Pao De Senzi

Pao De Senzi

2017

Acentuar los desafíos

Cuando me piden el balance del año, siempre tengo la sensación de que termino hablando de mí misma. No porque literalmente lo haga, sino porque concluyo en que cuento siempre lo que pasó en el año a través de experiencias propias. Me da un poco de vergüenza hacerlo y la verdad que me gustaría nombrar a la gran cantidad de artistas que hicieron cosas este año, más cosas que han pasado en el devenir cultural de esta región que hace seis años me cobija, pero bueno, todo no se puede.

El 2017 fue un año en el que se acentuaron los desafíos de los que hablábamos en el 2016. Sí, es difícil trabajar en la cultura, hay tantos contras que los pro no son fáciles de encontrar. Las convocatorias bajaron, los artistas (independientes) siguen cobrando poco y el valor-artista-prensa está estancado, sin poder solucionar los números, y -al menos los que trabajamos en Córdoba- sin poder acercarnos a los valores que se manejan en Buenos Aires, considerando que el trabajo es similar.

Hace unos días, conversábamos con las colegas Eli Rodríguez y Natalia Fernández en el programa Un Abrazazo de Gaby Estofán, quien nos preguntaba sobre este tema. También lo hablamos en el grupo que armamos con las prenseras y prenseros de Córdoba. Si bien hay conciencia de trabajo en los artistas y ya se entiende que difusión no es sinónimo de venta de entradas, siempre hay algo que aprender. Tema para seguir en el 2018.

Las redes, fueron el lugar para sumar y descartar. Todo al mismo tiempo. También conversamos y nos preguntamos si es válido publicar un acto cultural en las redes, considerando que entre las horas-trabajo-creación y la cantidad de me gusta no existe un parámetro coherente. La política, los perfiles falsos, los comentaristas de todo, la ignorancia que también es la necesidad de perdurar y figurar ha matado aquella gran idea -la primera- de enlazar mundos, personas, artes y modos de vida lejanos. Hoy es más difícil que antes la comunicación entre la gente. Entonces nos queda aprovechar lo que hay de bueno en las redes, para difundir, posicionar artistas, presentar discos, anunciar conciertos e informar sobre cultura. El tema es la responsabilidad de quien lo hace. Y aunque tenga uno o dos me gusta, mientras esté publicado, será visto.

Difícil año el 2017. Pero una cosa que yo marcaba en el 2016, se acentuó: salimos a las calles a hacer lo que se puede. Los artistas se juntaron más que nunca generando sus propios espacios, tendimos más redes de trabajo, apostamos a defender los espacios y apostamos también a luchar por el respeto a los artistas, algo en lo que todavía hay que trabajar y mucho, desde todos los lugares.

Creo que el 2018 nos va a dar la posibilidad de seguir creciendo cada uno en lo que sabe hacer, a pesar de todo. Y eso será una buena oportunidad para demostrar que la resistencia no es la lucha cuerpo a cuerpo, el escarnio público, el querer imponer nuestras razones, sino el trabajo constante y desde el silencio, desde nuestros lugares, la resistencia está en apostar y trabajar más para que la cultura no sea algo superfluo, ni un pasatiempo, sino un bien tangible, necesario y poderoso para cambiar todo.

Elijo un disco: «Cría» de Duratierra.

Una canción: “Marzo”, en «Cría», de Duratierra.

Una artista: Nadia Larcher.

Pao De Senzi – Periodista – Directora de Boletín Folklore.

 

2016

Dónde fuimos a parar….

Suele afirmarse en relación a la cultura, que algunos años son bisagra. Otros son planos, y otros son productivos. El 2016 fue un año en el que el trabajo independiente motorizó una cultura que, casi sobre la hora, se encontró con la disyuntiva de elegir entre quedarse sentados esperando acciones de un nuevo gobierno que desde su plataforma no inspiraba confianza ni proyectos, o salir y encontrar nuevos caminos para desarrollarse y trabajar. Entonces el año fue transitando por diferentes estados. De la observación al trabajo y a cambiar formas de producción. Acomodarse a los tiempos que venían.

El folklore, y la música de raíz (lo que me ocupa en particular) en Córdoba abarca una cantidad de actores tan importante como la de Buenos Aires. Córdoba genera un sonido propio, pero también funciona como cajón donde se guardan los que vienen de otras provincias. Siempre lo ha sido, y no dejará de serlo por su condición de provincia mediterránea. Entonces, la escena musical local se nutre con elementos que van desde lo más tradicional hasta lo más elaborado, pasando por el género canción (ligado al folklore) y aquel que apunta a los públicos masivos. Es cierto que entre estos actores existe una grieta muchas veces generada por algunos medios que eligen difundir producciones ligadas muchas veces a lo más liviano, comercial y popular que a lo que tiene contenido. Definitivamente pienso que es importante abocarse a analizar el crecimiento de este segundo segmento, que supera en número y (muchas veces) calidad al resto, y para el que el 2016 fue -a pesar de todo- un gran año.   

La edición de discos independientes y los conciertos en vivo -si bien vienen teniendo un crecimiento importante en los últimos tiempos- apuntalaron la movida musical de Córdoba. Desde la producción independiente se editaron este año casi un centenar de discos que también tuvieron sus presentaciones, junto con otras que, superponiendo días y públicos, implicó la división de venta de entradas, doble trabajo de difusión y superposición de espacio en los medios.

La cada vez más baja posibilidad de consumo (imposible de negar) se dejó entrever con más fuerza promediando el año, así que el corte de entradas fue menor que el año anterior, intensificándose el retroceso desde mediados de año. Según algunos programadores de sala, lo que antes era un éxito con 200 personas, este año lo es con 80. Y entonces surgieron (y resurgieron) algunas salas y espacios con menor número de butacas, centros culturales, etc.

La venta de discos se movió de distintas maneras, otras, más artesanales. Obviemos el tema de los discos en batea, algo que casi ha quedado como una forma nostálgica de comprar un disco. La vedette del año fue la web, donde las producciones discográficas independientes estuvieron disponibles para escuchar y descargar apenas editadas. Los discos fluyen y circulan muchas veces masivamente en distintas plataformas. En el mismo sentido, muchos artistas decidieron lanzar sus producciones de esta forma, algo que en el rock se venía haciendo pero en el folklore todavía no. Una nueva manera de difusión: el artista anuncia en las redes que su disco está disponible, antes hace una previa mientras lo produce. Los interesados que lo siguen están pendientes; una vez editado, los medios difunden y la gente lo busca. El disco físico se compra en los conciertos. La mayor parte de lo recaudado va para el artista. Un trabajo de hormiga, artesanal, pero eficiente. En el mismo sentido, se utilizó más el financiamiento colectivo, donde el público tiene a disposición buena parte del material antes de ser editado y forma parte de la producción del mismo comprándolo de antemano, con diferentes posibilidades de beneficio: entradas a conciertos más el disco, merchandising, etc.

De las producciones independientes de este año, nombro tres: “Cosecha”, del riojano Mariano Luque, porque desarrolla desde sus canciones su tarea de artista comprometido y porque toma flashes de la historia y los trae al presente, funcionando no sólo como homenaje sino como fuente de información y compromiso. Además viaja entre clásicos y nuevas composiciones, con comodidad y sin perder la línea criolla. 

“Calma”, de Clara Cantore, bajo la mirada de Raly Barrionuevo cuyo sonido, la voz de la intérprete, las letras, están puestos de manera tal que quien lo escucha tiene la posibilidad de meterse en cada historia sin aburrirse. Cada tema suena distinto, incluida la voz de Clara. Canciones profundas que hablan de un momento de su vida, y que se nutren de melodías preciosas. 

“Un Ínfimo hilo de Luz”, de Juan Arabel, de esas joyas musicales cuyo tiempo de producción le ha brindado la maceración justa. El sonido más tradicional de La Rioja se mete en todos los demás -ligados al jazz y la fusión- que Arabel y sus músicos conocen bien por participar de tantos proyectos de otros artistas, académicos y populares. Sin embargo, uno escucha ese disco y viaja a La Rioja, a los patios con parrales, los cerros, los ríos y las calles perfumadas por donde caminan esos amores a los que este riojano, que vive en Córdoba desde hace años, homenajea en las letras.

Los medios son la otra pata de esta historia. En relación a la difusión de artistas, la cuestión eterna entre lo que se difunde y lo que se debe difundir, avanza también sobre el tema de venta de entradas. Esto ha sido la principal grieta de la música popular de raíz folklórica desde siempre. Se podría hablar horas sobre un artista cuya profundidad en las letras se opone a aquel que pone énfasis en la fiesta y el baile. Aunque todavía analizamos por qué el público elige masivamente a ciertas propuestas y a otros no. Esta diferencia se intensificó en el 2016, con dos clases de públicos: aquel que compra masivamente lo que le venden los grandes medios y –en menor cantidad- el que decide qué quiere ver y escuchar. De ahí en más, fueron cambiando los números y las convocatorias.

Hablando de medios, y del espacio que ofrecen a los artistas independientes, fue un año de cambios en varias emisoras y en los canales de Córdoba, especialmente, aquellas propuestas que incluían artistas locales desaparecieron o vieron reducidos sus espacios en pos de cuestiones banales. La aparición de programas de bajo presupuesto y poco contenido también sesgó otro lugarcito para la difusión de artistas que no comulgan con la fiesta y las palmas. El recorte en las FM locales y los cambios de programación hicieron mella en los espacios radiales. Punto para los masivos, otra vez. La edición de los diarios en papel aún resiste, aunque con menor espacio. No obstante pienso que hay un empuje importantísimo en particular desde los periodistas para incluir a todos. La salida de La Mañana de Córdoba dejó un vacío importante en este sentido, aunque regresó hace unos meses en formato web, pero con poco espacio y presupuesto. Entonces surgieron nuevos medios en internet, para la opinión independiente, que funcionan como difusores de la inmensa movida musical y cultural de Córdoba.

Mery Murúa fue, para quien escribe, la artista cordobesa del año. Editó finalmente “Sal”, un disco grabado en el 2015 en vivo; lo presentó en el Teatro Real en el mes de octubre con invitados y gran éxito, y fue elegida vocalista de la Orquesta Provincial de Música Ciudadana por concurso público. Es una de las artistas que más se mueve en la escena cordobesa y, aunque no forma parte del segmento de artistas masivos, se ha convertido en figura principal de la escena local, gracias a su talento y carisma.

2016 fue un año difícil sí, y a medida que fueron avanzando los meses, se fue intensificando esa dificultad, como esos juegos de mesa, en el que se avanza un casillero y se retroceden varios. De todos modos hubo algo en el aire que hizo que este año fuera especial. Más que nunca, fue el año de las voces comprometidas, los conciertos a beneficio y las marchas donde los artistas estuvieron en las primeras filas y dijeron lo que tenían para decir.

Eso trajo como feliz consecuencia, el volver a juntarse en pos de causas comunes, y además aunar esfuerzos para seguir proyectando, produciendo, creando y haciendo cosas.

Acaso ese sea el mejor de los augurios para el 2017.

Pao De Senzi – Periodista – Directora de Boletín Folklore.