Entrevista

José Luis Aguirre presenta «Amuchado»

14-09-2017 / Agenda, Entrevistas
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Este viernes 15 de septiembre a las 21.30 horas en la Sala Agustín Tosco de Luz y Fuerza, el cantautor transerrano compartirá las canciones de su tercer disco solista. Compartimos un recorrido desde sus palabras.


José Luis Aguirre presenta «Amuchado»

Por | redaccion351@gmail.com

Foto: Juan Monasterio.

Meses de andar compartiendo historias desde aquella tarde de diciembre en San Antonio, abarrotada de changos convocados por la música de uno de sus referentes más queridos. 

Publicado el 24 de diciembre, «Amuchado» llegó como un regalo de Navidad. Después vino Cosquín, el abrazo entre un «Chuncano» de Traslasierra encendido de verdades y un público necesitado de escucharlas y aplaudir fuerte. Y luego más presentaciones de todos los tamaños, horarios y formas, con tablas para zapatear, cuadras para marchar o rincones de plazas donde amontonarse para defender ideas, estando donde se debe y siendo lo que se deba ser, como canta un hermano riojano.

José Luis Aguirre. Un torrente de corazones reunidos por su voz preñada de coplas. Un andar de poesías que esta semana lo trae a la ciudad, para volver a escuchar, emocionarse y pegar el grito.

Con puesta de Nathalie Oger, el cantautor subirá al escenario de la Sala Agustín Tosco junto a Mariano Vélez en piano, acordeón y voz, Mauro Ciavattini en quena, saxo y clarinete, Diego Cortez en flauta traversa, Sebastián Ramírez en guitarra y charango, Federico Seimandi en contrabajo y Lucas Millicay en percusión. Una selección de grandes músicos, casi todos partícipes de la grabación del disco.

Entre muchas entrevistas posibles, aquí una donde cada gesto de «Amuchado» soltó preguntas y comentarios como invitaciones para que el músico cuente, con tiempo, sobre sus procesos.

Hay mucha belleza por descubrir en un puñado de canciones de raíz, tramadas por ritmos que cuentan de una vida entre el silencio de los valles que lo marcaron, con sus verdes y ocres, y la agitación de la ciudad, con sus inquietudes y urgencias. 

Hay arreglos propios, aportes que enriquecieron cada instrumentación y pasajes de refugio en lo más profundo de unos versos nacidos para sonar despojados, entre acordes de guitarra.

De armonías luminosas y relatos conjugados con la «criolla esdrujulez del oeste cordobés» se nutren los minutos que siguen. Un momento que ojalá se multiplique con las vueltas necesarias para desandar la obra de un artista imprescindible. 

José Luis Aguirre – «Amuchado»

 

Sobre la esencia del disco

Lo que sostiene todo son las coplas que van nombrando a los personajes y luego la instrumentación, la idea de dejar sonar los instrumentos. Las bases del disco (la percusión, la guitarra y el contrabajo) son tomas que quedaron enteras. Sobre eso grabé las voces. Fueron cuatro días. Los temas donde solo suena mi voz y mi guitarra, están grabados como antes, de una toma. Como salió, así quedó. Todo en el mismo estudio.

«Pancho»

Me gusta pensar que la vida misma tiene sus héroes, sus personajes, y poder reconocerlos en la gente con la que aprendés, y que está cerca de uno. El Pancho y la Elsa son de esos amigos mágicos, vecinos de Los Aromos. La Elsa es docente, trabaja en el Neuropsiquiátrico. Y Pancho es vendedor ambulante, hace juguetes de madera que vende en la feria del pueblo. Es un gran bailarín, guitarrero y cantor. La danza es algo natural en su vida. Es uno de esos seres que vive de sus oficios, de su manera de ser. Todo lo que hace lo aplica a la danza, a lo que enseña. Me parece maravilloso eso. Antes parecía que si no venías de una academia, si no aprendías a zapatear en un lugar así no podías bailar. El Pancho agarra a todas esas personas que nunca bailaron y las hace bailar, les enseña cómo pueden mover los brazos, qué cosas pueden aplicar y después que cada uno baile como lo sienta, que cada cual se encuentre a sí mismo en la danza. Eso es lo que traté de reflejar. Cuando vas a su casa la Elsa te invita con unos panes que ella mismo hizo. Esas cosas simples. El Pascual es un amigo que es carpintero y músico. Tocaba en un grupo que hacía música del Altiplano. Cada vez que íbamos a su taller a pedirle alguna herrameraienta, Pancho agarraba la guitarra y ya todos los muchachos dejaban de trabajar porque el Pascual lo seguía con la flauta o el charango y ya se armaba. De ahí viene la chacarera.

«Huaynavalito»

Fue hermoso cuando lo tocamos en San Antonio el año pasado. Una tarde maravillosa en una especie de escenario alternativo, donde presentamos el disco por primera vez. El Huaynavalito es pura danza. Está dedicado a mi hija Eluney, que le gusta el carnavalito tanto como el rock.   

«Río»

Es una de las canciones que más me gusta. Trata de ser un reflejo de uno mismo. Todos tenemos momentos de creciente y de remanso. El ser humano toma la forma de la naturaleza, que nos pare y por lo tanto tenemos su mismo latir, su ir y venir. A veces también uno se lleva gente por delante y después es necesario el silencio, como el río en invierno. Y después viene esa alegría casi estival. Somos iguales. El río es un padre sagrado, milenario, que fluye y lo va a seguir haciendo después de nosotros, que no entendemos que apenas transitamos un momento de ese fluir, que podríamos guardar la inocencia, apreciar y cuidar todo eso, y no nos damos cuenta. Y viene ese poder oscuro, que no tiene nombre ni apellido, que no es un partido político, vaya a saber si tiene forma humana, esa oscuridad que de repente aparece. Por suerte hay una parte de la sociedad que milita y marcha en las ciudades, diciendo «No».

«Río» es un viaje muy personal desde la letra. Tenía más o menos una idea de lo que quería hacer, pero no tenía cerrada la música. Fui al río una tarde y del otro lado se escuchaba una música desde el parlante de un auto o de no sé qué cosa, y apareció algo que terminó siendo la melodía. Como que el mismo río me fue tirando las pautas, me hice a un lado y dejé que fluyera todo. Fue muy intenso, desde esa tarde hasta el día que les paseé las partituras a los chicos. Lo lindo también de esta canción es que es una de las pocas que arreglé yo. Me senté y dispuse los instrumentos para los músicos y caí con las partituras. Es algo que no hago mucho, soy más bien orejero. Fue una experiencia hermosa. Juan Carlos Ciallella fue un profe maravilloso que tuve. Él me enseñó a leer y a saber qué estaba haciendo armónicamente.

Después de la melodía principal hay como un remanso, ¿no?, donde la letra dice “a veces soy como vos, tranquilidad, paso sonriente de espuma y arena…» Pero también está la oscuridad, el paso rugiente. Somos eso. 

«Teletransportador»

Ahí nombro a un montón de gente de Traslasierra. Me pasa mucho de extrañar el valle, y últimamente demasiado. Trato de mitigar esa distancia con una idea más clara de poder tener en algún momento un pedacito de tierra por allá. Me parece que hay que vivir, o tratar de vivir donde uno lo sienta. Con la Susi (Susana Freiz, su compañera, quien también participó en la grabación del disco) somos de Villa Dolores, nos conocemos desde la escuela secundaria, imaginate. Tampoco estoy tan lejos, a un par de horas nomás, por el camino del Observatorio. Imaginate si estuviera en Buenos Aires o en Francia o qué se yo, del otro lado del charco. La nostalgia abriga momentos que son irrepetibles, de amistades, de querencias.

Esta canción nació de un comic. Hay un dibujito que le buscamos a mi hija y que lo ve siempre, que se llama Doraemon. Es de un gato mágico que viaja desde el futuro al presente a ayudar a un pibe de nueve años, Nobita, con aparatos mágicos. Uno de esos aparatos, el que más me gusta, es una puerta mágica que ellos abren y aparecen en el lugar del mundo que ellos quieran, sólo con abrir la puerta. Están en una pieza, uno dice “vamos a la playa”, abren la puerta y aparecen en una playa. Yo me siento con la Elu a ver y reflexionamos sobre eso. Hay otra máquina que es la de “¿Y qué pasaría si…?” ¿Y qué pasaría si en el mundo no hubiera espejos? Y así se desarrolla cada capítulo. Y charlando con la Elu le contaba que a mí me gustaría tener esa puerta mágica para poder pasar las Sierras y estar en el momento en que mis amigos están brindando, que sé que se juntan y yo no estoy, porque estoy tocando o estoy en casa. Lindo sería tener ese aparato y aparecer de pronto. En esas tardecitas donde el sol se pone en un lugar incorrecto (risas). Claro yo vine grande a Córdoba, cuando tenía más de 20 años. Estoy acostumbrado a Traslasierra, donde el sol sale de los cerros y se pone allá lejos en los llanos riojanos. Acá es al revés. Y esa incongruencia se siente, de ahí el deseo de ese portal mágico. Por eso la letra dice eso de “un poniente sin fin va dorando los cerros”.

«Si fuera pajarito»

Es un gato coludo, por el giro y contragiro. Un gato cuyano que los paisanos le dicen “coludo”. Tiene letra y música de Don Julio Tello, por eso se lo dedico. Don Julio es el compositor de Traslasierra. Lo vi tocar algunas veces, yo muy chico. Nunca tuve trato por la diferencia de edad. Don Julio escribió “Belleza serrana” que es la zamba más emblemática de Traslasierra. Me pareció lindo nombrarlo y rescatar de esa forma la tradición de los músicos y poetas transerranos. Es el único tema que no es mío, pero también acá hice los arreglos para la banda. Es impresionante la melodía que tiene y una locura cómo resolvían las cosas esos viejos. ¡En dos coplas te dicen todo! Eso es lo que tenemos que aprender nosotros. Estaba leyendo un libro con las canciones de Silvio Rodríguez y de repente pensé cómo vamos bajando, ¿no? Uno también es el reflejo de lo que nos está pasando como sociedad consumista, pero bueno, vamos a levantar. Si nos damos cuenta vamos a volver a subir.

Así que por eso la dedicatoria a Don Julio y a los viejos que son los auténticos sabios, que deberíamos escuchar. Ahí está Don Marcos en “Más de cien inviernos”, Doña Ramona Bustamante en “La del sin tierra”. Viejos maestros. Los escuchás y se te cae todo, se te cae la universidad, se te caen los acordes, todo lo que aprendiste se te cae ante tanta vida, tanta profundidad. Es un privilegio poder charlar con esa gente. Ahora estoy en un proyecto así, de ir con un grabadorcito a charlar con los viejos.

«Cueca del repasador»

¡Puede ser que la haya escrito para zafar de lavar los platos! (risas) Si hay algo que me cuesta mucho es lo doméstico. Por ahí me quedo con las chicas por algún viaje de la Susi y la casa me gana por goleada. La letra nace de la cotidianeidad. La música es de Charly Guzmán, un amigo de Villa Mercedes que tiene un dúo con su compañera. Un día estaba con la compu y me puse a escribir sobre la idea de que el tiempo es para uno también, ¿no? Vale la pena por ahí dejar todo y hacer lo que a uno le gusta, dejar la cama destendida y ponerse a bailar, qué tanto. Pero además es una canción que veo muy seguido. Por ahí la Susi pone música mientras está cocinando o haciendo alguna cosa, y se pone a bailar. Eso es hermoso.

«Tranquilo pero con fiesta»

Es otra recopilación de escenas cotidianas. Todas esas cosas pasan. Eso de “si se te cayó un diente mordiendo un lechón” es un amigo al que le pasó eso en una fiesta. ¡Ahí estaba el loco emboladazo de que se le había caído un implante y todos nosotros buscando en el piso! Lo del Chacho (Marzetti) también. Yo hice mi casa escuchando al Chacho. Me quedaba hasta tarde poniendo barro mientras sonaba «El Vagabundo de las Estrellas». Y bueno en el medio el cuarteto habla un poco de todo. Cuando lo canto me permito nombrar algunas cosas que están pasando, pero discretamente. Por ahí prefiero guardar silencio. A veces estás tan dolido que no sabés qué decir y cada palabra parece una falta de respeto. Por eso mejor hablar de lo que nos pasa cerca, tranquilo, como dice la canción, ¡pero con fiesta!

«Pienso en mí»

El amor es la máxima expresión del ego. Uno elige para sí lo que le hace bien. Desde ahí elegís a una persona. No es que uno se ve impelido ante el poder amatorio del otro. “Pienso en mí” es la antítesis de la canción habitual que dice “te necesito” o “si no estás me muero”. No, vos elegís. Y viceversa. Si no hay dos que se eligen el amor no se genera. Con Félix, un amigo de Nono, charlamos sobre esto. En un momento dice: “¿Qué querés para vos?” Y yo quiero que haya árboles, por eso marcho y defiendo el monte, quiero que los chicos anden por mi casa, en bicicleta, en una calle de tierra. Por eso fuimos a protestar cuando quisieron asfaltar la cuadra. La canción también habla de eso, de lo que queremos para nuestras vidas. Yo quiero tener tiempo y que me caiga un amigo con la guitarra sin avisar y yo poder dejar todo y sentarme con él, quiero una casa para recibir gente. Todo eso que uno quiere hacer y le hace bien poder hacerlo, eso es el amor para mí.

La letra de esa canción fue escrita de un tirón, primero desordenadamente pero ahí estaban todas las ideas. En los talleres hablamos de eso con los chicos. De escribir las ideas y ver cómo las ordenás después. Acá, en un momento, vi que la letra era muy larga y no sabía qué hacer. “Este tema es muy largo” me dije (risas). A veces pasa que te sobra letra y entonces recitás una parte, o dejás otro fragmento afuera, pero acá no quería descartar nada. Y pensé “¿Por qué debería acortarla? ¿Porque es muy larga? ¿Porque dura ocho minutos y no la van a pasar en la radio? ¿Y por qué no? Entonces me dije ¿Cómo encuentro la música para todo esto? Bueno, encontré un octosílabo en el principio y me dije: “Todo el resto va a ser octosílabo sin rima”. Y así fui armando la forma de una cosa que me atravesó de punta a punta. ¡Y en el medio le mandé “Luna”! A veces me pasa que estoy años para terminar una canción. Acá no. La idea salió en un ratito y después le fui encontrando palabras para nombrar todo, los chicos andando en bicicleta, la estanciera, el kiosco, que no es otro que la despensa de la Moni a la vuelta de mi casa.

«Repechos del guadal»

La idea del disco fue dejar actuar todas las influencias de mis amigos. Con Mariano Vélez tocamos juntos desde que llegué a Córdoba. Hace añazos que nos conocemos con el Seba Ramírez, con el «Bacha» Fiad, con el Mauro Ciavattini. Después cayó el Fede Seimandi. Cada uno aportó lo suyo. Pero hay canciones que son como muy mías, generalmente de folklore, bien criollas, como las de antes, por decirlo de algún modo. A esas canciones me gusta hacerlas solo. Esta zamba es solitaria. Habla de un paisaje amplio, de donde el hombre se encuentra con su soledad, pero acompañado siempre por el paisaje. Entonces, tiene que ser con la guitarra sola. A lo sumo podría tener un bombo, pero después pensé: «ni siquiera». Fue sólo voz y guitarra, y fue el grito, el canto así, crudo, grabado de una sola vez.

Ahí está Serrezuela, está Pampa de Pocho, Altautina, Condor Huasi, Tuclame. Y está dedicada a un amigo, el Francisco Allende, pensando y poniédome en el cuero de él. Me contaba una vez que su padre era «chelkero». El chelko es un lagarto que anda por las piedras. Y él le decía «chelkero» a la gente que limpiaba las vías. Y me contó de los trenes y de todo lo que se fue perdiendo. Para ese paisaje y esa gente tan curtida es la zamba. Por eso se grabó así.

«La del sin tierra»

Es de la misma zona. Y es que el disco va por regiones. Tonadas, cuecas y gatitos. Zambas, chacareras y milongas. También está la guitarra y acá sí suena un bombo. Le acorté el recitado en la grabación. Ahora, en este presente, lo grabaría entero. De hecho me reencontré de algún modo con ese texto y lo modifiqué. Le saqué todas las “malas palabras” porque me di cuenta de que la gente a la que yo quería llegar medio se asustaba por eso. No a nosotros, a los que marchamos siempre, a los que entendemos quiénes son los terratenientes. Todos esos ya sabemos pegar el grito. Pero yo necesito llegarle al tipo que vive en la sierra, al paisano que no viene a las marchas, al tipo que va y trabaja en una mina porque no le queda otra opción y no puede decir nada porque toda su familia se alimenta de eso. A esa gente quiero llegar. Entonces, diciendo lo mismo sin malas palabras, siento que trasciende ahí, en esa gente humilde, en esa casa a la que vos entrás y pedís permiso, y te dicen “pase, siéntese, qué le puedo servir.” De ahí eso del “tipo simple y de manos callosas, de él abreva y aprende mi copla.”

En ese momento sentí que no tenía que grabar el recitado, sentí que era más importante lo que estaba diciendo la letra de la chacarera, que ya dice mucho. De hecho subí a Cosquín y tampoco lo dije. Pero si tuviera que subir ahora, lo diría, sin malas palabras, capaz que con otro tono, porque siento que no me estoy mintiendo. A veces pasa que te arrepentís de lo que escribís y después te vuelve a atrapar. No sé.

«Sirenas»

Es un gusto que nos dimos con los muchachos. Siempre quise que haya una cosa así, sólo instrumental y ahí quedó. Podría haber sido más larga incluso.

«Perro callejero»

Este tema está dedicado al paisaje del último tiempo que estuvimos en Córdoba Capital, hace más de cinco años. Vivíamos a media cuadra de la Villa Los Galpones. Yo la cruzaba todos los días con la guitarra. Atrás de casa estaba el kiosco del Cucha y había un perro negro maravilloso, con un lunar blanco en el pecho. Siempre lo veía atrás de los carros, o íbamos a la plaza con las chicas y lo encontrábamos. Había una nenita, me acuerdo, que tenía nueve años y cuidaba a nueve chicos, desde uno un poco más chico que ella hasta un bebé de un año, y el perro también andaba con ellos para todos lados. Era un milagro ese perro. Un día lo encuentro muerto en el medio de la calle. Pasaban los autos, los carros y lo esquivaban. Nadie se daba cuenta de que ese perro había acompañado a tanta gente, a tantos changos. Así nació esa cumbia, que también es un homenaje a los pibes de la Villa, a ellos también, que terminan muertos por un gatillo fácil. Le canto a toda la vida que hay ahí. Por eso dice la letra: “Para andar por Los Galpones hay que tener cojones y un puñado de canciones de cuarteto que te levanten los corazones”. Esa imagen es muy urbana y fue de alguna manera una despedida al tiempo que vivimos en Córdoba.

«Milonga del Cerro Negro»

Ahí volvemos al paisaje. El Cerro Negro es uno de los pocos que no tienen un camino para ir en auto. Tenés que llegar caminando o a caballo. Es el cerro al que nos gusta ir con los amigos. No tiene ningún busto de gobernador ni nada. Tenés que subir por un senderito. Lo que dice la letra es el relato de lo que fue pasando cada vez que fuimos. En uno de esos recorridos, un amigo que es guía de alta montaña vio la flor de una planta, anaranjada, bellísima, sola en medio de las tola tola, y pensamos que así es nuestra gente. Nadie la ve. Me acuerdo era una época de tremenda sequía y había un algarrobo allá arriba que daba unas vainas como si hubiera diluviado. De eso habla esta milonga. Siempre que viví una cosa importante fui al Cerro, que es como nuestro Padre Sagrado, a pedirle para que nos acompañe y sobre todo para tratar de que la naturaleza hable a través de uno. No es uno el que hace las coplas. Las coplas vienen de ahí. Florecen en boca de algunos pero son de todos. Hay que estar atento a lo que enseña la gente todos los días. Yo pongo ladrillos nomás, no me gusta decir que invento canciones ni nada. Están ahí, en el aire, hay que trabajar para agarrarlas.

«Chuncano» – «Los chuncanitos del río»

Escribí el recitado del Chuncanito después de haber grabado la chacarera en “Gajito ‘i Luna”. La música es de Mauricio Pereyra, de Traslasierra. Muchas veces me pasó de que me preguntaban qué quería decir “chuncano” o qué son los “chuncanitos”. Entonces lo incluí en este disco. Me acuerdo de que no se iba a grabar por cuestión de presupuesto. Al final dijimos con los chicos: “Si nos quedan dos horas, metamos este tema. Por suerte lo pudimos incluir. Y quedó una versión maravillosa con la banda. Así que ahora hay dos maneras de escuchar “Los Chuncanitos”. Es como un hilo que conecta con el disco anterior, y es algo que hice antes. En el primer disco, de Los Nietos de Don Gauna, hay una zamba, “Homenaje”, que después la grabé en “Pintura de pago chico”.

Y así quedó “Amuchado”. Finalmente es un disco largo, pero que hicimos en poco tiempo. Ahora viene una presentación hermosa. 

Sobre las versiones de otros artistas.

Me encanta ver que lo que a uno lo atraviesa llegue a otro corazón y encuentre una forma nueva. Me pasó de escuchar que por ahí le cambian un pedazo de la letra a una canción y me encanta eso. Ojalá que siga pasando. Me siento muy gratificado y más feliz por la idea de que el tema tiene vida propia.

Sobre la presentación en Córdoba

Va a ser una presentación muy sencilla. Será la música la que sostenga todo. También va a pasar que me voy a encontrar ese mismo viernes con un libro que escribí este año, que se llama “Poemas de marzo”. Es un texto que está dividido en cuatro partes: hay coplas, canciones con sus preámbulos, poemas criollos y decidores y después poemas libres. El libro, como el disco, viene con dibujos míos. Me pone muy feliz porque es algo que quería hacer desde hacía muchos años. Un librito con mis cosas. Así que esa noche voy a estar hilando poemas y canciones, y de alguna manera cerrando una etapa. Este disco y este libro es lo que pude ofrecer en este tiempo reciente. Espero que a la gente le guste. Mientras tanto ya estoy haciendo cosas nuevas y reencontrándome con canciones que surgieron antes y de alguna manera vuelven a sonar. Habrá mucho de eso también. Así que ahí estaremos. 

 

Agendá: 

José Luis Aguirre presenta «Amuchado».

Viernes 15 de septiembre – 21.30 horas. 

Teatro Luz y Fuerza – Deán Funes 672.

Entradas anticipadas en Edén: Platea: $230 – Pullman: $200.