• Julián Gómez Cuello

Julián Gómez Cuello

2020

Foto: Consuelo Jara.

Como el 2020 ha sido en lo personal un año de mucho pensar y no tanto hacer, creo que esta reseña me ha llamado más a contar sobre reflexiones. Desde ellas las acciones creo que cobran una mayor fuerza y nos permiten trazar una línea que nos conecta (ojalá) con un futuro cada vez más próspero.

La que más me acompañó y me empujó hacia adelante es la de dejar de querer bancarla solo a como dé lugar. Empezar a compartir la pena, la impotencia y a veces la bronca de no poder hacer el arte como une quiere, y que en este año ha sido la moneda corriente tanto para la música como para otras disciplinas. Encontrar en ese compartir las mismas tristezas y las mismas inquietudes en la mirada de quien está al lado tuyo, y ese con alguien más, y así de a un eslabón formar una cadena que contiene y acompaña.

Como artista siempre he sido muy orgulloso (y hasta celoso) de mis logros, grandes o pequeños, y muy reacio a compartir mis frustraciones o derrotas. En ese sentido mis amistades han sido salvadoras en este tiempo, y creo que el 2020 me lo ha mostrado muy claro: es hora de empezar colectivamente a buscar la felicidad de lo logrado y a sentir la tristeza de lo que aún no llega, para que así en la fuerza de lo colectivo aparezcan las maneras de seguir creciendo.

Lo siguiente es más un llamado de atención y uno específico al rubro de la música emergente o independiente en la ciudad de Córdoba (del que por supuesto soy parte). La pandemia ha golpeado muchísimo al arte en vivo y ha profundizado un herida abierta hace tiempo en la cultura cordobesa: los espacios para ir a escuchar música como principal acción (no supeditada al mero hecho de convocar gente a un espacio para que consuman comida y bebida) están desapareciendo, o cuando menos están sufriendo más que nunca. El 2020 también nos enfrenta con esta realidad y nos deja una pregunta: ¿Qué podemos hacer como consumidores, como gestores y como creadores de la música emergente de nuestra ciudad? La música en bares y locales bailables es una fuente importante de trabajo y un punto valioso de encuentro entre les musiques y la audiencia, pero sería erróneo pensar que esa debe o puede ser la única forma posible.

Me despido con un abrazo lo más grande que la virtualidad me permita a mis compañeres y amigues de bandas, a mis colegas musiques y artistas, a la gente que se preocupa por visibilizar el enorme y vastísimo torrente de cultura que tenemos. Y por supuesto a todas las personas que con su presencia impulsan e inspiran a seguir por el camino del arte a todes les que hemos empezado a transitarlo, a pesar de las dificultades.

En el encuentro y el abrazo espero que aparezcan nuevas preguntas y reflexiones para que los años venideros sean buenos años para la cultura.

Gracias y feliz 2021.

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