción y paz, pero además, como el camino ideal para adentrarse en las visiones del mundo de una cultura tan recóndita como fascinante.