
Por Rodrigo Pérez | rodrigoperez975@gmail.com
Emocionante. La banda poderosa, estética, natural y ajustada, todo al mismo tiempo. Los momentos en los que Ramiro González cantó solo con su guitarra y en los que compartió sus recitados fueron intensamente conmovedores.
En diferentes momentos, honró a su madre, le cantó a los ciclos vitales del agua y evocó lo sagrado del amor con «Poquito».
Nacho Apella grooveó chacareras y logró transmitir el placer que le provoca el toque de su bajo. El «Bombón» Albera voló en el solo de «Vidala sobre Vidala» aparte de intervenir, embellecer y personalizar con sutilezas ritmos y melodías ancestrales. El bombo de Diego Galeasi late, nos hace sentir viv@s siempre.
Sayi Paris con el arte y sus dibujos en vivo, Nathalie Oger en la escenografía y en los colores de la iluminación, Martín Bergallo impecable en el sonido y Guido Gironelli en la producción.
Esuvimos donde debíamos estar. Gracias por tanto a todo el equipo. Ramiro González es un artista íntegro, coherente, virtuoso, generoso, necesario, imprescindible.