• Valentina Merchán

Valentina Merchán

2020

Foto: Koky Schroeder.

Nos despedimos del 2020 y qué decir, todo y nada, la amenaza y la calma, el silencio absoluto y total, la incertidumbre, la quietud y el eterno movimiento.

Hace muchos años que hago la música como me sale o mientras me hace. Este año estuvo ahí pidiendo de todo y respiro, pidiendo más y descansar, pidiendo encuentro y dando espacio, para volver a unx, para reencontrarla y reverse.

Existió de maneras a las que nos cuesta habituarnos, desde distancias impensadas, desde muchos zooms y meets, llamadas de whatsapp y videos, sirvió para volver a viejas enseñanzas de verse en el instrumento, de ver cómo hacemos y por qué, qué está mal, qué de más, si la energía estaba bien puesta en el acento o no.

¿Supimos administrar la fuerza en el acento? ¿Lo específico de un punto sobre nosotrxs y la figura? ¿En los silencios impuestos? ¿En los obligados?

Tuvimos que movernos al compás de lo desconocido sin perder el encuentro del afecto, de los sonidos que salvan y de las partes maravillosas que tiene la música para convertirse en lo que nos sostiene.

Fue un año de aprender nuevamente y desde la base, a respirar de otra manera.

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