
Por Rodrigo Bruera | rbruera@redaccion351.com
La previa
Que salgas de la oficina un viernes a la tarde. Cansado. Que camines por Alberdi, a paso tranquilo. Que pienses cómo los mundos en que desarrollás tu vida pueden ser tan diferentes. Que notes tan explícitamente que hace unos instantes estabas en una empresa, cumpliendo tus nueve horas diarias de trabajo y, ahora, estés camino a otro mundo, a TU MUNDO.
Que llegues al Belgrano y veas ahí, tan de cerca, a uno de esos viejos (con todo respeto) a los que te pasarías días enteros escuchando, maravillado. Que notes que estás viendo al mismo viejo (otra vez con todo respeto) que aparece en Canal Encuentro hablando de historietas o de novelas de policiales. Así. Tan bonachón y divertido. Que te olvides del cansancio del viernes.
La conferencia
El viernes 22 de noviembre se presentó Juan Sasturain, en el Auditorio del Colegio Manuel Belgrano, en el marco de una conferencia organizada conjuntamente por el Plan Nacional de Lectura y el Plan de Lectura de la Provincia.
En el comienzo, el escritor criticó la idea de que hablar sobre libros en televisión es aburrido. Si bien él condujo Ver para leer, un exitoso programa en la TV abierta (en Córdoba salió por Canal 8) que era dinámico, simple, divertido y duraba sólo media hora, considera que esa no es la forma, o al menos la única forma de hacer televisión. “La teoría del aburrimiento se cae a pedazos. Si ves el programa A Fondo, del español Joaquín Soler Serrano, en el que entrevistaba a Onetti, Sábato, Vargas Llosa o Cortázar, te das cuenta de que es hipnotizador”.
“La única condición para enseñar literatura en televisión es respetar y no subestimar al espectador”.
Luego, señaló el gran cambio paradigmático que tuvo la escritura con el paso del tiempo: “Se reemplazó la actitud/aptitud para leer y escribir por características más funcionales que tienen que ver con las nuevas tecnologías”. Afirmó que el soporte que hoy impone las reglas y los códigos es la pantalla, ya que se lee y escribe sobre ella. Además, indicó que la “absorbente, trabajosa y calificada operación de leer -estar sólo y en silencio, estar concentrado- ya no se parece a casi ninguna de las actividades que hacemos en nuestra vida cotidiana. Se ha desnaturalizado.” Por ese motivo, hoy se les hace tan aburrido a los jóvenes embarcarse en la lectura.
En el desarrollo de su conferencia, recordó que hay tres cosas que suelen mezclarse y confundirse: la actitud/aptitud para leer, la frecuentación de los libros como objetos y el desarrollo de la imaginación, la apertura de cabeza. A partir de esa idea, apuntó que nadie puede dar lo que no tiene, que sólo se puede transmitir el gusto y el placer por la lectura, que se da por “desborde”, por saludable contagio, por emulación. Al respecto, sentenció: “ni padres, ni allegados, ni docentes pueden dar por obligación curricular lo que no les sale naturalmente”.
“Si se percibe que la falta de lectura es un problema en los demás, el primer gesto saludable es leer”.
Luego de destacar la importancia de la lectura, dijo: “Cada vez que se lee una ficción, el mundo se agranda, se ensancha.” Leyó dos sonetos dedicados a Jorge Luis Borges. Uno de ellos, llamado Cita a Ciegas, se publicó el 27 de agosto de 2012 en la contratapa de Página 12:
In memoriam J. L. B., lector de lectores
Despierta tarde. No espía en la ventana
los colores del cielo. Es la chica
de la sabia tevé la que le explica
si habrá nubes o sol, esta mañana.Enciende el celular. La cotidiana
costumbre del pulgar lo comunica
con los usuarios de una agenda rica.
Incluso con los que no tiene ganas.Prende la compu. Pasa todo el día
pegado a la pantalla, pero cree
que le queda cierto tiempo todavíapor vivir, y que la noche lo provee:
saca El Aleph de la estantería,
cierra, apaga, silencia, calla y lee.
Finalmente, y luego de compartir algunos textos más de su autoría y de recordar la importancia de acceder a la lectura por cualquier vía, sea de rebote, por emulación o por un amigo, llamó a “no atrapar ni enganchar a nadie en la lectura, ya que son conceptos equívocos, aunque bien intencionados, mucho más propios de un dealer que de un lector activo que disfruta. Leer y compartir historias es como tomar mate, no es como vender porro.”