Emocion Registrada

Ica Novo sobre Atahualpa Yupanqui

26-05-2017 / Emoción Registrada, Lecturas
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El 23 de mayo se cumplieron 25 años de la partida de uno de los artistas argentinos más trascendentales. Compartimos un recuerdo hermoso de otro de nuestros grandes referentes, sobre versos que felizmente encontraron su música.


Ica Novo sobre Atahualpa Yupanqui

Muchos de quienes lo trataron alguna vez recuerdan un carácter reservado, de gestos adustos y comentarios menos ingeniosos o felices que su inmensa obra. 

Muchos otros atesoran alguna frase o respuesta, algún encuentro antes o después de un escenario, alguna charla en el Cerro Colorado.

El 25 aniversario de su partida liberó memorias de vida y obra que siguen expandiendo un legado inagotable. Como la luna que tantas veces cantó, Yupanqui nos sigue alumbrando.

Hace pocas horas, uno de nuestros grandes referentes, el querido Ica Novo, publicó un hermoso recuerdo que tenemos el gusto de compartir.

Unos versos del gran maestro encontraron su música luego de la historia que sigue.

Será cuestión de esperar la publicación.

Ica Novo – Miércoles 24 de mayo de 2017.

Tuve la fortuna de encontrarme varias veces con el Gran Maestro Atahualpa Yupanqui.

La primera vez, cuando fui a tocar en el hermoso Festival del Canto y la Poesía de Villa de María del Río Seco. Ahí me enteré de que al otro día Don Ata abría al público una parte de su casa en el Cerro Colorado para biblioteca y museo.

Llegué cuando terminaba el acto oficial, con corte de cinta y bendición del cura. Empezaron a circular unas empanadas y un buen vino, que por supuesto acepté. Don Ata estaba en una esquina de la casa conversando con dos paisanos amigos de la zona, a unos tres metros de donde yo miraba ese maravilloso rincón del Río de los Tártagos. Uno de ellos, don Quinteros (supe después), me dice:

-¿Usted es Ica Novo? 
-Sí -le contesté. Fue tremenda mi sorpresa y mi emoción cuando me dijo:
-Yo fui amigo de su abuelo Ricardo Ceballos.

Saludé enmudecido y volví a la baranda de piedra que da al río…
Al rato cae una de las personas que atendían a la gente, una jovencita (nieta del pintor José Malanca, me enteré más tarde), y me dice:

-¿Le gustaría hablar más tranquilo con Don Ata?
-Por supuesto -respondí.

Me dijo entonces que el Maestro iba a dormir una siesta de media hora y que si yo lo esperaba, él quería conversar un rato a solas conmigo.
Contar mi conmoción al recibir el convite podría abarcar varias páginas. Es algo que haré en otro momento. Ahora sólo quiero contar algo que todavía me pone la piel de gallina.

Después de la mateada con Don Ata, con quien me sentía el «pequeño saltamontes» frente al maestro, empezó a llenarse de gente otra vez y don Ata se instaló en un rincón del patio junto a su compañera Nenette, a firmar libros. Me señaló una silla a su derecha y me dijo que me quedara a su lado. Y ahí sucedió el regalo inesperado, que quiero contar ahora.

Señalando una página de uno de sus libros, me dijo:

-Esto es para usted.

Leí esos versos maravillosos, que ya conocía, y le pregunté si tenían música, para cantarlos. Todavía oigo su respuesta resonando en mi corazón:

-Póngales música usted.

Próximamente publicaré la grabación con mi música.
Por ahora van los puros versos del Maestro.

«El sentir que siento»

Me está dagüeltando un canto en el pecho
¡Amalhaya sea pa’ cantar tonadas!
Pero me parece que el sentir que siento
es pa’ la vidala.

La vidala es pena,
tajo sin remedio
Es andar de noche por la senda larga
y ande son coyuyos los malos recuerdos…

La vidala es canto de los hombres solos,
alba que no llega,
vida que no es vida,
ande las palabras son como esos vientos
que mueven un mundo de cosas perdidas…

No quisiera cantar la vidala
porque es canto triste
¡Es dolor y ausencia, corazón y caja!

Más bien, algo alegre
pa’ engañar el alma

Pa’ tristezas, el pago ande vivo:
Piedras, pencas, cabras
Son mis vecindades
En el cielo estrellas,
y en la tierra ¡Nada!

Yo quisiera cantar algo alegre
pa’ engañar el alma
Pero me parece que el sentir que siento
es pa’ la vidala, es pa’ la vidala…