Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
Somos, por un minuto, mochilas parlantes de tres artistas imparables que coinciden en un recital. En un camerino improvisado donde nos han dejado, nos contamos nuestras cosas: No hay un día de descanso. Rondamos baúles de automóviles, bodegas de colectivos y aviones, portaequipajes de camionetas, manos de asistentes o amigos, placares de hoteles, roperos de casas, rincones de estudios de radio, de televisión, de grabación, cintas de aeropuertos, camerinos de teatros, escenarios repentinos, salas de conferencias, de ensayo, cocinas de hermanos de la vida, galerías de patios, playas, sombras de árboles, bancos de plazas, cabañas nevadas, subsuelos de bares, comedores repletos de compañeros de ruta, puntas de tablones en juntadas anochecidas, esquinas de manteles desplegados en el césped de parques y costados de ríos.
Nos compartimos anécdotas que resumen miles de kilómetros. Hace pocas horas, estábamos a océanos de distancia. No podemos precisar la cantidad de música que ha pasado por nuestros bolsillos internos y externos. Ahí, entre vestidos y bermudas, hemos llevado y traído infinidad de discos de artistas que conocemos pero que no se conocen entre sí y tal vez nunca se conozcan. De paso, podríamos demorarnos en alguna escala, como ha pasado, y propiciar así encuentros con más viajeros que se vuelven amigos en cuestión de minutos, los que separen el pedido de un cortado con medialunas y el billete de propina.
Puede que la intensidad del año haya sido más o menos pareja en los tres casos, pero pareciera que los meses finales llegan con caja de sexta y encima el verano inmediato, que multiplica la agenda. Por ahí pintan unos días de vacaciones para las fiestas, pero sabemos que es como tomar carrera para meter un pique de por lo menos dos o tres meses de locos. Igual nos encanta. No sabríamos hacer otra cosa. El que tiene un trabajo de oficina querrá viajar. El que no para de viajar extrañará su cama, como nosotros extrañamos el refilón de sol que se filtra, tipo once, once y media, entre las puertas del estante de arriba del placard de nuestras casas, cuando nos guardan por, como mucho, una semana.
Las vueltas de la vida nos van a reunir este martes en Córdoba, rincón argentino que tanto nos gusta, por haber nacido acá, por haberlo conocido y decidir que es nuestro lugar, o por visitarlo una y otra vez. Nos conocemos las músicas. Nos hemos pasado los discos de bolsillo en bolsillo, los hemos escondido por molestar nomás, para que nos abran todos los cierres y nos revuelvan el costado de la ropa interior, o donde van el desodorante, el peine, el cepillo de dientes y los hisopos. No hay nada más lindo que cuando nos revuelven y dejan todo así, hecho un lío encantador.
Parece, nos comentaron, que el lugar va a quedar chico. Es que las mismas manos que enrollan y dan vuelta las medias que llevamos, vienen haciendo una música tan linda… Ha pasado que el apuro no da tiempo a que nos dejen en el hotel, y desde el camerino hemos escuchado los aplausos y los gritos. Ahí se nos inflan las manijas de orgullo. Cuando bajan del escenario y terminan de saludar a todos, ahí, justo ahí cuando nos alzan para ir a descansar o para seguir donde nos quieran llevar, ahí sentimos que somos unas privilegiadas.
Tanto trajín nos da derecho a recomendarles, de corazón de mochila siempre al pie del cañón: vengan este martes a ver a nuestros dueños Raly Barrionuevo, Vivi Pozzebón y Amparo Sánchez. Sabemos (si lo sabremos nosotras…) que vienen de un año tremendo y seguirán así, de viaje en viaje. Para nosotras será una alegría más, de tantas. Para ustedes, un recital de esos que después van a reaparecer en las sobremesas, cuando hablen de la música que no se olvida.
Agendá:
Amparo Sánchez – Raly Barrionuevo – Vivi Pozzebón
Martes 26 de noviembre – 21 horas.
El Vecindario – Marcelo T. de Alvear 853.
Entrada: únicamente en boletería de la sala.
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