Vuelta por el universo

Bosques de Groenlandia presentó «Fuga y Fábula»

19-11-2013 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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Este viernes, en el patio de la Agencia Córdoba Joven, el cuarteto estrenó las canciones de su nuevo disco. Estuvimos para contarlo.


Bosques de Groenlandia presentó «Fuga y Fábula»

Por | redaccion351@gmail.com

Foto: Agencia Córdoba Joven.

Es un viernes de noviembre en Nueva Córdoba. No hace frío ni calor. En su mano que lleva y trae estudiantes de la Ciudad Universitaria, la avenida Hipólito Yrigoyen muestra un grupo de chicos y chicas que fuma a la altura del 490.

Una de las tantas casonas convertidas en espacios públicos o emprendimientos particulares, es ahora la Agencia Córdoba Joven.

Se ve un patio amplio, de baldosas. Entramos. Al fondo, una tarima de nada hace de escenario. Hay mesas desparramadas que invitan con chupetines, gomitas y gaseosa; banderines de colores; amigos que se dan besos en las mejillas y novios que se dan besos en los labios. La primera escena de lo que se vivirá reposa en el semblante de paz -como si hubiera sido repartido en la entrada- de quienes esperamos tranquilos.

En un codo, a la izquierda, una mesa de Ringo Discos muestra sus producciones. Cinco o seis banquitos plegables, cerca de la tarima, una pedazo de cielo sin nubes que va oscureciendo, unos pocos pedacitos de patio donde acomodarse que se van ocupando.

Pasadas las ocho de la noche, Pablo Natale deja sus guitarras, acústica y eléctrica, sobre el escenario y baja a saludar. Un sombrero alemán le adorna la alegría. Al ratito, Cecilia Jiménez y Victoria Olivera dejan sus cuerdas. Cerca, Guille Bustos se cuelga la guitarra de una forma que se ha visto poco y nada en la historia reciente de la música local, para no ir más lejos. De a poco, la asistencia dice en silencio que es hora de iniciar. Varios agradecen el formato de recital al aire libre por la posibilidad de fumar sin la necesidad de salir a la calle.

Los cuatro músicos ya en el escenario. Excepto Victoria, sentada con su cello, todos de pie, para iniciar la presentación de «Fuga y Fábula». La lista comienza respetando el orden del disco, que acabamos de comprar, porque nos parece que los discos de Ringo discos no se piden ni de reciben para hacerles prensa. Corresponde comprarlos, aunque hayamos escuchado adelantos por internet. Entonces escuchamos «Voy a volar como un ave de Camerún«. El primer verso de la primera canción de la noche nos regala el clima que vinimos a vivir. El clima que generan los Bosques de Groenlandia, en un patio de Córdoba, pensando aves de Camerún desde la voz de Pablo Natale. La imagen de calma y despreocupación, de andar como anda sin rumbo que dicen los Toch, es parte del microclima. Es raro, no sabemos por qué siempre que hablamos de BDG aparecen de la nada las palabras «clima», «microclima» o cosas así. Las hemos escuchado y las reproducimos, pero es que aparecen otras menos precisas o abarcadoras. Todo «Fuga y Fábula» es, como su hermano mayor, un clima. En la tapa y contratapa, ocho gacelas acompañan el andar de un submarino; en el sobre interno, tres pingüinos sobre una rama; en la lista de temas, que sigue respetando el orden del disco (con el instrumental «Verano», una hermosura con pizzicato de Cecilia) hay un «Nunchaku» para bailar.

El primer disco incluye «Miyazaki». El nuevo, «Mishima», que suena nombrando, antes que al harakiri de Yukío, a Turín, a Verona y a la esquina de casa. «Hiedra» es otra belleza instrumental que vuelve a dejarnos un blanco de afiche a mano para superponer las imágenes que disponga nuestro ánimo. «Tornado» habla de un avión de papel, de una casa en el cielo y de pasto colgado. «Hombre Bala» es otra cosa. Es más humor. Hay una vecina del 5to B, un amigo tomando café en un bar, una madre comprando en un Shopping y un hombre bala flamante. ¿Qué hilo conecta a los personajes? ¿El apuro? A jugar. Es de las dos canciones donde suena una guitarra eléctrica, de Pablo, guardada en vaya a saber que rincón de los años, y rescatada por insistencia del tocayo Maccario, responsable del sonido de «Fuga y Fábula». El otro tema con eléctrica es «El movimiento», de y por Guillermo, que entre tema y tema se prende a los comentarios de Natale sobre las discusiones que acompañaron a la grabación. Que hay que meter eléctrica, que «Muñecos de nieve» no puede quedar según el quinto bosque y sin embargo quedó (de Pablo a Pablo, entre risas: «¡Tomá Maccario!»; de Guille a Pablo, jugando con la letra: «¡No sabés nada Macario!» Y Maccario, junto a Vieja Sound, desde la consola, haciéndoles caritas). Antes del tema en discusión, «Niebla», otro de los momentos instrumentales. Después de la aventura en Bariloche, «Chernobyl» que también puede ser «Michel Norbyl».

Para desgano de todos, se terminó la presentación. Queremos seguir escuchando. Pedimos «Turbina», o «Dulce de ciruela». Pero pensaron en «Papá dragón se va de casa». Y está todo más que bien. Los gestos en las caras de los que aplauden antes de prender el último cigarrillo, o de saludarse y jugar con un chupetín, se roban el último verso de la canción para finalizar este relato breve de la noche en que los Bosques presentaron, con la belleza esperada, su segundo disco. «Cosas que veo, nada.»