Alegría Ahora

100. Niñas Humanidad

6-09-2024 / Alegría Ahora, Política y Sociedad
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El primer instante de ser estudiante es cuando les damos un cuaderno con su nombre y un lápiz. El segundo instante es cuando sienten el abrazo de fuego de la escuela.


100. Niñas Humanidad

Este espacio dedicado a la Escuela de Amor Político Alegría Ahora nació de un gesto mínimo: la posibilidad de sumar un granito de arena a la difusión de un proyecto que entendemos imprescindible. Hoy, el recorrido llega a las 100 historias, cifra que no significa otra cosa que un impulso para compartir la actividad de quienes dedican gran parte de su vida a educar, sanar y proteger personas en condiciones de extrema desigualdad.

Sólo queda seguir.

100. Niñas Humanidad

Mónica Lungo, sábado 12 de diciembre de 2020.

«¿Vamos a ser felices con nuestra gente, Migue?»

Eso le dije a mi compañero de fuego ayer cuando empezamos el recorrido por los barrios.

«¿Cuántas veces te invitan a ser feliz?»

Le pregunté de nuevo.

«Nunca», me respondió.

Nos reímos, nos dimos un abrazo y nos dispusimos con todo nuestro cuerpo y espíritu a disfrutar del poder transformador del amor político y la educación.

Se lo repetí para darnos fuerzas, porque encender humanidad en los lugares más desiguales es muy duro. Muy difícil. Hasta las alegrías tienen su toque desafiante, porque son muy intensas y especiales.

Aquí una partecita de nuestro agitado día:

Otra Niña Humanidad.

Comenzamos con el regalo de cumple de Mía, la hija menor de Vero.

Me cuenta que ahora que tiene trabajo se va a dar el gusto por primera vez de comprarle una bici a un hijo en su cumple.

Al rato me llama muy angustiada: «no hay forma que pueda comprarla.»

Hace unos semanas el doctor Pablo nos había regalado una bici preciosa.

«Quedate tranquila que le llevamos una bici.»

No se quién de las dos estaban más felices, si Vero o Mía.

Vero tenia esa alegría absoluta que sentimos las mamás cuando nuestra cría es feliz. Estaba radiante. Y Mia estaba tan contenta que me dio un abrazo largo por primera vez en su vida.

Nos amamos. Yo la admiro porque es la persona más verdadera que conozco. No le cabe ninguna. Es hermosamente rebelde. Compartimos el amor loco por los gatos.

Llegó a la escuela dentro de la panza de su mamá. Soy su madrina y lo ejerzo con compromiso y placer. Siempre me hace renegar para sacarle fotos. Como dijo ayer su hermana, «ella disfruta haciendo al revés de lo que le pedís…» Es indómita. Sabe pelear con varones. Es valiente e inteligente. Por eso la amo especialmente. Es arisca. Pero ayer se tiró por primera vez en mis brazos. Nos tocamos los corazones. Nos dijimos que nos amamos.

Otra Niña Humanidad que gracias a la escuela de su mamá brilla en la desigualdad.

La chispa más poderosa: cuando comienzan a ser estudiantes.

Salimos de ahí y fuimos a buscar a nuestro compañero Pablo para ir a la casa de Paula para que la revisara.

Sí, Alegría Ahora llevó un médico a la villa donde la policía no entra.

Y no cualquier médico. Un médico militante. Un médico con el que venimos trabajando hace años. Los días de su guardia en Hospital Misericordia son los días que vamos con urgencias, enfermedades, consultas… Gente casi muerta.

Conoce a su mamá y a una hermana que son estudiantes. No conocía a Paula.

Llegamos al rancho. Mientras leíamos la denuncia, controlábamos que el botón antipánico estuviera con carga. Pablo la examinaba con ese sexto sentido que tienen quienes ejercen la profesión con amor, pasión y humanismo. Miran algo invisible, se conectan.

Luego de Paula, cada miembro de la familia pasó bajo ese scanner de salud.

Luego vino la parte de los regalos. Libros para todes. Su nena mayor es una lectora compulsiva. Eso ya es emocionante. Pero cuando la lectora vive rodeada de violencia y desigualdad es un momento extraordinario de humanismo. De esperanza. De educación.

Paula, como Vero, brillaba de ver a su hija tan feliz.

Después la llevamos al auto, abrimos la puerta y le dijimos: todo esto es para vos. Se tiró a mis brazos y lloró. «Hay mucha gente que quiere ayudarte. No estás más sola…»

Y luego vino el momento más emocionante de todos: cuando son formalmente parte de la escuela. Y eso no sucede cuando subo sus nombres a Gestión de Estudiantes de la página del Ministerio.

El primer instante es cuando les damos un cuaderno con su nombre y un lápiz.

«¿Vas a ser mi maestra? ¿Voy a poder ir a la escuela? Seño… Yo no sé ni comprar comida en el super…»

En el cuaderno había una carta que dejó Fabiana con una tarjeta cargada para que pueda ir al Polo para continuar sus trámites. La pegué y le dejé tarea con esa carta.

En ese momento vi que Pablo nos miraba con la misma emoción que antes les miré. Es que son momentos de derechos humanos básicos: la salud y la educación. Inexistentes en estos lugares, en estos barrios de Córdoba Capital.

También en ese instante, con Miguel a mi lado, leí la denuncia para explicar cómo seguir.

Un momento de Humanidad tan inmenso. Tan esperanzador. Tan concreto.

Todo lo que han dejado para Paula en el Graciela Carena le ha llegado.

Gracias, no solo por lo material, que es absolutamente imprescindible. Gracias por responder, gracias por tomarse el tiempo, gracias por confiar en nosotres.

Cuando nos fuimos, Paula me abrazó diciendo: «Cada día me siento más fuerte. Yo voy a salir adelante, dígale a toda la gente que gracias por mí y por mis hijos…»

El segundo instante de ser estudiante es cuando sienten el abrazo de fuego de la escuela.

Paulita ayer lo conoció y muches de ustedes estaban ahí, siendo parte del abrazo.

Y pulsando la más bonita Humanidad, con amor político y educación.

Siempre.