Rock Nacional

Vox Dei se presentó en Córdoba

8-06-2011 / Crónicas
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Vox Dei ofreció, en Refugio Guernica, un show para un público reducido de jóvenes y no tan jóvenes ansiosos por el desembarco de uno de los grupos fundadores de rock nacional argentino.


Vox Dei se presentó en Córdoba

Violeta Brodsky | vbrodsky@redaccion351.com

Fotos: Facundo Martínez | fmartinez@redaccion351.com

El pasado fin de semana se presentó nuevamente en Córdoba una de las bandas emblemáticas de rock nacional. La cita estaba pautada para las 11 y media de la noche, pues bandas cordobesas tocaron de teloneras disponiendo así el clima para una noche que se prometía inolvidable. Eran las 11 y 10 cuando la música ya estaba sonando con Testigo de Rock, grupo local.

Cerca de la 1 de la mañana, los integrantes de Wilson subieron al escenario para presentar lo suyo. De esta manera, Roberto Farías (guitarra), Paulo Tamashiro (batería), Nicolás Salas (armónica) y Richy Celis (bajo) arrancaron con Moto Vieja, Tiempo de Rock, Procrear, Máxima velocidad, Dama de cobra, entre otros temas.

Tiempo Perdido

A las 2 de la mañana, Tiempo Perdido comenzó con De muerte ciudad.  La banda liderada por Pablo Paz (en guitarra y voz), Juan Villar (guitarra) y Julio Villar (bajo y coros) cosecharon calurosos aplausos y tomaron fuerza para su segundo tema, Cuerpos Caídos, un homenaje a combatientes de Malvinas. El juego musical se hizo presente: la batería resonaba al compás de una marcha militar y las luces se encendían y apagaban al ritmo de los instrumentos. Luego tocaron Cayendo, El tipo que viaja y finalizaron con Somos pocos. Paradójicamente, éramos pocos en el público pero cada banda presentada tenía fieles seguidores que coreaban y bailaban sus canciones .

El "Gato" soleando para Tiempo Perdido

Vox Dei

Vox Dei es una banda argentina de rock progresivo, procedente de Quilmes (Gran Buenos Aires) y activa desde 1967. El grupo se formó alrededor del año 1967, con Ricardo Soule y Willy Quiroga bajo el nombre de Mach 4, cuyo repertorio estaba integrado por temas como de The Beatles, The Rolling Stones, The Kniks y The Byrds.

Sus primeros simples, ya como Vox Dei fueron Azúcar amarga, Quiero ser y Presente. Luego, se concentraron en la gran obra conceptual que vería la luz en febrero de 1971. La Biblia marcó todo un hito en la historia del rock nacional y se convirtió en la máxima creación de la banda en toda su carrera. En el 2002, Willy Quiroga (bajo y voz) y Rubén Basoalto (batería) rearmaron nuevamente el grupo, junto a Carlos Gardellini en guitarras. Tras la muerte de Rubén Basoalto, en el 2010, se sumó Simón Quiroga, sobrino directo del cantante.

Willy luciendo un conveniente crucifijo

A cuarenta años del disco La Biblia, Vox Dei salió a escena entusiasmado por los aplausos ansiosos del público. Como era de esperarse, Willy recordó a su compañero fallecido Rubén Basoalto: “Cada vez que subimos al escenario, Rubén esta acá”. Así, pasadas las 2 y media de la madrugada, se dio comienzo a un  show de  menos de una hora.

Willy Quiroga ya pisa los 70 pero su voz intacta no delata el paso de los años. Con un inconfundible look rockero se animó a los agudos que hicieron vibrar el lugar y cargaron de energía a un público que pedía más. “Este tema nos costó sangre, sudor y lágrimas”, comentó el cantante para dar comienzo al conocido Ritmo y Blues con armónica y continuar, más tarde, con La verdadera historia de Sam, el montañés.

Willy Quiroga en los estertores del recital
Sin que decaiga esa energía que rondaba el lugar, Quiroga presentó Ahora es el preciso instante, tema que compuso hace muchos años y que conlleva un mensaje esperanzador. “Hay mil cosas que realizar/ y el momento nunca llega/ ahora es el preciso instante (…) quiero ser libre y pensar en paz”.

Ante un imprevisto del boliche, Willy anunció que el show debía acabar. El próximo tema fue Es una nube, no hay duda para luego dar pie al tan esperado Génesis, parte de La Biblia.

Los instrumentistas hicieron lo suyo: Gardellini  le puso voz y gestos a su guitarra y Simón Quiroga demostró, con agilidad, sus dotes para la batería.

Cerca de las 3 y media, se despidieron con Las guerras, otra de las partes de la renombrada obra conceptual. Se fueron sin ganas de irse, con un público que exigía más. La promesa de un “hasta la próxima” no bastó para consolar a los seguidores.  Los ocho temas interpretados afianzaron el compromiso de la banda con su gente, banda que busca ser más que un recuerdo en el rock nacional. Ni los años, ni la muerte, ni las circunstancias políticas, sociales ni económicas pudieron romper ese contrato implícito que se renueva en cada nuevo encuentro a lo largo de cuarenta años.