2021
Foto: @ro.jim
2021 y seguimos en pandemia.
Ya no es una pausa larga y agobiante de un 2020 con un virus raro. Como en una película distópica siguen vedadas muchas cosas, que antes dábamos por sentado. Como el abrazo, como ir a la escuela todos los días, como cantar con otrxs, como encontrarse y compartir un mate.
Y no hay un límite de tiempo, una fecha de vencimiento para esta nueva realidad. No hay un límite que transgredir, o con el cual negociar, o con el que discutir. Porque nadie sabe cuándo va a terminar de verdad.
Y ese mañana difuso, ese hoy confuso y muchas veces frustrante, nos pone en jaque. Es como pegarle trompadas a la niebla.
Y ahí, me encuentro parada en un lugar que no estaba en mi mapa.
Estoy parada en un lugar. Que no estaba en mi mapa.
Mi mapa.
- Se cocina un nuevo mapa. Ahí está. No es una elección. Es un hecho. Se cocina un nuevo mapa.
Y eso ES la pepita de oro en el barro. Un nuevo mapa. Se contagia a todas las dimensiones de mi ser.
Y decido que quiero acompañar activamente la creación de este nuevo mapa, que no sea algo automático (no le voy a regalar eso también al virus). Yo voy a aprovechar esta ola inevitable y voy
a elegir qué mapa voy a crear. A dónde quiero ir.
Tengo la oportunidad, exquisita, de preguntarme de verdad qué quiero, de despertar de mis costumbres que se hicieron rutinas dormidas, y volver a generar.
Hay barro, meto las manos en el barro. Pero hay algunas pepitas de oro. Valiosas.
2021, te transité. No me pasaste por encima.
María Correa. Música, mamá, docente.
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