• Leo Tangenti

Leo Tangenti

2020

Foto: La Matilde.

Quizás sea el año más difícil de olvidar en términos sociales. Empezó, y casi al mismo tiempo también comenzó la pandemia.

En particular yo, con muchísima ingenuidad, observé al comienzo con esperanza aquellxs artistas que desde los balcones de sus departamentos visibilizaban la importancia del arte para la humanidad, cuando emocionaban a sus vecinxs compartiendo espontáneamente su arte. Creí que este gigantesco inconveniente para el desarrollo de una vida social, que no dejaba afuera al negocio del espectáculo, pudiera generar una valoración del arte marginal a los mercados. Así también generar un despertar incluso en lxs mismxs artistas, quienes a veces parecemos alienadxs a las lógicas post-modernas, en las cuales son más importantes los “me gusta” que las sonrisas de lxs receptores, la cantidad de reproducciones de un videíto que la cantidad de emociones generadas, y el manejo de las redes más que la creatividad en el contenido.

Pero rápidamente esa quimera fue desplazada por una realidad que nos muestra un giro totalmente hacia el individualismo y una exacerbación del aspecto obscuro del internet y sus lógicas exitistas y marquetineras. Pero a pesar de ser realista, jamás se debe dejar de soñar lo imposible, y transformar las crisis en nuevas oportunidades.

Y llegado el momento de la auto referencialidad, en todos los proyectos que participo la cotidianeidad de nuestro trabajo sufrió una mutación inconmensurable.

Con “los pibes del Cuarteto” (El Cuarteto del Amor) además de perder el tesoro más preciado del artista callejero, “la calle”; la pandemia puso en jaque, sobretodo en su primera etapa, nuestra principal fuente de ingresos. Y dio lugar al nacimiento de una nueva herramienta que son las serenatas virtuales. Las cuales nos llevaron a valorar un aspecto positivo de esta navaja de doble filo (el internet), que fue llegar a personas que están o estaban muy lejos, las cuales de todas formas no podríamos haber serenateado aunque no hubiesen restricciones, ya sea que estén del otro lado del mundo o en otra provincia. Al mismo tiempo que pudimos profundizar nuestro viaje en el tiempo, ahora también homenajeando al cine de época.

Con lxs akunes (Akun Maia) la pandemia nos encontró empezando un proceso de grabación, que producto de la imposibilidad de tocar en vivo se transformó en nuestra única actividad anual, aprovechando para una experimentación desopilante para los tiempos que corren y extendida ridículamente en el tiempo, que nos encuentra este 2021 aún en el mismo camino. Pero ¿quién nos quita lo flayado?

Y por último el 2020 sirvió para gestar el proyecto más individual de todos los que alguna vez inicié. Pero como no me siento cómodo con “la solistalidad” terminó abriéndose a algo revolucionariamente colectivo, que recién en el 2021 empieza a ver la luz y sigue siendo un sueño acompañado de forma fraternal por cada vez más personas: la Compañía Fabulera.

¿Qué nos deparará el futuro próximo? Nadie lo sabe. Pero sea cual sea el camino, la propuesta será siempre seguir incansablemente luchando, incluso contra los propios encandilamientos, para que el arte deje de ser reducido únicamente a un mero entretenimiento y tenga la relevancia y la responsabilidad que se merece. La publicidad va y viene. El arte queda.

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