• Rafa Rimondino

Rafa Rimondino

2020

Foto: Cristina Smargiassi.

El 2020 nos tomó a todos por sorpresa. La vida venía como siempre, bien para algunxs, no tanto para otrxs, pero a partir del 20 de marzo algo pareció envolvernos a todos y todas con un mismo manto, mezcla de miedo, preocupación y un montón de etcéteras (incluyendo fake news, acusaciones cruzadas, contagios lejanos y cercanos, teorías conspiranoicas y chateos en los que todxs éramos medio médicos y medio científicos).

En lo personal, pasados unos primeros días (y agradecido de ser un privilegiado con sueldo) pude descubrir un par de cosas positivas de la experiencia de quedarme en casa. Aprendí a hacer pan casero, por ejemplo. Advertí por primera vez (después de vivir en la misma casa por más de dos años) que el sol no da directamente en mi patio en otoño y en invierno, y que recién aparece en primavera.

Así, viendo pasar el sol por los edificios vecinos, hice una canción nueva. En algún momento la tocaremos y grabaremos con mi banda, Ontábolo, con quienes cambiamos por un tiempo los ensayos presenciales por mandarnos material wasaperamente hasta que pase la tormenta. Volveremos a encontrarnos en el 2021 en algún boliche de la docta con Juan Vercillo en la guitarra, y el ‘Cata’ Carlos Leal  en la batería.

Cuando ya había desechado en mi cabeza la posibilidad de subir a un escenario, sorpresivamente agosto me encontró tocando y cantando como solista en la mismísima Piojera de barrio Alberdi (a tres cuadras de mi casa) en un espectáculo transmitido simultáneamente por YouTube y el canal de Facebook de dicho Centro Cultural. Un honor. 

Al poco tiempo, y mientras seguía repartiendo mi tiempo cotidiano entre el laburo virtual, tocar, componer y hacer pan, recibí el llamado de mi amigo Luis Parodi de El Sótano Rock. Enseguida concretamos lo que finalmente sería mi segunda presentación del año, en el programa «Una cosa de locos», que se transmite por dicha radio on line. Un lindo reportaje mechado con canciones, también en mi zona barrial, como si fuera poco.

Llegó diciembre, mes de encuentros y festejos, y yo sigo cantando y tocando en casa, despuntando el vicio que más me llena y soñando con nuevos planes.

Creo que no me puedo quejar. Ni los virus ni los bombardeos mediáticos lograron apagar la alegría por la música, que fue mi compañía y la de muchxs en esta pandemia. Con este envión venimos ya surfeando el 2021 que se presiente bajo nuestros pies, como una ola que se continúa en el tiempo. Y yo ya soy parte del mar, como decían los muchachos de Serú.

Abrazos y buen augurio para todas, todos y todes.

¡Pugliese Pugliese Pugliese!

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