Asistencia Imperfecta

20 años de la Trashumante

16-04-2020 / Asistencia Imperfecta, Crónicas
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El viernes 16 de noviembre de 2018 tuvo lugar una edición más que especial de la Peña que lleva adelante la Universidad Trashumante, con Raly Barrionuevo y grandes invitades. Aquí la crónica.


20 años de la Trashumante

Por Rodrigo Pérez.

Foto: Juan José Coronell.

20 años de la Universidad Trashumante celebrados con una nueva edición de la peña más convocante de Córdoba capital. Y un festejo así, de semejante magnitud, resonancia y alcance, nos invita a hacer memoria y nos propone repasar la historia.

Volvamos en el viejo ómnibus apodado “El Quirquincho”, volvamos como si fuera una máquina que viaja en el tiempo a los fines de los años 90. El contexto social de la época exigía respuestas nuevas a problemáticas muy viejas. La realidad se presentaba hostil para las mayorías de las gentes comunes. Allí y así nace la Universidad Trashumante, con la necesidad de generar un espacio para la reflexión, para el pensamiento crítico, para la comunicación abierta y para la construcción colectiva de respuestas. El conocimiento construido por todas las personas para intentar adaptar esas respuestas a cada grupo social, a cada organización, a cada caserío, a cada barrio, a cada pueblo, a cada región que sufre los embates de la opresión de un sistema desigual. La esperanza como bandera y el arte como estandarte. Un espacio común de educación popular para desnaturalizar lo establecido como natural, para levantar la voz y denunciar las injusticias, pero también para poner en funcionamiento todos los engranajes de una sociedad que tiene el potencial para enderezarse, mirar al frente y caminar. Y las peñas trashumantes como un corazón que late y bombea la alegría necesaria para cualquier transformación.

Tanto la banda anfitriona como cada artista que se arrimó a esta celebración tienen el signo de referentes, porque lo son, porque representan a una gran parte de la sociedad que encuentra en estas personas su propia voz, por la coherencia de su pensamiento sostenido a lo largo del tiempo, por la valentía a la hora de decir y por las proezas del permanente hacer a pesar de los contextos adversos. Artistas independientes que vienen autogestionándose, que ejercen la libertad, que no transan, que no se callan, que se ponen en acción a partir de la sensibilidad que las y los atraviesa. Todas las generaciones estuvieron representadas en un escenario más que popular.

La ceremonia de bendición, plena de danza y color, y una guitarreada de bienvenida con Tato Iglesias, Jorge Fandermole y Raly Barrionuevo cantando la «Zamba por vos», «El otro País» y «La resentida», marcó a fuego el comienzo de una noche inolvidable.

La lectura de Tato de un texto emocionante, pleno de nombres imprescindibles, fue una síntesis perfecta de dos décadas de esfuerzo y abrazo caracol, coronadas por la Chacarera del Exilio y otra vez ese paisaje de miles de brazos llevando la danza por todo el estadio, como en cada edición, esta vez para saludar la presentación del querido Pachi Herrera, con su charango mágico y comprometido. Con la incombustible «Chakay Manta» El Maylín terminó por encender el baile entre quienes iban y venían por la pista y la cantina. También Los de Unquillo compartieron clásicos como «Campo Afuera», «La Colorada», «Chacarera de las Piedras» y junto al Raly la chacarera que celebra esa juntada de los domingos en la Plaza del pueblo.  

Una vez más nos visitó Duratierra, una banda contundente integrada por Micaela Vita en voz, Juan Saraco en guitarra y voces, Nicolás Arroyo en batería, Tomás Pagano en el bajo y Matías Zapata en teclados y acordeón. Duratierra ha sido capaz de tomar como cimiento las viejas canciones de raíz folclórica para darle vida a canciones nuevas, canciones adaptadas a la realidad del hoy con la potencia transformadora del arte y una conmovedora belleza al mismo tiempo. Duratierra pone en evidencia a los perros que nos ladran mentiras y, con indiscutida autoridad moral, grita a los cuatro vientos que la gente inmigrante, en cualquier parte del mundo, es la mismísima clase trabajadora explotada. Por lo tanto la gente inmigrante no fue antes ni es hoy un enemigo público. Con ritmos de tarantelas, cuecas y festejos sin patrón, Duratierra esta vez nos vino a proponer una trinchera, un refugio necesario en tiempos tan difíciles para la región, un lugar amoroso para reunirse, un espacio colectivo para resistir.

Las invitadas para cantar “Marzo”, una canción que por hermosa ya tiene garantizado su lugar entre los clásicos del futuro, fueron dos artistas enormes: nuestras queridísimas Mery Murúa y Milena Salamanca. Recrearon una versión sublime. “Cuécala” contó con la danza estética, enérgica y precisa de Carla Colazo, una bailarina excepcional. El momento de “La de un quizás”, ese chacarerón que describe con excelencia las tormentas que atraviesan las mentes humanas durante el proceso creativo, tuvo como invitado al Raly. Y para tocar “Tres fronteras”, la cumbia que hizo bailar hasta a quienes venimos enyesados de nacimiento, se subieron al escenario el Juan Pablo «Paio» Toch en guitarra y voz, la Negra Marta Rodríguez en trombón y el Santi Bartolomé en trompeta. A esa hora la felicidad ya era absoluta.

Y llegó una pausa necesaria al ritmo acalorado de una noche inolvidable. Raly solo con su guitarra en el centro del escenario, propuso un momento acústico. La melodía y la letra de “Mi esfera de cristal”, conectaron a la multitud con emociones tan primarias como profundas. Pareciera ayer cuando aquel changuito tímido y ruludo de Frías se abría camino en una ciudad feroz entre el Paseo de las Artes y el Comedor Universitario. Pasaron más de 20 años y de tanto perseverar hoy conocemos parte de su historia. Su voz entró por las ventanas a nuestras vidas, por eso nos resulta tan fraterno, tan cercano y familiar. La verdad que emociona, da gusto y muchísima felicidad verlo así hoy al Raly, relajado, contento, pleno y rodeado de gente que lo quiere. Mientras nosotros nos secábamos las lágrimas él invitaba al escenario a Milena Salamanca, una de las tantas sorpresas de la noche porque la mayoría no sabíamos que ella venía. Cantaron a dúo, cantó ella y tocó el bombo con un tempo y un virtuosismo admirables.

La atmósfera creada ya estaba siendo la propicia, sin dudas, para incorporar a este colectivo de artistas y asistentes a Jorge Fandermole. Una presencia clave en una noche de celebración tan importante. Clave por aquello que decíamos al principio: Fandermole es una de esas personas que se convierten en referentes sin proponerse semejante responsabilidad. Y clave también por todo lo que representa un artista como él para la música popular, para nuestra identidad y para la cultura de un pueblo. Que Fander le diga que sí al festejo de los 20 años de la Universidad Trashumante es todo un mensaje que nos llena el pecho de orgullo a quienes venimos creyendo y encontrando en este espacio un lugar de reflexión, de inclusión y de pertenencia.

Y la propuesta artística subía la apuesta, crecía aún más en calidad y en amorosidad porque se sumó Peteco Carabajal, amigo incondicional del Raly desde que lo conocemos, integrante de una familia que forma parte del ADN de nuestra idiosincrasia. Cantor, músico y poeta, autor de obras que pasaron derecho a integrar el cancionero popular argentino desde el mismo momento en el que fueron creadas.

Milena Salamanca también cantó con Fandermole, momento en el que el Raly tocó el bombo. Y fue justo ahí cuando el Negro Valdivia y Carla Colazo le pusieron el cuerpo a tanta alegría para unir generaciones en el festejo y la ceremonia de la danza. Y para que Peteco no experimente el pánico de quedarse solo en ese escenario después de todo este despliegue y desfile de personalidades, se subió Benicio Carabajal, un niño que toca el bombo con la misma fluidez que un río corre, con la misma naturalidad que un corazón late. La imagen es en ese momento “El Quirquincho de la Universidad Trashumante” despegando en una llamarada veloz hacia el cielo del futuro. Un niño en ese escenario es una semilla de esperanza germinando en un momento tan mágico como simbólico. Se les sumaron Raly, luego César Elmo y también el Paio Toch. Así se inauguraba un nuevo segmento de la noche. El segmento Toch.

Toch tocando en la Peña Trashumante es el deseo de muchísima gente nuevamente hecho realidad. Es la celebración de una amistad y también es el reconocimiento de las cosas bien hechas, porque la Peña Trashumante es como el punto del cristal que transforma a un haz de luz en la magia de todos los colores del espectro solar. El volumen y el sonido acompañaron el impulso y dimos el salto colectivo hacia una nueva dimensión de la felicidad. Para tocar “Famatina” estuvieron presentes el Raly, el hechizo del charango estuvo en las manos de Pachi Herrera, la potencia de los vientos salió una vez más de los pulmones de la Negra Marta Rodríguez y del Santi Bartolomé. La gente cantaba, bailaba, reía y la banda completa del Raly se fue armando mientras las almas presentes pedíamos bises de Toch haciendo palmas arriba de nuestras cabezas y coreando “¡Pido que vuelvas, pido que vuelvas!”
El tramo final de un grato ceremonial de abrazos y encuentros arrancó con la banda completa: Cci Kiu en teclados, violín, sintetizadores y voces, César Elmo en batería, Seba Sayes en bajo y coros, Edgardo Castillo en guitarra, vientos y coros, Mauricio Páez en guitarra y coros, Mateo Barrionuevo en percusión y Raly interpretando “La niña de los andamios”. Antes había dado inicio a una parte de su actuación con la evocación a su padre. Ahora se reiniciaba con ese inigualable homenaje a su madre. Y subidos a su voz recorrimos nuestra historia a lo largo de un cancionero que, indefectiblemente, forma parte de nuestras vidas. Cada canción una emoción, cada verso una plegaria, cada poesía un recuerdo, cada reclamo una bandera, cada pensamiento una acción, y cada injusticia denunciada una esperanza en la permanente y poderosa marcha hacia un mundo mejor.

Los primeros 20 años de la Universidad Trashumante que le da vida, alegría y esperanza a una sociedad que se pone de pie. ¡Salud!

Podés volver a escuchar la cobertura de la Peña Trashumante en el programa 23 de Redacción 351 Radio.