Fusión y tango

Del desasosiego al musical lunfardo

6-08-2013 / Crónicas
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Esteban Ochoa con su grupo y el dúo de Hernán Reinaudo se presentaron el sábado pasado en el CPC de Arguello.


Del desasosiego al musical lunfardo

Por Ricardo Cortés | cultura@redaccion351.com

¿Música contemporánea? ¿Folklore? ¿Candombe? Todo eso y mucho más reúne la propuesta sonora de Esteban Ochoa.  La idea de este músico cordobés es arriesgada y desde ya, difícilmente se la pueda enmarcar en ningún género musical o estilo puro. Secundado por el violín de Andrea Leguizamón, Franco Dall’Amore en guitarra y Marcos Ramírez en percusión, presentó canciones de su último trabajo discográfico “Cuatro vientos”.  Con una cuidada puesta en escena y proyecciones, transcurrió un show en el que Esteban explicó la historia de cada canción.

Un ejemplo de su trabajo fue “Coplas del desasosiego”, inspirada en la poesía de Fernando Pessoa, que cuenta con un medley en francés que hace un guiño a la  “World Music”.  “Coplas…” es un ejemplo de la propuesta del grupo, en donde el violín de Andrea Leguizamón (ex Dúo Coplanacu) es parte fundamental en el clima que se genera.

Esteban también incluye en su repertorio una canción de “Nacho García” (Bajista y compositor cordobés) y una letra del Periodista “Dante Leguizamón” que es responsable de la letra de “Ojitos de Luna”, una canción con aire de candombe, en donde la simple melodía del violín resalta al igual que la versatilidad de Marcos Ramírez en percusión que con un cajón y un redoblante ejecuta todas las figuras de candombe. Tampoco pasó desapercibida la sutileza de Franco Dall Amore para acompañar armónicamente al piano de Ochoa.

En “La estrella de Antinoe” se destaca la ejecución polirrítmica de Marcos Ramírez para dar lugar a que se entreteja una armonía que tiene en su versión de estudio una destacadísima participación del Mono Banegas en bajo, lo que en conjunto con el piano de Esteban da cuenta de todo el mestizaje cultural presente en este disco.

Para cerrar el show y mostrar algunas de sus influencias, el grupo ejecutó “La casa de al lado” de Fernando Cabrera. También tocó canciones de Víctor Ramil y Juan Quintero, en donde notamos algunas de sus influencias musicales más próximas.

 

Mirá el video de «Ojitos de luna»


 

Guitarrazo y Puñalada

Más tarde sería el turno del Hernán Reinaudo Dúo, que presentó un repertorio ligado a la música ciudadana.  Hernán es un  guitarrista, compositor y arreglador cordobés radicado en Buenos Aires desde hace más de diez años. Junto a Nicolás Enrich en bandoneón presentó tangos propios y clásicos de todas las épocas.

Con un oficio propio de quienes han pisado los grandes escenarios, explicó también la historia de los viejos y vigentes tangos que el público aplaudió a rabiar.  Composiciones que con casi 100 años siguen en pié, como por ejemplo “La puñalada”.  Hernán hizo docencia explicando la importancia de cada uno de los compositores que marcaron la historia, destacando que fueron tanto uruguayos como argentinos quienes retroalimentaron la creación de esta música rioplantense.

A pesar de su juventud, Nicolás Enrich mostró que está a la altura de los grandes bandoneonistas del género y secundó  a Reinaudo tanto en la música como en el humor.

Se destacó la composición “Musiquita”, bella pieza de Reinaudo para guitarra y bandoneón y casi en el cierre una particular y atrevida versión de “Adiós Nonino”, en donde se advirtió armónicamente el rol de la guitarra y el bandoneón con respecto a lo que habitualmente se está acostumbrado a escuchar.

Finalmente y ante la sorpresa de los asistentes, fue invitado el destacadísimo y ascendente armoniquista Franco Luciani, que, de paso por Córdoba, dejó todo sobre el escenario como tiene acostumbrados a sus seguidores. Franco, una especie de mezcla de Toot Thielmans con Hugo Díaz, transmitió toda su pasión de inicio al fin en cada uno de los 4 temas que ejecutó como invitado.

Mirá el video de la participación de Franco Luciani

El cierre contó, como era esperado, con la presencia de los músicos de ambas agrupaciones y fue una verdadera fiesta, en donde los solos de cada uno de los músicos dejaron en claro su amplitud musical, por ejemplo en el caso de Reinaudo, mostrando tanto su influencia blusera como tanguera ya que, quizás, este compositor sea el más blusero de los guitarristas de tango que transitan la escena.