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Araceli Bonfigli

2019

Se va sin dudas un año complejo, difícil en lo histórico, en lo social, en lo político. Y por qué no, también en lo artístico. Y sin querer me releo en el anuario anterior (porque siempre me gusta saber dónde quedé para entender dónde sigo) y me encuentro con éstas palabras: «Creo que, por más que, intentemos entender el arte como fenómeno que muchas veces está más ligado a las sensibilidades, a las expresiones; no está exento de encontrarse enmarcado dentro de un contexto socio-político-económico-cultural que lo respalda o lo destroza. Es decir, el arte, pese a no tener que ser necesariamente político, está inevitablemente asociado a ello. Es fácil hacer arte cuando el mundo está económicamente estable; pero ¿qué pasa cuando aparecen las crisis económicas? (no exentas de las crisis políticas, porque de alguna manera los poderes de turno son nuestra elección democrática -o eso pareciera, aunque existen poderes hegemónicos que marquen líneas de aparente pensamiento independiente para hacernos creer algunas estructuras como la de la democracia-) ¿Qué pasa cuando el arte deja de ser consumido? ¿Qué hacemos los artistas? y no sólo nosotros ¿qué hacen los científicos, los académicos, el que tiene que vivir el día a día, el que alquila, el que estaba pagando un crédito para una casa, el que antes no llegaba a fin de mes y ahora con suerte come? ¿el que ahora ni come? ¿Qué arte se puede consumir si hay más hambre y miseria, quién puede planificar cualquier involucramiento económico (desde un disco, una presentación en vivo, una exposición fotográfica, una producción audiovisual o cualquier manifestación artística) si el precio de hoy mañana no es el mismo. Si el público cada vez se limita más, no sólo al consumo de arte, sino al consumo general en su vida?»

Y entre tanta autoconsciencia negativa de mundo, me gusta creer que hay cierta empatía humana que no está perdida, que todavía existen valores, que en el día a día podemos ser un poquito mejores con el otro. Hay mucho discurso hablando del autorreconocimiento y de un par de cosas; que están buenísimas… Pero me parece que: si cada uno de nosotros pensase un poco más en el que tiene al lado, habría también más gente pensando en uno, y así, como sociedad nos haríamos menos mal. Quizás.

Y dentro de todo el reme que implica llevar proyectos autogestionados adelante; ser tan inquieta como para querer tocar todos los instrumentos a modo de juego como cuando era chiquita; es que tuve la suerte en este 2019 de llevar adelante mi proyecto solista (con el que nunca estoy sola sino acompañada de amigos tanto en lo musical, en lo visual, en los mates, en las charlas, en las gestiones), así como también formar parte y crear con mis amigues de Las Juanas y de Núbila, dos proyectos hermosos que comparto con mucho amor.

En lo personal-musical, fue un año muy bueno, lleno de proyecciones, de concreciones, de compartir músicas, ideas y sueños (sí, sueños aunque suene cursi), con los amigos de siempre y con gente nueva a la que conozco hace poco y nos entendimos mucho.

En 2019 estrenamos, en distintos ciclos y con distintos formatos, nuevas canciones que estarán seguramente en algún nuevo disco, pero que tomaron vida como sesiones en vivo, en el juego de buscar la sonoridad. «Sinfín» y «Tierna Luz» en el hermoso ciclo cordobés que se llama «La Casa Mutante» de Espacio Caedra donde la producción consistió en crear una sonoridad de banda haciendo algo que me encanta: tocar varios instrumentos; «Verde Azul» en el ciclo villamariense «Ecos Sessions» a cargo de La Ventolera en formato power trío con Gastón Hernández en bajo y Ramiro Soler en batería; y dos producciones independientes, «Vida Eterna» y «Devendré», en formato quinteto  grabadas en La Púa, editadas, mezcladas y masterizadas en Desdémona, filmadas por Lula Almirón y Carla Resquín, la primera canción tiene dos versiones, la otra en formato acústico que salió junto con una versión de «Cuando el Arte Ataque» de Luis Alberto Spinetta.

Los músicos del quinteto con los que tuve el placer de compartir estas canciones, tanto en los audiovisuales así como en vivo son: Gastón Hernández (bajo), Ramiro Soler (batería), Gerardo Miotti (guitarra), Gustavo Hernández (piano).

Tuve también el enorme agrado de quedar seleccionada como una de las propuestas del Festival Griego Rock con dicho quinteto, así como en el Ciclo Living (UniMuV, Villa María), y en el Ciclo Canciones Cruzadas (Centro Cultural España Córdoba), «Todas las voces son del viento» (SONAR, Córdoba), III Encuentro de Cantautores (Córdoba).

A su vez, entramos por primera vez a grabar con Las Juanas (Marce Vicente y Bren Coll), nuestro EP que en este 2020 sale a la luz, con tres canciones a las que les pusimos muchísimo amor, en las que intentamos encontrarnos en un sonido propio, versionando, interviniendo, dialogando con parte del cancionero popular de nuestro folklore, así como expresiones de nuevos músicos contemporáneos. Con las Juanas pudimos participar de encuentros y festivales, así como también gestionar nuestras propias fechas independientes. Tuvimos la enorme alegría de participar con otros dos tríos de chicas que admiramos mucho, Las Cáscara y Hecha la Otra de la Peña Trashumante, de todo lo que ello implica en el plano social, así como también de poder participar compartiendo escenario con Raly Barrionuevo, un gran referente de nuestra música popular y folklórica. También participamos del Festival Encendemos el Carena organizado por Encendidas y el Graciela Carena, así como en el Encuentro por la Agenda Derecho de las Mujeres a la Ciudad en la Plazoleta del Fundador.

Por otro lado, con el colectivo humano que implica Núbila (Tobías Gencarelli, Camilo Gencarelli, Mateo Gencarelli, Nicolás de la Cruz, Julián Medrano, Candela Gencarelli y Ulises Gencarelli), tuve el enorme placer de comenzar a formar parte del proyecto en 2019, y presentar el disco «Terrario» en la Piojera, así como compartir una hermosa fecha en Studio Teatro con los Así. También se comenzaron a gestar nuevas músicas, audiovisuales, ensayos abiertos, y con los que ya preparamos también nuevas creaciones que están prontas a salir en este 2020.

Por lo pronto, este 2020 se avecina con nuevos aires, de músicas, ideas y proyectos nuevos. Van a estar sonando nuevas canciones para el proyecto que se llama como yo: Araceli Bonfigli, así como con Núbila, Las Juanas, y dos proyectos nuevos que tenía muchísimas ganas de compartir con personas a las que quiero y admiro muchísimo.

 

2018

Foto: Nicolás Defilippi.

¿Cómo empezar este balance 2018 para el Anuario de Redacción 351?

Ese fue el disparador, como todos los años, para hilvanar una serie de palabras que sinteticen y de alguna manera plasmen mi observación subjetiva de lo que fue este año.

Creo que por más que intentemos entender el arte como fenómeno que muchas veces está más ligado a las sensibilidades, a las expresiones, no está exento de encontrarse enmarcado dentro de un contexto socio-político-económico-cultural que lo respalda o lo destroza.

Es decir, el arte, pese a no tener que ser necesariamente político, está inevitablemente asociado a ello. Es fácil hacer arte cuando el mundo está económicamente estable; pero ¿qué pasa cuando aparecen las crisis económicas? (no exentas de las crisis políticas, porque de alguna manera los poderes de turno son nuestra elección democrática -o eso pareciera, aunque existen poderes hegemónicos que marquen líneas de aparente pensamiento independiente para hacernos creer algunas estructuras como la de la democracia-) ¿Qué pasa cuando el arte deja de ser consumido? ¿Qué hacemos los artistas? Y no sólo nosotros. ¿Qué hacen los científicos, los académicos, el que tiene que vivir el día a día, el que alquila, el que estaba pagando un crédito para una casa, el que antes no llegaba a fin de mes y ahora con suerte come? ¿Qué hace el que ahora no tiene ni para comer?

¿Qué arte se puede consumir si hay más hambre y miseria? ¿Quién puede planificar cualquier involucramiento económico (desde un disco, una presentación en vivo, una exposición fotográfica, una producción audiovisual o cualquier manifestación artística) si el precio de hoy no es el mismo mañana? ¿Si el público cada vez se limita más, no sólo al consumo de arte, sino al consumo general en su vida?

No quería ponerme en negativa, pero la verdad es que el panorama se ve bastante oscuro. Y el tema no es sólo una, porque creo que ahí está el error, en pensar sólo en cada quien. Es que en general hay una pérdida de la empatía humana, un desgaste de los valores ético-morales. Y creo que ahí radica el replanteo de muchas cosas, desde compartir un bondi, hacer una fila para un trámite, compartir un escenario, un fogón. En los pequeños gestos están las grandes cosas. Parece ser un pensamiento individualista (similar al que propaga el neoliberalismo y su meritocracia), pero vuelvo a creer en que somos individuos generando colectividades, grupos. Y gracias a muchas de esas agrupaciones (que en este caso puntual sería de músicos) es que se han podido gestionar en general muchos proyectos en este año.

Siempre me pasa que en el anuario hablo más de cuestiones generales que de lo mío personal. Y la verdad es que este 2018 también dejó sus cosas hermosas. Pude presentar el disco «Fluir» con toda la banda de músicos villamarienses y cordobeses en Córdoba en el ciclo de presentaciones de disco del Auditorio Luis Gagliano de Luz y Fuerza y en Villa María en el Centro Cultural Leonardo Favio, en el ciclo “Músicas de la casa” organizado por la Universidad Nacional de Villa María y la Municipalidad de Villa María, compartiendo con La Parsifónica.

Los músicos son Gastón Hernández, Ramiro Soler, Gerardo Miotti, Lucas Leguizamón, Lucrecia Carrizo. Con hermosos invitados en ambas presentaciones. En Córdoba Bren Coll, Valentina Merlo, Sofi Bonessi, Agustín Domínguez, Cci Kiu y Sofi Costamagna; y en Villa María Fran Bean, Belu Pérez, Ale Artacho, Anto Battagliero, Pedro Gazi, Darío Olguín y el grupo Danzamble de danza contemporánea de la Universidad Nacional de Villa María. Siempre nos acompañaron las visuales de Lula Almirón de las gráficas del disco creadas por Jonathan Taibo. Y contamos con ella, con Favio Suárez, Nico Defilippi, Andrés Acha, Bruno Medina y Vito García Castellanos.

No puedo dejar nunca de nombrar tanta gente, porque creo que nada es posible sin la colaboración el tiempo y la dedicación de cada uno de ellos.

Participé del ciclo “Piso Abierto” de la Productora Encendida, del “Ciclo Sonoras Vol. 2” de Radio Revés, del “Ciclo de Cancionistas” de Polaroid Villa María, en el “Ciclo de Canciones Cordobesas en el Patio de la FCC” (Facultad de Ciencias de la Comunicación – UNC)  del “Ciclo de Conciertos” de Casa Canto.

También del “Homenaje a Spinetta Séptima Edición” en el Centro Cultural Graciela Carena, organizado por la asociación sin fines de lucro Todos Fuimos Todos Somos Todos Podemos Ser, el “Homenaje a Spinetta – Primera parte – De Almendra a Invisible” organizado por Rubén Fili en el CPC de Argüello.

Participé de las presentaciones de los libros “La Biblia Spinetteana” (Jorge Kasparian) y “El concierto del aire” (Lucas Fernández) en el Recodo del Sol (Unquillo), en el Centro Cultural Leonardo Favio (Villa María) y en la Biblioteca Popular Sarmiento (La Falda).

Participé en el Festival «Rockupa 2018” en Laborde y del Festival «Diciembre de muestra 2018” en Oncativo. Así como también autogestionando y compartiendo fechas con otros grupos en los distintos espacios conocidos en la ciudad de Córdoba y en el interior.

También se dio este año la posibilidad casi naturalmente de armar el grupo Las Juanas (con Marce Vicente y Bren Coll) y de reunirnos nuevamente a tocar con Las Titas Trío (Bel Disandro y Andrea Juárez). Además participé de distintos proyectos como la grabación y presentación del disco «Ella» de Bren Coll y «Camaleonicx» de Cci Kiu, en ambos como baterista y corista.

Para el 2019 se vienen gestando desde hace unos meses nuevos proyectos, producciones y músicas con mucho amor. Así que a esperar que las redes nos sigan sosteniendo y a confiar en ello, y a seguir trabajando, estudiando, formándonos no sólo como músicos y sino también como personas.

 

2017

“Como sujetos sociales y racionales buscamos enmarcar y dar sentido a nuestros actos. Esta manera de proceder no queda exenta a la hora de hacer música, poesía; no podemos dejar de pensarnos a nosotros mismos y a la obra en sí misma con sus significancias al momento de realizar una manifestación artística. Este proceso no siempre resulta igual ni procede de la misma manera mecanicista.”

Con ese párrafo comenzaba mi escrito para el anuario de Redacción 351 de 2016, y considero haber seguido versando en ese sentido. Vienen siendo años productivos, de mucho trabajo, constancia y paciencia; pero donde tarde o temprano aflora lo que con mucho amor y trabajo uno va gestando.

2017 fue un año lleno de desafíos. Edité «Fluir», mi primer disco solista, por medio del sello de Edén, que a su vez fue difundido para el financiamiento colectivo a través de la plataforma digital Idea.Me; y había ganado el proyecto de Mecenazgo de la Municipalidad de Villa María para ser editado.

«Fluir» es un disco de doce canciones que buscan reunir la música y la palabra como elementos constitutivos de un mismo discurso; sintetizando elementos musicales de distintos estilos para formular un lenguaje propio enmarcado dentro de la estética de la canción rock-folk-candombe-pop-electrónica, o en términos del comunicólogo Martín E. Graziano de los «cancionistas del Río de la Plata”. Haciendo confluir las corrientes del Folklore Canción actual; del Rock Canción de los ’70 y ’80; de la Trova Rosarina; del candombe y la canción de Uruguay; de los folklores latinoamericanos; del pop y de la electrónica; y la Nueva Canción Rioplantense (uruguaya-argentina); en un mismo discurso musical.

«Fluir» es un trabajo de dos años de investigación y producción escrito en paralelo con la preproducción, la producción y la posproducción de las canciones. Fue un trabajo que creció en espiral sobre sí mismo, sobre mí, y sobre cada una de las personas que dejaron sus marcas.

Tuve la suerte de contar con excelentes personas y profesionales. Con los músicos excelentes que grabaron y tocaron en vivo en las presentaciones: Agustín Bonfigli, Cci Kiu, Gastón Hernández, Ramiro Soler, Álvaro Montedoro, Gerardo Miotti, Agustín Domínguez, Ariel Rodríguez, Leandro Suáez, Lucas Leguizamón, Fernando Silva, Luciano Cuviello, Eugenia Menta, Pedro Gazi, Sergio Alonso, Alejandro Artacho, Renzo Antonetti, Valentín Gómez, Sofía Costamagna, Lucrecia Carrizo, Darío Olguín, Lautaro Reinoso, Agustín Galván, Mili Conti, Sebastián Tello y Juan Piguillen.

Con Sayi Paris y en otra oportunidad con Lula Almirón en las visuales de las presentaciones en vivo.

Con Gustavo Maciel (La Púa, Villa María) y Daniel Kogan (Cibernube, Córdoba) en las distintas etapas de grabación y mezcla, con Sebastián Bergallo (Desdémona) en el Mastering. Con Matías Pérez (El Mate Místico, Villa María) y Manuel Arza (Aura, Villa María) para la grabación de algunos instrumentos. Con Jonathan Taibo en el Arte de tapa y diseño y fotografía, con Lula Almirón en fotografía y doble exposición, con Héctor Segundo, Claudia Daniele y Sofía Dada Ríos en Fotografía.

Personalmente fue la primera vez que tomé el trabajo no sólo de la composición y arreglo de las canciones, sino de la producción y la dirección musical, de la producción ejecutiva y fonográfica y de la dirección artística. Pude, también, grabar distintos instrumentos, voces, guitarras de nylon acústicas y eléctricas, charangos, tres cubano, percusión y baterías.

La primer presentación en sociedad de dichas músicas se dio el viernes 10 de noviembre en el marco de la Universidad Nacional de Villa María, donde resultó ser mi tesis de grado, otorgándome el título de Licenciada en Composición Musical con orientación en Música Popular. En dicha oportunidad, además de la presentación en vivo de las músicas del disco, el trabajo contó con un corpus teórico que le dio marco y sustento a la defensa oral del mismo.

A su vez, la presentación oficial para quienes participaron en el Idea.Me tuvo lugar el jueves 7 de diciembre en el Complejo Cultural Victoria (Teatro Victoria) de la ciudad de Oncativo. Como esta ciudad, de la que soy oriunda y nacida, ha visto crecer a mi familia, siempre ha sido el primer lugar donde presento mis trabajos, como los dos discos grabados en 2013 en formato dúo: «Desde el pie» (Araceli Bonfigli – Veco Sánchez) y «Vuelo Pendular» (Araceli Bonfigli – Alvaro Montedoro) que fueron estrenados en dicho Teatro; y como mi  primer poemario «El devenir de los días» (2016 – El Mendú Ediciones), presentado en la Biblioteca Popular y Centro Cultural General San Martín de Oncativo.

Como lo sostuvimos con mi compañero de grupo, un hermano musical Veco Sánchez, en nuestro disco todo “crece desde el pie” (parafraseando a Zitarrosa). Por eso creo e intento manejarme en lo artístico desde ese lugar, donde uno puede reconocer las raíces, el lugar de donde viene, las músicas y las palabras que nos acunaron y que fueron forjando nuestro tejido identitario. Las vivencias que se nos han prendido en la retina de los ojos, de la memoria, y que siempre estarán allí, para cuando perdamos la brújula.

La identidad, eso que vamos forjando, que de alguna manera también encuentra un lugar geográfico, un paisaje, el mate, la familia. Y tengo que agradecer a esta última también esto que soy, por confiar en mí y apoyarme incondicionalmente; por llenar mi infancia de música, poesía y juego. Por intentar cuidar eso que quizás pocos escuchan pero que tienen mucho por decir en su proyecto cultural “Con el corazón mirando al sur”, de más de 25 años, que parafrasea a Eladia Blázquez.

 

2016

Como sujetos sociales y racionales buscamos enmarcar y dar sentido a nuestros actos. Esta manera de proceder no queda exenta a la hora de hacer música, poesía; no podemos dejar de pensarnos a nosotros mismos y a la obra en sí misma con sus significancias al momento de realizar una manifestación artística. Este proceso no siempre resulta igual ni procede de la misma manera mecanicista.

Por otra parte no podemos ser ingenuos y hacer caso omiso a un mercado que nos dice cómo vestirnos, qué comer, qué escuchar, mercado que nos ordena ciertas normas a las que (como hegemonía) aceptamos sin más (aunque también podemos ser conscientes y críticos de ello).

Así, entre el vaivén de la búsqueda en la creación artística y un mercado que va pulsando periódicamente un camino a seguir (o no) es donde considero que están las búsquedas de muchas manifestaciones artísticas (al menos) en Córdoba. Dicha expedición será propia en cada artista o grupo, incluso en cada obra para un mismo artista; y tan particular como la amplia singularidad que el arte permite.

Personalmente intento ser fiel a lo que necesite decir, musical o literariamente. La música puede valerse por sí misma sin necesidad de ser el soporte para otro mensaje más que el que por sí misma deje entrever. Lo mismo pienso de las demás artes.

Pero no pretendo caer en la ingenuidad de que lo que digamos o hagamos con el arte no sea político. Es decir, no hay necesidad de cantar canciones de protesta para que se considere político. Pero me parece deshonesto caer en la apolítica a los fines de responder a un mercado y vender más discos.

Creo que el compromiso pasa por otro lugar, a veces sólo hay que dejar de ver el propio ombligo, y empezar a pensar en la solidaridad. Y hablo también en el ámbito musical. ¿Cómo alguien que hable de amor podría ser tan distinto al bajar de un escenario? ¿Serían un acting, o estaría respondiendo a un mercado más que a una búsqueda artística? Considero como un aspecto muy importante la completitud de un artista, desde su aspecto humano hasta su obra; porque esta última es producto de aquel. Por eso creo que mis referentes resultan ser personas que no sólo me colman desde lo musical, sino también me convencen desde la coherencia con la que proceden como sujetos sociales y políticos (al apoyar causas benéficas, leyes gubernamentales).

Y creo que el trabajo, el esfuerzo, el compromiso, la humildad, el crecer desde abajo y la perseverancia son caminos siempre necesarios en las disciplinas humanísticas. Por eso creo en que todo “crece desde el pie” (Alfredo Zitarrosa), “de la raíz a la copa” (Juan Falú), y como “Toda la vida tiene música hoy” y “Tengo mucho tiempo por hoy, los relojes harán que cante” (Luis Alberto Spinetta) “No será tan fácil, ya sé qué pasa / No será tan simple como pensaba / Como abrir el pecho y sacar el alma / Una cuchillada del amor. (…) Yo vengo a ofrecer mi corazón” (Fito Páez)

Creo también en la identidad, en las raíces, y en las búsquedas incesantes para reconocernos todo el tiempo, como sujetos sociales empapados de una cultura en permanente movimiento y como sujetos individuales que buscan su propia voz yoica desde el lugar del arte en que nos encontremos trabajando.

“Voy hurgando pa’ ver que llevo / sin olvidar destino y pasaje, / origen y documentos. / Me voy a un horizonte / tan difuso / y tan incierto / que mejor me llevo en norte / en una brújula que me invento / la palabra con el acento, / calma en el paso y ansia de abrazo”, como dijo Juan Quintero

“No le esquivo la mirada / a este mundo y su dolor / pero desde la guitarra / me parece ver mejor. / Vocación de andar buscando / una causa, una razón / la palabra más certera / que me copie la emoción / con la chacarera doble / voy cantando y me voy.” Como dijo Carlos Aguirre.

Foto: Vicky Vargas.

 

2015

La música, como fenómeno que excede todo tipo de acotación, de conceptualización cerrada y excluyente, permite que haya de ella tantas perspectivas como gente intentando comprenderla, estudiarla, construirla, tocarla, escucharla, apreciarla. Es por ello, que tenemos la suerte de contar con un amplio panorama musical, con el más rico colorido, paisajes sonoros que se entremezclan, se cruzan, se nutren, se vierten y se convierten, todo el tiempo.

Que la música sea el medio y el fin en sí misma es parte de lo que puede vivenciarse en el actual contexto  musical, donde también se puede visualizar que parte de las limitaciones y fronteras en las que intentábamos cercenar a los géneros se van disolviendo, dejando así un terreno más propicio para la interrelación de las músicas.

En lo pragmático, quizás ese horizonte de fronteras dispersas ha sido disipado mucho antes, con grandes figuras de nuestra música popular. Luis Alberto Spinetta, Fito Páez, dentro del Rock han tenido en sus canciones un gran aporte de elementos musicales del tango, del folklore.  Raúl Carnota, Gustavo Leguizamón, han incorporado elementos de armonías de jazz en sus músicas. Sin ir más lejos y por citar sólo algunos de estos referentes, de los que hemos heredado su música como un valioso tesoro.

Resulta interesante una definición de género de Miguel Gringberg en el prólogo de “Cancionistas del Río de La Plata” de Martín Graziano, en que presenta el constante movimiento y cambio de los géneros y la convivencia de los mismos entre sí: “Los géneros musicales no se anulan entre sí, son como las ramas de un árbol perenne. O como los pisos de un edificio cuya construcción es constante. Su evolución no se detiene, pues es parte de la vida emocional de todos los pueblos. Abarcan ritmos, estilos interpretativos, modalidades de baile, instrumentos específicos (…), intérpretes legendarios, modas y mitologías singulares” (Gringberg en Graziano, 2011:5)

Sin pretensiones de realizar un recorrido historicista dentro de la música popular (que resultaría inacabado, por intentar plasmar una realidad en permanente movimiento) es que muchos más músicos que sucedieron a aquellos referentes, también resultaron atravesados por una diversidad de estilos, estéticas y géneros  que supieron hacer convivir en sus producciones.

Todos ellos nos anteceden a nosotros, quienes humildemente intentamos encontrar nuestra propia voz, nuestro propio sonido, sin huir de las raíces, sin renegar de este compendio de músicas (hasta disímiles y dispares a los ojos de algunos teóricos de otros tiempos) que nos atraviesan desde antes de que pudiésemos dar cuenta de ello de manera consciente. “La música, como la identidad de un pueblo, es precisamente el resultado de la tensión entre lo que somos y lo que queremos ser. En ese territorio crispado y en movimiento, oscilando como un equilibrista, hay que empezar a buscar las preguntas.” (Graziano, 2011:10)

En ese tránsito, de búsqueda permanente, de uno mismo, y de uno con la música como extensión de esos encuentros y desencuentros permanentes, es que creo que estamos inmersos en estos tiempos. En buscar el sonido, en los géneros conocidos, los timbres, las melodías, las armonías, que dialoguen entre sí, pudiendo hablar de lo que tenemos por decir; sin limitarnos en lo ortodoxo de los conceptos, dejando que el fluir natural, de lo que hemos mamado musicalmente, hermane las músicas en el plano sonoro, tan volátil por su temporalidad.

Estamos en la búsqueda de nuestra propia canción. La de cada uno. La que quizás pueda hablar más que de uno mismo. La que quizás pueda hablar de uno más que uno mismo.

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