• Julio Kaegi

Julio Kaegi

2021

¿Cómo se resume un año? A veces con pocas palabras. Generalmente palabras que son dictadas por el estado de ánimo que uno tiene cuando está escribiendo ese resumen. Hay que hacer un ejercicio de memoria entonces y ver qué fue lo que se hizo realmente. Siempre es mucho más de lo que lo uno recuerda o quiere contar.

Bueno, durante el 2021 yo me sentí de muchas formas muy diversas y eso estuvo relacionado a cosas que hice, y también a las formas en las que las hice. En primer lugar porque fue un año en el que me puse como objetivo hacer pocas cosas, ocuparme de esas cosas, disfrutarlas y no buscar distraerme con muchas más. No sé si tuve mucha suerte. Al terminar de escribir este texto pueda parecer que sí, pero puede ser que eso se deba solo a una ilusión narrativa.

Comencé el 2021 subiendo a la web una serie de tracks que arme con muchas cosas que había ido recolectado de mi ejercicio de escucha de radios SDR web durante todo 2020. Muchas noches me entretuve navegando, investigando sobre sus posibilidades de captación y escuchando esas radios que podían estar en cualquier lugar, en San Pablo, en Hamburgo, en Súnchales. Disfruté mucho trabajar con todo ese material. Y fue muy lindo también recibir mensajes de artistas, de amigos, y de gente en general a las que les gusto escuchar todo ese ruido de radio de mensajes codificados.  Ligado a ese trabajo estuvo también otro que comencé y aún sigo sobre ruido de No input mixer y radio.

Esos trabajos hicieron que me sumara a participar durante nueve meses del Laboratorio de experimentación sonora en radio que guiara Pol Villasuso y organizaran Lukas Kühne y Fabrice Lengronne desde Uruguay. Fue una experiencia distinta. Sin urgencias. Sin miedo a los riesgos. Todo era una oportunidad o una posibilidad del hacer entre varixs. Ese gesto fue importante para mí en momentos de cuarentena y aislamiento. Los resultados de ese trabajo colaborativo fueron luego parte de las piezas que se trasmitieron en la novena edición del Festival Internacional de Arte Sonoro Monteaudio 21.

Al mismo tiempo que hacia eso también intentaba mantener la continuidad de experiencias y trabajos que vengo haciendo desde hace ya mucho tiempo. En ese sentido, fue importante volver a las transmisiones de La Nota Azul desde los nuevos estudios de FM Zumba la Turba. Volver a encontrarnos en un estudio de radio con Franco, con Gaby y Gastón. Volver a tener un contacto más fluido con musicxs de todo el país. Trabajar en la comunicación y difusión de algunas cosas de lo que se sigue creando y editando todo el tiempo.

Hay cosas que por familiares, y que porque siempre están, a veces cuestan más verlas. Pero en el año que paso, también nos dimos cuenta con Silvia Angles que habían pasado ya cinco años de trabajo interrumpido de AK como dúo. Si bien hace dos años que no nos encontramos en un mismo recinto para tocar, no hemos dejado de juntarnos cada miércoles o viernes (o el día que se pueda) vía el software Sagora u otro medio, a improvisar, a charlar de grabaciones que hicimos, o leernos cosas que escribimos. En ese sentido el dúo que comenzó como un dúo de piano y trompeta ha devenido en un proyecto donde cualquier objeto sirve para hacer sonidos, disfrutar y seguir experimentado. Últimamente esos objetos son grabaciones de campo de nuestras vidas cotidianas.

Por último, a principios de diciembre de 2021, gracias a Jorge Castro, tuve la suerte de volver a participar de la organización del Festival Santo Noise, que volvió a hacerse en vivo. Trabajar en un festival de noise, y mejor aún, escribir sobre él es algo que siempre me enseña cosas, y eso es algo que me sigue importando mucho. Allí también pude volver a encontrarme con mucha gente amiga y abrazarla, conocer a nueva y abrazarla, y disfrutar en vivo de artistas impresionantes que hay en nuestra ciudad.

Después de cientos de horas de competencias de baile in door con mi hija (b en la que no me dejaron seguir porque ganaba a veces)  terminar bailando en el cierre del Santo Noise con música del Chelo Scotti fue una buena forma cerrar el año. Me dejó la sensación de que algo había hecho bien en 2021.

Como siempre, agradezco mucho a Redacción 351 por invitarme a escribir en el Anuario y darme la oportunidad de escribir y pensar.

 

2020

Este año toqué muy poco. Hubo semanas en que ni siquiera saqué la trompeta del estuche o conecté alguna cosa para hacer algo de ruido. Pero, sin embargo, creo que viví el presente de una forma más cercana al modo de hacer música, o a cómo es para mí el tocar e improvisar música. Porque de repente la vida se convirtió en fragilidad imprevista, improvisada. Comenzábamos a vivir dentro de los límites de lo efímero, el futuro perdía fuerza y ganaba intensidad el momento presente.

Eso hizo que cada momento valiera por sí mismo y hasta una salida a caminar para comprar comida podía ser una experiencia estética de escucha, de mirada y de acción con el cuerpo.

En ese sentido, el no hacer, el detenerme, fue un momento para rever mucho de lo que había hecho antes. Y entendí que, a pesar de participar de muchísimos momentos hermosos en el pasado, no los había vivido en su plenitud porque les pedía algo más, que fueran algo que no eran, algo más que lo presente.  

Tuve la suerte de no dejar de hacer todo lo que hacía antes, como juntarme a tocar con mi amiga Silvia Angles, y gracias al software Sagora que desarrollaron musicxs e investigadxres de la universidad de Quilmes, nos pudimos juntar a improvisar, ella desde Río Tercero y yo desde Córdoba. Tocar y grabar desde nuestras casas un montón de horas de improvisaciones fue algo tremendo, porque la lejanía y el software hacía que no podamos mirarnos. Sólo escucharnos, y escucharnos con la atención con la que no habíamos podido nunca.

También comencé a escuchar mucha radio. Tal vez para buscar algo familiar entre todo lo inusual. El ruido de la radio me tranquilizaba. Escuchaba radios de Córdoba y Buenos Aires al principio, pero después también de Asunción, de Concepción, de Valparaíso. De a poco fui escuchando la radio más allá de la música y de los mensajes. Así comencé a escuchar por las noches las trasmisiones de ondas de radio de todo tipo, para lo cual fue un gran descubrimiento la tecnología de las radios SDR y los sitios web donde algunos radioaficionados subían on line todo lo que sus equipos receptaban en cada instante del día. Escuchaba y grababa. Entre las primeras cosas que decidí grabar fue a pastores evangélicos predicando. Fue muy interesante todo lo que escuché, me hizo comprender muchas cosas que nunca hubiera imaginado averiguar así. Entre otras cosas me dejó de ser extraño el hecho de que compositores como La Monte Young, Terry Riley y en especial Steve Reich en «It’s gonna rain» hubieran hecho obras minimalistas en base a grabaciones de la prédica de pastores evangélicos. Sencillamente los pastores conocen mucho de feedback y de loops.

Fue muy difícil mantener el contacto con toda la gente con la que periódicamente trabajábamos en proyectos y ensambles de improvisación libre. Uno de los pocos proyectos que mantuvo el centelleo necesario para querer seguir con su hacer de alguna forma fue el NoN Ensamble, donde participo junto a músicas y artistas que quiero y admiro, como Carla Fogliatto, Vero Flores, Constanza Estevan, Violeta Carreira y Silvia Angles. Con ellas compartimos audios, impros, videos, lecturas y con todo eso realizamos, junto a la hechicería de Moskalenko Producciones, un trabajo audiovisual que nos fascinó y lo presentamos de forma virtual en la edición número XX del Encuentro No Durmai de Río Tercero.

Sobre el final del año, el no hacer tuvo una pausa, pues fui convocado por Jorge Castro para participar de la organización de la edición del Festival Santo Noise XI edición audio rooms. Fue una experiencia que aprecio muchísimo y agradezco haber trabajado con el equipo que se armó junto a Jorge, Miriam Morero, Humberto Sosa y Martín Eschóyez. Pude hacer algo que siempre amo, y es escuchar e investigar sobre artistas y escribir sobre ellxs.

Además de eso hice muchas otras cosas que son de mucho valor para mí, pero decidí compartir aquí sólo esas que mencioné.

Les agradezco a las personas que me acompañaron durante el año de muchas formas y estuvieron cerca cuando no estuve bien, aunque no fuera físicamente, al menos con su interés y sus palabras.

Les agradezco mucho a quienes hacen Redacción 351 por invitarme a escribir en el Anuario. Escribir pensando en el año que pasó es un buen ejercicio porque todo lo que pasó uno lo sigue procesando y sigue aprendiendo.

 

2018

Muchas veces, cuando quise escuchar cosas nuevas o quise conocer más de la música y proyectos de músicxs de Córdoba, el Anuario de redacción 351 fue mí guía. Por eso y porque siga siendo así me resulta un gran placer y un honor participar.

Uno tiene muchas formas de medir el tiempo, hay meses en que hay mucha actividad externa a uno y perceptible a otros, tocar, viajar, charlar y conocer mucha gente diversa. Y hay otros momentos de asimilar todo eso, una actividad interna muy positiva para aprovechar y disfrutar más lo vivido.

En mi caso la acción externa comenzó a principios de año con Franco Pellini y Andrés Asia, gracias a la perseverancia en el capricho de Andrés para que formáramos un trío de improvisación libre. Juntarnos a improvisar en sesiones domésticas que fue en gran medida el germen de mucho de lo bueno que me pasó el resto del año.

Poco tiempo después nos juntamos con Silvia Angles para conformar un dúo-taller de piano y trompeta concentrado en investigar las diversas formas de la improvisación. Fueron sesiones semanales que duraron todo el año y que van a quedar en mi memoria por todo lo que aprendí y lo grato que fue andar sobre aviso junto a una artista tan generosa y sincera como Silvia. Es uno de los proyectos que más me exige y más curioso me tiene en cómo seguirá el próximo año.

Paralelamente, junto a Franco Boczkowski, Gabriel Chávez, Jesica Silva y Gastón Rama afrontamos la quinta temporada de La Nota azul Córdoba- Jazz Federal Club, el programa de radio que semanalmente se emite por FM Zumba la Turba. Todos los años pasa algo que nos sorprende. Este año tuvimos el agrado de ser invitados a votar en la encuesta de periodistas nacionales que elabora El Intruso, el sitio especializado en las expresiones más libres que merodean el jazz desde varios lugares del mundo. Con lo cual se nos cumplía una doble aspiración, compartir nuestro parecer junto a periodistas que admiramos y al hacerlo votar lo que se nos antojaba más interesante, que es el trabajo de artistas de Córdoba y del país que anualmente pasan por nuestro programa.

Casi a mitad de año surgió la invitación de tocar junto al Leim Ensamble en una de las ediciones del hermoso ciclo que realizaron en Repúblico. Y luego la de tocar en trío junto a Franco Pellini y Andrés Asia más Gustavo Obligado como invitado en el querido Lécole Bon Apettite. Muchas sorpresas hubo en ambas presentaciones y mucho cariño de quienes se acercaron a escuchar, en especial Jorge Boczkowski quien hizo sacrificios que sólo un melómano, que además es un buen tipo, hace para ir a escuchar sonidos nuevos.

En primavera Silvia Angles me dio la alegría de invitarme a participar en de la XI edición del Ciclo de Música Contemporánea en el Conservatorio Juan José Castro de Río Tercero. Allí participamos como dúo junto a Silvia, improvisando y reflexionando sobre nuestra experiencia de dúo-taller. Fue una experiencia muy intensa la de compartir improvisaciones y talleres de forma casi ininterrumpida sin que la entrega de quienes participábamos entre estudiantes, docentes y demases se aplaque de ningún modo.

Durante el año también participé como colaborador en algunos proyectos del colectivo AneHai-worldwide dedicado a free impro/noise/mix media. Una experiencia siempre rara y provocadora. Sobre todo disfruté de colaborar con el artista sonoro francés Running Time.

Cuando la primavera era ya urgente Máximo Endrek nos invitó a Verónica Guevara, Franco Pellini y a mí a participar del ciclo Living/leaving en su edición número 42 en La Cúpula, el ciclo donde sin dudas, al asistir como oyente muchas veces, todo empezó para mí en lo que se refiere a las ganas de volver a tocar junto a otres. Muy agradecido por eso y por muchas otras cosas al talentoso y generosos Máximo Endrek.

Festejamos el riesgo de los encuentros furtivos para tocar y charlar con otras personas a fines de octubre. Gracias al incorregible Franco Pellini, durante dos días seguidos nos instalamos en las instalaciones de la Universidad Provincial de Córdoba para escuchar y para sonar junto con otres. Nos dimos el gusto de tener a Gustavo Obligado dando un taller de dirección de ensamble y conocer a improvisadoras e improvisadores con los que no habíamos compartido antes. El cerrar el encuentro con un ensamble de catorce espíritus resonantes al aire libre fue estimulante pues hizo cerrar las ventanas de todo el conservatorio y despertó la curiosidad de músicos de la orquesta de la policía de la provincia que animaba un ceremonial de su represiva institución a pocos metros de nosotros. 

Cuando el año ya se estaba yendo, Gustavo Obligado nos invitó a la querida Verónica Flores y a mí a participar del estreno en el campus de la UNSAM de su bellísima escultura sonora Ululófonos –obra que explora los rasgos de cuatro de los vientos más característicos de nuestro país a partir de las posibilidades compositivas de un ensamble de vientos de diecisiete integrantes. Allí compartimos momentos bellos y llenos de ocurrencias propias del espíritu de la improvisación libre en todas sus facetas.

Ocurrieron mucho más cosas en este año que pasó, muchas que me hacen agradecer a las personas con las que me crucé para hacer música con ellas, o para escucharlas hacerlo, o gracias a quienes me apoyaron para hacerlo, compartiendo su arte y su amistad como lo hizo Franco Pellini con quien tocamos más veces de las que proyectamos y en los formatos más diversos y en situaciones impensadas.

Gracias por la complicidad y mucho más a Alejandra Rodríguez, Franco Pellini, Silvia Angles, Andrés Asia, Franco Boczkowski, Jorge Boczkowski, Máximo Endrek, Federico Ragessi, Ives Romero, Jorge Castro, Guillón Monde, Leonel Kaplan, Verónica Flores, Carla Fogliatto, Verónica Guevara, Gustavo Obligado, Julio Lamilla, Lucas Ávila, Migue Rossi, Emiliano Ambroggio, Osvaldo Mealla,  Sebastián Tapia, Running Time, Hufus Sufus, Constanza Pellicci, Gustavo Alcaraz, Flor Pujón Páez, Constanza Estevan, Eva Arce, Igna Roulet, Cesar Alarcón, Gaspar Jaurena, Rodrigo Cracco, Sebastián Ramírez, Esteban Rizzi.

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