Teatro

Se presentó Master Class en Córdoba

16-10-2012 / Crónicas
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Norma Aleandro impartió su Master Class de cuatro funciones a sala llena en la Ciudad de las Artes. Crónica de una artista que supo recrearse con la misma obra 15 años después y continúa sorprendiendo.


Se presentó Master Class en Córdoba

Por | vbrodsky@redaccion351.com

Fotos: Bárbara Brodsky

En el ocaso de su carrera artística, María Callas decide impartir clases magistrales en el Juilliard School de Nueva York, en donde ofrecerá severas recetas de cómo apoderarse del escenario, qué posturas utilizar, qué sentimientos poner en cuestión, cómo “subyugarse a la música” y de qué forma manejar la voz, voz que Callas perdió en menos de 10 años por imprudencias personales que le generarán angustia y resentimiento a lo largo de la obra.

Se presenta al escenario una Callas de carácter que invoca disciplina y coraje, “disfruta de herir susceptibilidades” de sus alumnos y de defenestrarlos con sus críticas. No se trata, pues, de un homenaje a María Callas, sino de un fragmento de ciertas vicisitudes de su vida en un enfoque con aspectos biográficos concretos.

Con una escenografía austera (piano, mesa y sillas) y las luces aún encendidas ingresa Norma Aleandro a escena y genera una ovación del público, ovación que la actriz, ya en el rol de María Callas, intentará aplacar. “Nada de aplausos, hemos venido aquí a trabajar. Esto es una clase magistral”.

Vestida con chaqueta entallada y pantalones negros, Callas decide llamar a su primera “víctima”, cantante lírica a la cual tratará de disciplinar. De esta forma irán ingresando a la master class los aspirantes a convertirse en grandes cantantes. Recibirán duras críticas de parte de Callas, quien aspirará a enseñarles a usar los sentimientos que ella nunca supo usar.

Entre carcajadas y risas el espectador irá acercándose a la dramática historia que endureció a esa áspera mujer. Su dolor porque el amor de su vida -el millonario Aristóteles Onassis- la deja por Jacqueline Kennedy, la tristeza por la pérdida de su calidad vocal, su gordura, la relación con su madre, entre otras cosas, se verán reflejados en dos angustiosos monólogos acompañados de la mismísima voz de la Callas sonando de fondo.

La actriz se sumerge en estos momentos melancólicos de la cantante. El espectador es testigo de cada cambio de tono, de cada pronunciación, cada falsete que utiliza para alcanzar los diferentes momentos emocionales de la obra. Aleandro juega con su voz y su gestualidad, su mirada se fija en un punto invisible y cada movimiento acompaña el dolor de Callas.

Norma Aleandro, sin dudas, hace honor a semejante personaje, la actriz se adueña de la cantante. Su trabajo actoral atraviesa diversos matices: manejando un humor sutil transmite las vivencias de su personaje con miradas burlonas y despiadadas, cada uno de sus movimientos corporales sugieren variados estados de ánimo; su voz recorre un amplio abanico de elocuentes tonos.

La protagonista ya fue aplaudida hace quince años con Master Class, aunque en este regreso busca explorar nuevas características del personaje, nadar en aguas más profundas de la vida personal de la divina, los recuerdos más crudos que la llevaron al desenlace de su carrera. “Por supuesto había resonancias de la vez anterior, inevitables en la memoria, pero pudimos caminar otros caminos y eso fue bueno. Estos caminos diferentes tienen más que ver con la vida privada de la protagonista que con la vida pública que tanto se exhibe en la master class que está dando. Tiene tal vez otros condimentos en la vida privada como la estamos haciendo ahora, en los flashback (los dos monólogos que tiene en el medio) donde va a su pasado y a cosas muy personales que no devela en la vida cotidiana, los tiene en su mundo interno”, reafirma la actriz.

Ya sentada en un gran sillón, fuera de escena, Aleandro continúa siendo la protagonista del acontecimiento. Acepta fotos, opina, conversa. Habla del teatro de repertorio, el cual “desgraciadamente” fue perdiendo valor dentro de esta disciplina, salvo raras excepciones.

“Retomar un poco el repertorio, volver a hacer una obra que ya hiciste es algo bastante enriquecedor. Primero porque la lectura es otra, nos pasa con una novela o con cualquier cosa. La experiencia de haberla leído, visto o vivido, como la viví yo, y retomarla quince años después genera otra visión de la obra. Tiene aparentemente los mismos ingredientes que tuvo pero es otro uno después de un tiempo, el director, los demás actores. En fin, todos hemos cambiado y esos cambios uno los ve en la obra. Esto fue beneficioso para el trabajo porque era una manera de crear algo sin tratar de recrear y tratar de caminar un nuevo camino sin pisar la misma huella o sin siquiera intentar recordarlo. Yo no veo nunca los videos de lo que hago así que empecé a verla como la primera vez”.

En cuanto al desafío personal de volver a reinventar al personaje, la artista afirma que la obra la enamoró desde un primer momento. “Se trataba de reencontramos con lo mejor que habíamos tenido pero con gente nueva con nivel actoral y musicalmente alto. Era una buena manera de armar algo que nos resultaba nuevo tanto a Agustín Alezzo como a mí”.

Norma Aleandro convierte al espléndido trabajo de McNally en una reliquia artística. Agustín Alezzo, con su impecable puesta en escena, es el responsable de que este momento resulte inigualable. Pasaron 15 años desde que aquella versión argentina fuera definida por su autor como «la mejor que se haya hecho en todo el mundo”. Como afirma McNally, «el mundo seguirá girando con o sin ellos, pero los artistas hicieron el mundo más bello».