Música: Jazz- Funk

“Como piña trío” en la Jam Session de Dadá Mini

6-06-2011 / Crónicas
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La banda conformada por Milton Arias, Ignacio Aviño y Marco Sieni mostró su potencial en esta propuesta musical íntima que llega a Güemes.


“Como piña trío” en la Jam Session de Dadá Mini

Por | saguirre@redaccion351.com

Fotos: Agustina Priscila Pereyra | apereyra@redaccion351.com

El jueves siempre es un buen día para adelantarse al fin de semana. El frío no invita a salir, pero las iniciativas culturales de la ciudad son una buena excusa. Entre ellas, una jam session que promete.

Somos varios los que rumbeamos para Dadá Mini. El lugar atrae hasta a quienes se guardaban para el viernes o sábado. El cambio de planes se comprende sin demasiadas explicaciones. Si el transeúnte echa un vistazo hacia la entrada del bar, su mirada se encuentra con luces y banderines multicolores dispuestos, a modo de semicírculo, como techo imaginario del patio. Si después, en un acto de curiosidad –cual vieja del barrio dispuesta a chusmear todo- se asoma para ver “que onda”… entonces ya no hay vuelta a atrás: las pintadas de las paredes están hechas para ser contempladas; los sillones –cual patio de abuela- invitan a reposar el cuerpo; y las bebidas, a dar un elixir al alma. Esto merece comentarios aparte si el transeúnte echa ese vistazo un día como este, en el que, además del atractivo visual, el bar suma un atractivo al cual los oídos difícilmente se resistan.

La música: entre lo lúdico, lo humano y lo experimental

Como piña trío está conformado por Milton Arias (bajo), Ignacio Aviño (piano) y Marco Sieni (batería).

Es un proyecto musical y artístico que, según ellos mismos definen “intenta manifestar un encuentro, un lugar donde lo lúdico, lo humano y lo experimental integren un mismo cuerpo armónico”.

La jam se define como una reunión informal de músicos de jazz que disfrutan de la improvisación musical. Esta atmósfera musical tiene como regla primera la afinidad y el disfrute de los músicos. Cobijados bajo esa espontaneidad, el grupo tiene la posibilidad de demostrar que es en ese lenguaje universal -en la complicidad, los gestos y los diálogos de ese cosmos prolífico- donde logran experimentar la química que anuncian.

La prueba de sonido saluda a quienes van llegando. La mayoría viene con sus caras jugando a las escondidas en las bufandas, con las manos incrustadas en los bolsillos. Unos pocos dejan los accesorios invernales de lado para que esas partes del cuerpo les permitan enredarse con el frío: soplan su aliento al aire y sus dedos salen a la búsqueda del vapor que se forma. Después, cuando la música empieza, ocupan manos y caras en expresar lo que sienten.

Entre los recién llegados, algunos toman coraje y se sientan afuera. El resto busca la calidez que hay puertas adentro del bar. Las primeras notas suenan y suman su incandescencia lugar.

Los músicos de esta banda de jazz, funk y estilos populares arrancan con el show. No hay escenario, pero no necesitan de esa asimetría para acaparar la atención. Cuando tocan sus instrumentos, el público detiene la sobremesa por un momento para dejar que la música los absorba.

Las teclas de Ignacio Aviña rompen el silencio con acordes de séptima que invitan a crear submundos. Seducido por las primeras intensidades, el bajo de Milton Arias abre la atmósfera a los arreglos de batería de Marco Sieni. La amable oscilación de pasajes colectivos a sets individuales logra una combinación que no falla. Juntos logran transformar al éter en algo lúdico.

Los temas que abren la noche condensan la alquimia prometida. La intimidad que envuelve a la presentación de Como Piña Trío demuestra la solidez del grupo, a pesar de su reciente formación. Sus primeras apariciones se han concretado a mediados de 2010. Pero la trayectoria que avala a cada uno de ellos, las raíces que los forjaron, los estilos que comulgan, explican su madurez en escena para interpretar clásicos del jazz con autoridad: Insensatez (Tom Jobim); Blue in Green (Bill Evans); Crystal Silnece (Chick Corea); Deluge (Wayne Shorter); Bahía Funk (Lee Ritenour); Solar (Miles Davis), son algunos de los temas con los que deleitan.

La primera parte del espectáculo fue una interpretación precisa y ordenada que, si bien distaba del espíritu de jam, invitó al público a relajarse y a tomar posición para lo que vendría. Antes de eso, un intervalo.

La gente vuelve a girar hacia sus mesas, retoma la conversación y la cena a la luz de las velas. Un perro sale del bar. La moza comenta que el animal se llama Roberto y tiene página propia en facebook. Es una noche donde lo imprevisto trasciende a la música.

La jam que los parió

Como piña trío vuelve a escena. Invitan a un músico entre el público para que toque con ellos. Otro saxofonista espera, instrumento en mano, su espacio de improvisación.

Llega entonces el momento más esperado de la noche: la jam en sí misma, la improvisación como gesto de libertad. Las notas suenan y los músicos parecen nacer y renacer con ellas y en ellas. La coordinación fluye mientras las miradas de complicidad lo celebran. Entre el público, donde antes hubo caras escondidas tras bufandas ahora hay sonrisas que asienten el disfrute; donde antes hubo manos jugando con el vapor del aliento, ahora hay manos que devuelven con apalusos el agasajo de los oídos.

Ese clímax espontáneo abatió el frío nocturno. Y promete hacerlo hasta el 30 de junio. Esta Jam Session suma una alternativa a las noches de jazz ya inauguradas por otros espacios, como La Fábrica y 990 Arte Bar. Para todo aquel que se lo proponga, habrá más noches de jam session para renacer al calor de la música en Barrio Güemes.