• Alejandro Maldino
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Alejandro Maldino

2021

Él hizo un gesto como para decir algo, ella partió un criollito en dos. Él buscaba las palabras más adecuadas y ella le tendió un mate con burro. Él encontró el predicado conveniente al sujeto elegido y ella con delicadeza le quitó una miga de los labios. Él se decidió por fin a declararle su amor pero ella antes le dio un beso.

En fin…mientras la masculina mente (que incluye a hombres y mujeres) busca planetas en otra galaxia, al femenino corazón (que también incluye a ambos) le sobra un atardecer en Cuesta Blanca.

 

Él acercó su rostro (expectante, esperanzoso, precavido, inquieto, desvalido, deseoso, con cautela y codiciosa prudencia); y ella (serena, sosegada, sutil, pícara, solícita, infantil, con delicadeza y encubierta valentía) le dio un beso.

(¿Qué sería de nuestra vida sin lo que sucede entre sus paréntesis?).

 

Confieso con pudor que todo lo que he escrito es un fantasmal remedo, precario y difuso de lo que en verdad quise escribir.

Qué fatal y paradójica epifanía es para un letrista saber que en lo no escrito está su mejor poesía.

¿Quién entonces pondrá música a mi silencio?

 

 

2019

Los años pasan, la poesía queda.

Los hombres y las mujeres pasan, la música queda.

El tiempo (agónico invento de la mente para disfrazar su fugacidad) pasa, el paisaje queda.

En esta cósmica impermanencia, al final sólo pervive el paisaje que orondamente envía a sus heraldos: la música y la poesía para celebrar la galante osadía de la belleza.

 

 

2018

Tengo el bello oficio de escribir poesía y letras de canciones. A veces en días sombríos escucho el cuchichear de infaustos fantasmas que agazapados en las sombras de mi ánimo me sugieren que deje de hacerlo, que ya agoté mi ya escasos medios expresivos, en fin: que ya no tengo más nada que decir; y el Ale Pittis me da una música y me pide que le ponga una letra, que defienda el monte nativo y ¡zaz! muerdo el anzuelo hasta el caracú. O el Carlitos Mozetic me dice: “Che, sería lindo una chacarera…” y zácate: a la hora le estoy enviando la letra.

Lo confieso: soy absolutamente estímulo dependiente, como tantos.

Tengo el placer de haber trabajado durante el 2018 con distinguidos músicos con los que incursioné en casi todos los géneros de la música de raíz folclórica.

Soy de los que creen que los artistas tenemos un mapa para salir del laberinto de la mishiadura existencial y es justamente el de poder crear y que nuestra obra sea luminosas estrellas fugaces en la oscura noche del egoísmo para poder ver el camino de regreso a casa: la emoción hija de la belleza.

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