Por Guadalupe Montenegro | cultura@redaccion351.com

Foto: Sofía Ulla

No era una noche como cualquiera, era el día de la presentación de Las Pelotas con su gira por todo el país, festejando su 25º aniversario. Las expectativas de sus seguidores eran muchas, esperaban atentos que las puertas de la Plaza de la Música se abrieran. Por fin llegó el momento, ingresaron con tranquilidad, todos respetaban su turno para entrar. Las caras expresaban un sinfín de sensaciones: alegría, incertidumbre, ansiedad. Sin embargo, todos tenían un objetivo claro: disfrutar de esta gran fiesta.

Al llegar al lugar se podía escuchar de fondo música que ambientaba y preparaba los oídos para el gran show. Todos comenzaron a ubicarse en lugares estratégicos buscando una mejor perspectiva. Todavía quedaban muchos espacios por llenar.

Eran un poco más de las 21:30 y The Tristes, la banda cordobesa elegida por Las Pelotas para que esa noche fueran sus teloneros, irrumpió el escenario. El cantante, Germán Arrascaeta, interpretaba cada canción con una energía única que impedía que pasara desapercibido, se desplazaba por todo el escenario agitando sus brazos y cabeza. Con su tono de voz particular, la espera se hizo más corta. Algunas familias, parejas y jóvenes miraban el desempeño de esta banda, otros charlaban en grupos y compartían cervezas. Ahora el turno era del guitarrista: tomó el micrófono y Germán lo acompañó para interpretar una canción que hizo que el público tuviera más ganas de aplaudirlos. Seguido a esto, el cantante dedicó un tema al director británico de cine Stanley Kubrick titulado Stanley. The Tristes interpretaba su séptima canción y el lugar se iba poblando un poco más. Se sentía que se acercaba el final, estaban hace casi media hora sobre el escenario. Llegando a su fin se despidieron agradeciendo la presencia del público.

De repente el clima cambió, se sentía en el ambiente una energía distinta que motivaba a silbar, cantar o gritar para que finalmente se presentaran Germán Dafuncchio y su banda. Luego de unos cincuenta minutos de espera, los latidos se aceleraban y todos sabían que ya llegaban. Los fans no se habían equivocado: asaltaron el escenario Las Pelotas. “¿Están listos?” preguntó el líder del grupo y empezó el gran festejo. El tema elegido para comenzar fue “Escondido bajo el brazo”, uno de los hits de su último álbum. Una canción adecuada para un buen comienzo, una buena manera de equilibrar la energía de esa noche. Mientras sonaban caían sobre el público globos de color rojo, símbolo de su festejo número 25 desde la separación de la exitosa banda Sumo.

Seguido de ese comienzo, la banda supo combinar los grandes éxitos de todo su repertorio: ¿Qué podés dar?, Ya no estás, Como se curan las heridas, entre otros. Buscando unir aún más a los peloteros, con un gran carisma y una sonrisa inconfundible, Germán se colocó una bandera celeste y blanca en su espalda. Faltaba un día para el debut de Argentina en el mundial de fútbol. Todos silbaban y aplaudían, y se aceleró el ritmo cuando se supo que era el turno de Personalmente, otro clásico de su disco Despierta. Era el momento adecuado para recordar un motivo más que une a los argentinos. Con semejante despliegue, no podía faltar la esencia Sumo: empezó a sonar Yo quiero a mi bandera. Todos eran una sola alma arengando a los artistas, bailando cada uno a su manera descontracturada.

Y llegó el momento de repetir el cántico que los caracteriza: “Y vamo’ vamo’ vamo’ las pelo” cantaban los fans al compás de Si supieras. Luego de que Dafuncchio compartiera escenario con el cantante de The Tristes, hubo una sorpresa que pocos imaginaban: caído del cielo llegó Raly Barrionuevo para cantar juntos Esperando el milagro, la joyita de la noche. Todos sorprendidos no dejaban de ovacionar a los artistas, los fanáticos habían reservado ganas para saltar con ese tema.

Con este clásico prometía dar por concluido el show, pero fue una falsa alarma. Los músicos se retiraron del escenario, el público gritaba con fuerzas: “otra, otra, otra” y reaparecieron con más furor. El frontman agradeció a los seguidores por haberlos acompañado durante todo este tiempo, “aguanten siempre”, dijo con énfasis. Seguidamente todos aplaudieron y empezó a sonar Bombachitas rosas, el gran éxito de Las Pelotas que lideraba el Bocha Sokol.

Como si todo esto fuera poco, apareció el emblemático Pity Alvarez, momento en que el público respondió con euforia y aplausos interminables. Comenzaron a interpretar juntos Capitán América, el hit con más power del grupo.

Se acercaba el final de esta magia y los acordes de Shine hicieron estallar a los fanáticos. Repitieron infinitas veces ese estribillo que pone los pelos de punta. Dafuncchio dio las gracias por la noche inolvidable y cerró con un “vayan con cuidado”. Brillaron una vez más.